No sé decir si estos días se han pasado lento o rápido, todo aquí es tan igual y rutinario para mí que se vuelve aburridor, levantarme, ir a clases con mis tutores, practicar baile con mi hermano, los ejercicios con mamá y mi parte favorita, entrenamiento de karate. Claro que esto no fue fácil de obtener, al principio ninguno de mis padres quería permitirlo, pero, con un poco de convencimiento de mi parte, aceptaron.
Hoy es el gran baile, por lo que he escuchado, vendrán muchísimas personas, hasta personas de otros reinos, y ya han comenzado a llegar, por lo cual no he podido salir de mi habitación desde ayer, no sé cuál de mis padres está más nervioso, me han insistido mucho con que no debo hacer que mis ojos cambien de color, aunque les he dicho muchas veces que no puedo controlarlo, ¿quién es capaz de dominar sus emociones al 100%?
Aun así, también han tomado otras medidas como bajar la iluminación un poco y poder utilizar la excusa de “mis ojos se ven diferentes por el reflejo de la luz”, he estado pensando que tal vez con esto, si todo sale bien podre salir al mundo, conocer mi reino y cada habitante de él, empezar a ser una chica normal, ir a la escuela, tener amigos y quien sabe, tal vez un novio también.
Me sonrojo de solo pensarlo, no he tenido ninguna interacción con ningún chico de casi mi edad aparte de mi hermano, debo admitir que esto me parecía asqueroso antes, pero ahora, creo que las hormonas han despertado en mí, o eso dicen los libros de sexología que he leído, y dios, donde mis padres se enteren seguro me matan, pero bueno, ¿qué se puede esperar de una chica que ha vivido toda su vida encerrada y una biblioteca con miles de libros de todo tipo a su disposición?
—Aquí te traigo tu vestido, pequeña. ¿Por qué estás como un tomate?
— ¡Nana! Me asustaste, y no es nada, es por el calor – digo haciéndome la boba y sigo cepillándome el cabello.
— ¿Acaso tienes fiebre, querida? Estamos entrando a invierno, está haciendo un frío de los mil demonios – si no estuviera tan nerviosa porque descubriera en que estaba pensando me reiría, mi nana tiene la costumbre de decir groserías, eso sí, solo conmigo, donde la escucharan mis padres la despedirían, y yo no puedo permitir que eso pase.
— No, claro que no, es que tenía la chimenea prendida, debe ser por eso. Mi nana mira la chimenea viendo que no hay ni un rastro de haber sido prendida en las últimas horas, me mira entrecerrando los ojos para luego decir
— Sí, claro, supongamos que te creo. Aquí traje el vestido que tu madre escogió para ti, en un rato llamaré a tus criadas para que vengan a ayudarte a organizar, a las siete vendrán los guardias por ti.
— ¿Por qué no puedo escoger mi propio vestido? Todo lo debe hacer mama, aparte de que ese rosa crema no me gusta, me hará ver más pálida de lo normal – digo haciendo una mala cara.
— Querida, sabes que tu mamá es la reina y tanto ella como tu padre quieren que todo salga perfecto, y tú con cualquier cosa te ves hermosa, así que descansa un rato y relájate, hoy por fin conocerás a alguien más que a esta pobre vieja.
— Solo espero que sean buenas personas, la verdad me siento muy nerviosa.
— Es normal, no te preocupes, ya debo irme, luego te veo – me da un abrazo y al final sale por la puerta.
Creo que aceptaré su consejo y me acostaré un rato, tantos nervios van a matarme. Me veo como si no rompiera ningún plato, al final cuando vi bien el vestido no es de un rosa tan pálido, es ajustado a la cintura y con tiras, debo decir que me veo bien, pero me hubiese gustado escoger un vestido por mí misma. Las criadas terminan de organizarme el cabello en unas ondas, esto sería más rápido si no tuviera un cabello tan largo y abundante.
— ¿Cómo vas? ¿Ya estas listas? Te ves hermosa, el salón ya está empezando a llenarse, esperaremos que entren todos y luego los guardias bajarán por ti.
— Sí, creo que sí, me siento muy nerviosa, mamá – mi madre les da una mirada a las criadas y estas se marchan en seguida
— Contrólate, no vaya a ser que tus ojos cambien en cualquier momento en el escenario, sabes lo que nos harían si todos se enteraran de que tenemos una hija rarita, nos destrozarían – auch ese comentario dolió bastante.
— ¡Adara! Que te dije, cambia esos ojos, espero que estén normales cuando los guardias vengan por ti. Tienes treinta minutos para prepararte – Mis ojos deben estar azules en este momento, ¡y como no! Deben estar reflejando mi tristeza.
Mi madre se dispone a marcharse, pero al final me sostiene la cara y dice – tesoro, sabes que no lo digo para que te sientas mal, solo que esto es muy importante para nosotros, de esto depende que nuestra familia siga en el poder, lo entiendes ¿verdad?
— Sí, claro – aunque eso no evita que escuchara como sufrió mi corazón, quisiera decírselo, pero ya se ha marchado
Debes calmarte, Adara, todo estará bien, respira, uno, dos, tres, eso es, sigue respirando, inhala, exhala. Llevo repitiéndome esto por cinco minutos, tengo una ansiedad que me está matando, no sabía que enfrentarse a la sociedad iba a sentirse así.
Decido que lo mejor será ir y echar un vistazo, así que salgo de mi habitación con sumo cuidado intentando que nadie me vea y me dirijo al pasillo izquierdo, donde hay un pasadillo que dirige al salón del baile, en una posición que sé que nadie me verá.
Estoy justo en la puerta, solo debo abrirla y observaré a las demás personas, es algo sencillo, pero me tiemblan las manos, al final me armo de valor y la abro.
Hay muchas personas, demasiadas, todas se ven como hormigas, desde donde estoy en el nivel superior, cerca al techo, en un mini piso casi balcón, puedo ver que al parecer si hay jóvenes, hasta calculo algunos de 12 años si la vista no me falla, también hay músicos en una esquina del salón, todo está decorado con flores color pastel, hay mucha comida y cada vez el salón se va llenando más. Nunca había visto tanta gente en mi vida, siempre que entraba al salón de baile me parecía enorme, ahora lo veo bastante pequeño con toda la gente que hay.
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Editado: 08.10.2023