En la vida de las personas, ocurren sucesos que pueden condicionar eventos futuros. Si bien es cierto que no elegimos donde nacemos, nuestra familia ni de quien nos enamoramos; existen una serie de acciones que decidimos tomar que construyen el camino que recorremos, o eso queremos creer...
Carlos era un chico muy especial, siempre trataba de mostrar una sonrisa; a pesar de que su vida había estado plagada de infortunios. No conoció a sus padres, ellos murieron en un accidente de tráfico cuando él era un bebé; así que creció con sus abuelos maternos. Desde pequeño descubrió que era capaz de ver cosas que otras personas ignoraban. Su día a día estaba ligado a interacciones con presencias como fantasmas o espíritus. Debido a esto, sufrió intensos temores por mucho tiempo al ver a esas manifestaciones. Varias veces fue atendido y medicado por esta causa, así que aprendió a ignorar su percepción para tratar de vivir como un niño normal.
Ahora, con dieciocho años; cuenta con sólo dos verdaderos amigos: María y Fermín, y así está bien para él. Han sido incondicionales en todo momento, son los únicos con quien Carlos ha podido ser él mismo sin que lo tacharan de raro. Fermín siempre ha sido como su sombra, crecieron juntos y han compartido tantas experiencias que es imposible contarlas todas; el lo llama Car cariñosamente, siempre lo ha protegido en situaciones de peligro. María se unió hace unos años al equipo cuando se mudó al vecindario, pero nada cambió con su presencia. Ella es muy soñadora y alegre, algo que le hacía mucha falta a Carlos ya que debido a su pasado, solía ser algo melancólico en ocasiones. Los tres vivieron múltiples aventuras juntos, disfrutando de su adrenalina adolescente, retando sus propios límites, intentando siempre cosas nuevas. Esto prosiguió hasta que este año, sus caminos se separaron: María empezó en la universidad, en cambio Fermín comenzó a trabajar y Carlos inició un curso uno de fotografía, que era algo que que le apasionaba. A pesar de que coincidían menos, los tres aún tenían espacio para sus típicas reuniones los fines de semana; sin embargo poco a poco se fueron percatando de que María se distanciaba de ellos:
-Mary, ¿otra vez dices que no a ir a la playa? Esta es la mejor temporada para practicar el surf, creo que ya te había comentado. -Aclaró Fermín.
-Pues no, no puedo hoy tengo que estudiar, que mañana tengo examen.
-¿Examen? Pues bien, entonces vamos mañana y así celebramos tu buena nota. -Dijo Carlos.
-Lo siento, ya he quedado. -Respondió ella algo apenada.
-¿Que ya has quedado? ¿Con quién? -Preguntó Carlos un tanto ansioso.
-Pues con Gustavo, es compañero de mi clase. Me invitó al cine.
-¿Al cine? Vamos, de seguro te aburres; no eres de estar haciendo la misma acción por mucho.
-Carlos, que haga toda clase de locuras con ustedes no significa que no aprecie también la tranquilidad. Están bien como experiencias, pero no como algo que gobierne mi tiempo libre, que controle mi estilo de vida. Yo soy una chica, y también disfruto ese tipo de cosas; además, él me gusta.
-Ok... no sabía que tenías esas inquietudes. -Contestó él con un tono más apagado.
-Es lo normal, desde que me mudé aquí tuve pocas citas y ninguna de ellas funcionó porque lo que yo realmente quería era estar con ustedes y hacer toda clase de cosas divertidas; eso me encantaba.
-Entonces, ¿qué cambió?
-Pues yo. El tiempo pasa y la gente cambia. Quizás la razón por la que quise priorizar todo eso es que luego mi vida se iría complicando más y más y no podría hacerlas. Además yo quiero darle una oportunidad a Gustavo. Siento que he ido madurando lentamente, y la adrenalina me atrae cada vez menos. Sigo disfrutando compartir con ustedes pero siento que necesito hacer cosas nuevas.
-De acuerdo. No te preocupes, vamos solos Fer y yo. Después no te lamentes cuando veas las fotos.
-Quizás si me duela un poco. -Admitió ella levemente.
-Ve a estudiar, vamos. No quiero que me culpes si suspendes..
-No saldría tan mal. Adiós chicos, cuídense. Nos vemos luego.
Cuando la chica ya se había alejado:
-¿Vas a dejar todo esto así, Car?
-¿Y qué quieres que haga?
-Tener valor y decirle lo que tantas veces has querido.
-Es que no es tan fácil, yo no soy tan valiente como tú; además, ¿para qué? Ya ella ha elegido a otro para su cita.
-¿Y qué esperabas? Lleva tres años acá y nunca le has dicho nada especial, tú mismo has cerrado las puertas.
-Es difícil de explicar, pero cuando estoy a su lado no me salen las palabras. Podría lanzarme en paracaídas, escalar montañas y nadar con tiburones; pero cuando me mira con esos luceros azules, me quedo congelado...
-Ya, por favor, para. -Interrumpió Fermín.
-Perdona, no sigo.
-¿Y qué harás?
-Pues supongo que me resignaré. Algún día lo superaré.
-Dime algo, si tuvieras una oportunidad con ella, ¿la aprovecharías?
-Pues ya habiendo conocido el miedo a verla con otro, creo que si. No sabes lo doloroso que se me hace imaginar eso. Pero, ¿por qué me preguntas eso?
-Por nada, olvídalo. Si no nos damos prisa no llegamos a la playa para las mejores olas.
-Es cierto, vámonos.