Ojos de gato Ácrux

Capítulo 6. La chica de ojos verdes

Iba en la camioneta que guiaba al resto de vehículos por la ciudad, también iban aquí los tres de mi especie. Max tomó el micrófono de la radio.

—Sirio se encargará de olfatear —anunció—. Si las chicas están ahí, haremos volar la entrada y atacaremos. Pónganse los cascos, los sedaremos a todos, la idea es que no vean quiénes somos. Por la hora, no hay muchos hombres, solo los más calificados para quedarse a los entrenamientos secretos.

Durante el recorrido, Sirio se vio completamente impaciente, y debía admitir que yo también lo estaba. La pobre pequeña rulos, con esas pesadillas que tenía, me preocupaba que le hicieran cosas similares. Aunque los humanos no le harían eso a los de su propia especie, o eso quería creer, a pesar de que me habían hecho matar a unos cuantos.

Sacudí la cabeza. Mis manos estaban manchadas, mi ser entero estaba manchado de culpa y de sangre, no merecía nada si le había arrebatado la vida a otros...

—Llegamos.

Reaccioné. Nos pusimos los cascos, que eran especiales ya que se podía respirar a la perfección con ellos puestos, y si uno deseaba, filtrar gases tóxicos y muchas cosas más. Sirio bajó de prisa, y le bastó menos de un segundo para voltear y dar la señal. Max dio la orden de seguirlo.

Con velocidad y silencio, posicionaron los explosivos mientras nos alejábamos. Los guardias que vieron por la ventanilla se exaltaron y corrieron hacia el interior, pero era muy tarde para que alertaran. La puerta se destruyó y entramos corriendo. Empezaron los disparos y un segundo grupo de hombres corrió por otro sector para abarcar más espacio.

Sirio nos guio a toda velocidad, les disparamos sedante a los que venían, pasamos por una especie de arena, y múltiples recuerdos vinieron a mi cabeza.

Peleas, dolor, gruñidos, me sentí observado por miles de ojos y empecé a respirar con dificultad.

Una explosión me hizo regresar al momento. El otro grupo de soldados había liberado a los de mi especie, que salieron corriendo casi fuera de control. Muchos de los hombres que nos seguían se quedaron para mantener el orden pero yo seguí. Debía encontrar a la rulitos.

Corrimos a través de pasadizos que daban a pequeñas prisiones enrejadas. Dimos la vuelta por una esquina y logré verlas a lo lejos. Estaban afuera de una celda suya cuya reja estaba rota y abierta. Mi vista se centró en Rosy, que vino corriendo, y para mi sorpresa, me rodeó con sus finos brazos.

Quedé en blanco. Su olor a fresas me envolvió.

Me retiré el casco. La escuché llorar contra mi pecho, eso hizo que mi corazón hiciera un raro «bum». No quería que llorara. Con mucha duda, levanté mi mano y le di un leve toque a su cabello.

—Tranquila —fue lo único que logré decir.

Asintió pero no me soltó ni se separó ni un poco. Suspiré con alivio de que al menos estuviera bien. Le di un par de palmadas suaves en la espalda para que se calmara, vi que Sirio estaba calmando a la otra chica, aunque con muchísima más confianza.

Max recibió una llamada y nos hizo seguirlo.

La pequeña rulos finalmente me soltó y caminó más al lado de su amiga. No había querido que me abandonara tan pronto, pero ni supe por qué, últimamente me atacaban sentimientos extraños en cuanto a ella, y al mismo tiempo se me hacían familiares, pero muy, muy lejanos.

Mientras andábamos, encontré una oficina abierta y nadie adentro. Miré de reojo a los otros que se alejaban, y como no notaron que no los seguía, entré.

Revisé unos cuantos documentos que estaban sobre el escritorio. Tenían fotografías e imágenes de evolucionados como yo, con su información. El horror se apoderó de mí cuando encontré imágenes de algunos que ya habían muerto, y describían la circunstancia y todo. Tragué saliva con algo de dificultad.

Me alejé de ahí y fui a los estantes y archivadores. Una imagen cayó de un folio y abrí mucho los ojos al ver que era yo. La recogí con prisa, me vi menor, asustado, triste, vacío. Rebusqué en el folio para ver mi hoja con información, hasta que encontré una cuya fotografía faltaba, asumí que era mía, y más al ver el número siete al inicio de un código, y al ochenta y ocho al final de este. Leí las características.

Edad: 23 aprox. Estatura: 1.90m. Peso: 100k. Cabello castaño claro, ojos color miel. Capturado en el sector sur 7-1988. Fecha 02/04/3205.

Eso me sorprendió. Entonces hacía más de dos años ya que me habían capturado.

«Pónganlos ahí».

Esa voz apareció en mi cabeza de forma repentina, y las imágenes vinieron a mi mente de golpe, siendo trasladado a mi propio recuerdo.

—Necesito a todos los nuevos capturados en esta jaula, ahora —ordenó un tipo.

El pecho me dolía, estaba asustado y desolado, había perdido a alguien, pero no sabía a quién. A pesar de todo, el canto de las aves del bosque llenó mis oídos, ellas gritaban su alarma, sabían lo que estaba pasando, sabían que estábamos en problemas.

Empujaron a varios en la jaula en donde estaba, entre ellos a una joven. Abrí mucho los ojos, con espanto, al verla ahí, ella no debía estar aquí. Me acerqué empujando a los otros que ya casi no cabían.

¿Por qué me angustié, la conocía?

Tomé su rostro entre mis manos, estaba aterrada, sus ojos eran verdes, profundos, como las praderas de los campos. La conocía. Parecía humana, sus ojos no eran como los míos.

Transición. Estaba en transición. Oh no.

—¿Y los demás? —pregunté angustiado.

Lágrimas brotaron de sus ojos. Sentí mi corazón estrujarse, mi temperatura bajó de golpe.

—No sé, huyeron —respondió en sollozo.

 

—¡Oye, Ácrux! —Di un respingo ante ese llamado, saliendo de ese recuerdo lleno de dolor. Caí sentado en la silla. Alpha se asomó—. Ya nos vamos, acompáñanos a guiar a los nuestros hacia la salida.

—Ya voy.

Se fue. Di un largo suspiro.

Quedé mirando la hoja que contenía mi información. Hacía más de dos años. Dos años. ¿Qué había pasado entonces con aquella joven? Me puse de pie y guardé el papel en mi bolsillo luego de doblarlo. Fui hacia la arena en donde estaban reunidos. Alpha y Centauri tenían manchas de sangre, y este último cargaba en la espalda a un evolucionado inconsciente.




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