Ojos de gato Ácrux

Historia de Ursa

Tantas reglas que había que acatar, pero cuando lo vi, supe que corría el riesgo de romperlas. Su nombre era Sirio. Cabello oscuro, ojos verdes, y con una especial mirada. Quizá había muchas preguntas en ella, más curiosidad también.

Lo espiaba sin descanso. A veces se acompañaba de otro chico, y a veces de una chica. Sinfonía, la debilucha, debía alejarlo de ella. Lo había visto pelear, era muy bueno y yo estaba convencida de que era para mí. Debía estar conmigo, cumplía a la perfección mis expectativas.

Una vez, mientras le observaba distraído en la biblioteca, sin previo aviso me clavó la vista, sorprendiéndome. Mi corazón se aceleró, me mantuvo la mirada por casi dos minutos, demostrándome que era un excelente cazador, y hubiera sido más si yo no hubiera parpadeado y perdido esa especie de competencia que él realizó.

Sonrió de lado, y supe con más certeza que tenía que estar a mi lado. No solo eso, también supe que me había enamorado, y dejar que eso pasara era lo peor que podía haber hecho, una deshonra para una joven decente como yo. Además, debía hacer algo para que no pensara mal ahora que me había descubierto mirándolo.

Convencí a dos amigos míos, que eran hermanos gemelos, de que debían espiar al muchacho conmigo con la excusa de que era buen peleador y así aprenderían buenas técnicas. Con eso, si nos descubría él o algún superior, yo no estaría sola, y pondríamos esa excusa.

No tardé mucho en saber que espiarlo no me era suficiente. Quería acercarme, ser su amiga, la única por cierto. Debía aparecer en su vida, formar parte de su día a día, que me viera más que a Sinfonía. Si lo dejaba así, tarde o temprano terminaría uniéndose a ella en un núcleo y ese sería un error, ya que yo era su compañera perfecta.

Iba sumida en mis pensamientos, junto con los gemelos, cuando vimos a unos bravucones, los cuales abusaban de otros menores y luego lo negaban descaradamente ante los superiores. Quise hacerme la valiente, el orgullo de mis compañeros, así que los reté. Grave error. No se midieron y nos golpearon a los tres.

Lo peor, apareció Sirio y nos defendió. De lo que nosotros tres no pudimos contra esos dos, él sí. Pero lo malo es que me vio derrotada, mi orgullo se fue por los suelos, debía cambiar eso.

Al día siguiente hablé con su profesor de pelea para pedirle que me dejara retarlo. Me avisó que él era el mejor, claro, yo lo sabía, pero por eso había entrenado también y era la mejor de las chicas. El hombre aceptó, llenándome de felicidad por dentro.

Al fin podría acercarme a él. Aparecí esa tarde en su clase, mientras se jactaba con su amigo de ser el mejor.

—Te crees el mejor —le dije mientras volteaba a verme.

Sonrió de lado e intenté calmarme para que no escuchara mis latidos.

—Al fin decidiste salir de tu escondite —se burló de repente.

—No te estaba espiando, si eso crees —respondí enseguida y de forma tosca.

No podía creer lo orgulloso que era, me gustaba, pero me estaba haciendo quedar en vergüenza ante los demás al haber soltado eso así sin más. Tremendo dato el enterarse de que Ursa había caído tan bajo como para espiar a un chico. Deshonra total a los buenos principios.

—Pelea conmigo. —Recuperé la compostura.

—No, señorita, no pelearé contigo.

Había fruncido el ceño, así que también lo hice. Me iba a pagar por ensuciar mi nombre.

—Soy la mejor peleadora de las chicas y el profesor me ha permitido venir a retarte.

Le dio un vistazo al profesor, que estaba expectante, pero aun así volvió a negarse.

—No lo haré. No sé qué intentas demostrar, niña.

No pude evitar ruborizarme con eso. Los compañeros intentaron no reír, había quedado en vergüenza, había sido rechazada. Mi orgullo no podía estar más por los suelos. La furia me dominó y, sin pensarlo, le di un puñetazo.

Todo quedo en silencio. Sobó su mejilla y me fulminó con esos intensos ojos verdes. Yo que quería agradarle, había logrado lo contrario, pero no me rendiría. Para mi sorpresa, sonrió otra vez. Mi corazón brincó. ¿Le había gustado? Eso me llenó de felicidad, y no pude evitar lanzarme a pelear.

Me esquivó sin problemas y me atrapó. Por primera vez sentí la fuerza de un hombre rodeando mi cuerpo, y lo mejor, era él. Mi corazón se aceleró más, se sentía muy extraño. Tanto que me asustó lo que podía ocasionar ese simple hecho, acompañado de lo que sentía por él. Pataleé para que me soltara, no podía creer lo abrumadora que era esa sensación.

—¡Suéltame y pelea! —gruñí. Su contacto me era mucho en ese momento.

—No voy a pelear contigo.

Había dicho eso pero no me soltaba. Le di un pisotón y automáticamente giré, dándole un codazo, como para que aprendiera a no tomarme de ese modo otra vez a pesar de que yo me lo había buscado, y a pesar de que me había gustado.

Pude ver su fugaz sonrisa, y luego solo fui consciente de que me había pateado. El dolor se me disparó por todo el torso, lo cual me enfureció. Gruñí y me le lancé, forcejeamos mano con mano unos segundos, estaba cerca de su rostro, tan cerca como nunca lo había estado. Me empujó con fuerza, caí y se me abalanzó, me tomó del cuello de mi camiseta y alistó el puño para golpearme. Retuve la respiración, pero para mi alivio, no me golpeó.

Estaba a gatas, prácticamente sobre mí. Si me hubiera golpeado, me habría hecho sangrar, él lo sabía y estaba siendo considerado conmigo. Empecé a ruborizarme, y eso también me molestaba, aún tenía que salvar mi orgullo. Lo golpeé, y de un rápido movimiento y mucha fuerza, giré y logré quedar sobre él.

Mi pulso golpeaba mi pecho, era mi primer contacto así con un chico, y era él. Intenté golpearlo pero detuvo mi puño y gruñó, le devolví el gruñido y me obligué a concentrarme.

—No vuelvas a detenerte, ¡no soy débil! —reclamé.

Seguido a eso, al fin me hizo caso, y de un golpe me lanzó un par de metros hacia el costado. Dolió, pero me sentía bien en parte, por mi honor. Me apreté el hombro, en donde me dolía más. Sentí que me tomó del brazo, y de un tirón me puso de pie.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.