— ÁNGELA —
Mi familia es de clase baja, aveces no tenemos que llevarnos a la boca, pero por eso conseguí un trabajo en una casa de unos millonarios.
Ya mismo voy para allá.
Me toca ir en camión.
Tengo el corazón en la mano, siempre me pasa lo mismo cada vez que voy a mi primer día de empleo.
Aquí un resumen de que trata mi empleo.
Básicamente la señora me dijo que perdió a su esposo en un accidente automovilístico, y que ahora ella y su hijo mayor se hacen cargo de la empresa, pero que el menor de veinte años, no puede quedarse solo, ya que antes ella se quedaba con el, pero, si un pero, tengo que cuidarlo, porque el chico tiene una discapacidad que todos conocemos o tal vez tenemos a algún familiar con este tema, es sordomudo, me llegó a decir que el chico si puede coordinar unas palabras, y que su oído con el paso del tiempo y uno que otro aparato y entre esas cosas de riqueza, puede escuchar levemente, solo son pocas las personas que puede pasarles esto, y cordina de ves en cuando una palabra que otra, pero eso es casualmente.
Bueno ahora sí, ya llegué a su casa.
Por fuera es una mansión, literalmente una mansión.
Solté un suspiro y toque la puerta.
La señora se llama Adela.
Abrieron la puerta.
Ángela • buenos días, soy Ángela
Sonreí.
Siempre tiene que ir la amabilidad ante todo.
Adela • hola hija, pásale
Sonrió la señora, no me esperaba esto de una persona de tan alta clase social.
Ángela • gracias
Me adentre a la casa.
Adela • mira hija, ya te expliqué por teléfono que tienes que hacer, así que ahora solo toca esperar a que mi hijo se levanté y listo, atenderlo en su vida cotidiana, cocinarle lo que el te diga, y si necesita algo más, cumplirlo
Ángela • ¿Sea lo qué sea?
Asintió.
Adela • sea lo que sea
Asentí.
Adela • bueno hija, ya me tengo que ir, mi hijo me espera en la empresa
Ángela • vale, que tenga buen día
Sonreí y ella también.
Adela • lo mismo te deseo
La vi tomar su bolso, es de marca, he irse.
¿Qué hago?
No voy tener tanta confianza como para sentarme en el sofá a ver la televisión.
Decidí ir a la cocina, había unos platos sucios.
Decidí lavarlos y ponerlos en su lugar.
Algo que no les mencioné, es que la señora Adela me dijo que su hijo se comunicará conmigo en notas, ya que le dije que no se lenguaje de señas.
Salí secando mis manos en una toalla pequeña que traje de mi casa.
Mi mirada se desvío a un hombre que venía bajando las escaleras.
Este venía con la mirada en su celular, obviamente no se dio cuenta de mi presencia, porque estaba sin camisa y en un pantalón de pijama, está era de unos dibujos animados.
Después de unos segundos viéndolo, desvié mi mirada, estaba más roja que nada.
¡Qué hago!
Decidí empezar a ver los recuadros que estaban colgados en la pared, es el hombre que bajo de la escaleras, estaba sonriendo en una foto de su infancia, mientras acariciaba a un gatito.
Sonreí levemente por la sonrisa de aquel bebé, que ahora es un hombre.
Cómo supe que era el, básicamente porque dice “Maximiliano”, y el hombre se llama Maximiliano.
Alguien detuvo sus pasos atrás mío.
No quería ver, pero giré mi cuerpo, el hombre se quedó viendo mis ojos unos segundos, y yo los de el, decidí sonreír y el me miró con un sonrojo en sus mejillas.
Dio unos pasos para atrás y subió casi corriendo las escaleras a su habitación.
Solté una risita.
— MAXIMILIANO —
Maldición, maldición, maldición, maldita sea.
Fui a mi habitación y entre a esta corriendo.
Puse una mano en mi pecho, estaba agitado de subir tantas escaleras, y al mismo tiempo mi corazón se acelera.
Si, soy un hijo de esos que tienen la vida fácil, pero casi nunca salgo, o más bien dicho, nunca salgo, y mucho menos me relaciono con mujeres, tampoco alguna me había visto sin camisa.
Es por eso que me sentí tímido y avergonzado.
Esa jovencita me acaba de ver, y lo peor, no traía nada arriba.
Mi mamá me comentó de esa jovencita, pero nunca me imaginé que llegaría tan temprano.
Me tranquilise y puse una camisa en mi cuerpo.
De nuevo baje las escaleras y la encontré viendo las fotos.
Me había mencionado mi mamá que ella haría todo lo que le mencioné.
Toque su hombro una vez que me acerque a ella.
Tome una hoja de papel y anoté una pregunta.
“¿Cómo te llamas?”
Ella la vio y sonrió.
Respondió.
“Ángela”
Me sonrió.
También le dedique una sonrisa.
Volví a tomar el papel y anoté otra cosa.
“Bonito nombre”
Lo vio y una risita se escapó de ella.
Pude escuchar que tan linda es esa risa.
Leí sus labios y decía un “gracias”.
Mi mamá piensa que por ser mudo no puedo escuchar tan bien, pero si, obviamente no escucho todo, absolutamente todo, pero si algo de sonidos.
Cómo la risa de esa jovencita.
¡Hola!, de nuevo TamJ, con otra novela.
Esto es Oír Tu Voz.