Ojos de gato Ácrux

Especial 1. Reinvención

Gozaba del sonido del mar mientras me ponía traje de baño, un bikini muy sexy y bonito de color azul marino. Salí y Ácrux quedó con la boca abierta. No lo había acosado en ropa interior desde que se desactivó su chip y volvió a confundir sus recuerdos, así que era como la primera vez que me veía así. Apenas hacía unos meses que éramos novios de nuevo.

Sirio corrió a cubrir a Marien, lo cual me causó gracia, nuestros chicos estaban vestidos, andar semidesnudos era prácticamente un pecado para todos en su sociedad. Mientras arreglaban sus problemas, fui con mi sorprendido H.E.

—¿Vamos a jugar?

Tragó saliva con dificultad y asintió, sonreí feliz y tiré de su mano para llevarlo a la orilla.

—Espera, el agua...

—Quítate la ropa como yo.

Con algo de duda se sacó la camiseta.

—Esto es tan raro.

Deslicé mis manos por su pecho sintiendo cómo reaccionaba su piel a mi tacto, las bajé y desabroché su pantalón. Tomó mis manos mirando a los costados y luego sonriendo con nerviosismo y vergüenza. Se había ruborizado.

—¿Qué van a decir si quedo en ropa interior?

—Bueno —le planté un beso en el pecho—, puede decirse que estoy en ropa interior también, ¿me vas a dejar estar así sola? —Hice puchero.

Su expresión se tornó decidida y se bajó el pantalón quedando con una ropa interior negra, luciendo el cuerpazo sensual que tenía. Mordí mi labio y tiré del elástico de la prenda haciendo que se ruborizara otra vez y tomara mi mano mientras avanzaba para evitar que terminara desvistiéndolo.

Reí, me alejé y le salpiqué agua. Vino y aunque volví a salpicarle agua e intenté huir, me atrapó por atrás rodeando mi cintura y estrechándome contra su cuerpo.

—Traviesa —ronroneó.

El agua nos llegaba a las caderas ya, le salpiqué agua hacia atrás, me liberó y me salpicó agua también. Volví a reír y él también lo hizo. Algo pareció llamar su atención en unas rocas cercanas, avanzó y tomó mi mano para que fuera con él.

Las grandes rocas estaban en la orilla y el mar rompía en ellas. Había unos cuantos pozos, con algas y pequeños moluscos. Vi un erizo.

—Uh, ese debería estar mar adentro —comenté.

—Puedo devolverlo...

—Pero podría picarte.

Miró a una roca en específico, nos acercamos, cuando de pronto de su base salió un cangrejo enorme con las tenazas levantadas y pegué un brinco tras chillar. Corrimos un par de metros lejos y se quedó quieto.

—Es malvado —me quejé.

—Es atrevido, es lo que pasa, se atreve a enfrentarnos a pesar de que somos más grandes... —Echó a perseguirnos de nuevo y salimos disparados.

Tropecé, él al no lograr detener mi caída me abrazó, terminé sobre su cuerpo y una ola rompió contra nosotros.

Nos sentamos enseguida y terminamos riendo. Limpié mis ojos aunque ardieron un poco de todos modos por la sal. Sentí sus caricias y sus manos ayudándome.

—Vamos por agua.

—De aquí. —Lo besé al estar tan cerca y no poder resistirme.

Sus ricos labios y la sal del mar me hicieron perderme un rato. Lo besé hasta que ya no supo salado, me había sentado sobre él, rodeando su cintura con las piernas, sus manos recorrieron mis muslos y le mordí el labio.

—Eh —se detuvo alejándose unos milímetros—, nos vayan a ver.

Le planté un sonoro beso.

—Estamos lejos, no creo que importe...

Me volví a devorar su boca, removiéndome contra él, siendo consciente de que empezaba a causar estragos en cierta parte de su cuerpo. Sonrió separándose de nuevo.

—No sé por qué sospecho que sabes lo que haces, pequeña.

—¿Qué hago? —pregunté rozando sus labios y llevando mi mano en bajada por su pecho.

La detuvo por su vientre bajo mostrando una caliente sonrisa sin querer.

—Creo que puedo dejar que me explores, pero no aquí —insistió manteniendo su tierno rubor—. Hay algo que no podré disimular si lo haces...

—Mmm. ¿Ah sí? —jadeé contra su boca, volviendo a removerme. Jadeó también y cerró los ojos unos segundos tratando de controlarse de forma evidente. Reí en silencio y le besé la punta de la nariz—. Vamos entonces —dije feliz liberándolo.

Nos pusimos de pie, resopló y sonrió negando en silencio.

—Vas a acabar conmigo, pequeña.

 

Luego de vestirnos y volver, nos despedimos de nuestros amigos y me llevó a su casa. No estaba muy lejos, y estaba frente a la de su mamá, ya que pasaba los días con ella luego de trabajar y cuando yo no estaba, e incluso cuando sí, la quería visitar y le ayudábamos con alguna que otra cosa.

Pero no esta noche, iba a prestarme su ducha, así que me dirigí ahí desabrochando los botones de mi blusa, sonreí inocente y entré. Volteé para cerrar la puerta y lo encontré apoyado contra el marco, estudiándome de forma profunda con esos ojos felinos. Caminó hacia mí hasta que tuve que alzar la vista para ver a su rostro, en su mirada había tanto sentimiento que caló en mí.

—¿Me permites explorarte y amarte sin ropa? —preguntó haciéndome vibrar con su bonita voz grave y suave.

Mis latidos se dispararon.

—¿En verdad quieres?

Sonrió sensual, tomando mi mentón.

—En verdad quiero... —susurró inclinándose y besándome—. O me vas a negar que has estado provocándome —agregó con una traviesa sonrisa.

Me colgé de su cuerpo y nuestro beso se tornó más apasionado. Nos bañamos juntos bajo caricias y besos, deshaciéndonos de lo salado del mar, y en su cama hicimos el amor por segunda primera vez, reinventando nuestro sentimiento, volviendo a escribirlo en nuestras vidas.

 

 

 




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