Olimpo

Capítulo 1: La bienvenida.

Desperté con la luz del día entrando por mi ventana. Alguien había abierto la cortina y podía sentir el calor del sol en mi rostro. ¿El culpable? Hermes, mi padre.
 


 

-Levántate Ximena, hoy es tu gran día - dijo él, bastante entusiasmado.
 


 

-Dame 5 minutos más, por favor.
 


 

-Ya dormiste lo suficiente, y no queremos que llegues tarde en este día tan importante, ¿Verdad?
 


 

-No. Está bien, ahora me levanto-respondí, de manera no tan entusiasta, pero, ¿Qué le puedo hacer? Al final de cuentas él tiene razón.
 


 

Mi padre salió de la habitación, y con las pocas ganas que tenía, me levanté de la cama. Me dirigí al baño, me di una ducha y me preparé para poder irme. Hoy iba a ser un día especial, hoy por fin me uniré como arquera a "los guerreros de Zeus".
Al estar lista me dirigí a la sala y mi padre estaba ahí de pie, mirándome con una gran sonrisa y un brillo inexplicable en sus ojos. Lo sabía, él estaba orgulloso de mi, de lo que había logrado, y a mi solamente me quedaba estar agradecida por todo su apoyo.
 


 

-¿Estás lista, Ximena? ¿Cómo te sientes? ¿Tienes todo listo?- preguntó él un tanto nervioso.
 


 

-Tranquilo papá- respondí soltando una leve risa- todo va a estar bien; yo voy a estar bien, te lo prometo.
 


 

-Lo sé, es solo que siento que todo va demasiado rápido; parece que fue tan solo ayer que te estaba cargando por primera vez, y hoy estás parada aquí en frente de mí luciendo como una adulta; una de la cuál estoy muy orgulloso y quién estoy seguro, será la mejor en todo lo que haga. Te amo, Ximena.
 


 

Cuando terminó de hablar sentí un nudo en la garganta; no era la primera vez que él decía algo como eso, sin embargo, está vez era diferente. Podía sentir algo diferente en su voz y en sus palabras. No sé cómo describirlo, pero se sentía como una despedida, a pesar de que no lo era.
 


 

-Te amo, papá; sin ti no hubiera podido lograr nada de esto- dije mientras me dirigía a él para darle un fuerte abrazo, el cuál, aceptó muy cálidamente.
 


 

-Vamos, que se nos va a hacer tarde-dijo él, separándose ligeramente de mí.
 


 

-De acuerdo, no quiero ser impuntual.
 


 

Durante el camino hacia la base de los guerreros de Zeus estuvimos bastante callados, sin embargo, no me sentía asustada; me sentía tranquila y con confianza, estaba emocionada. Tras pasar las pruebas para unirme al equipo sabía que nada era imposible para mí, lo más difícil ya lo había hecho; incluso logré superar a dos de los hijos de Atenea, lo cual, es un poco complicado de lograr siendo hija del mensajero de los dioses.
 


 

Llegamos a la cabaña y no podía creer lo pequeña que era; parecía una cabaña más del refugio, o eso creía yo hasta que entré al lugar. Era mucho más grande de lo que aparentaba, lo primero que vi fue una mesa enorme de vidrio en la cual se encontraba un mapa del refugio; en las paredes había más mapas, al parecer eran de los territorios de los nórdicos y de los egipcios. Del lado derecho, estaba lleno de algunos cuadros de quienes habían formado parte del equipo anteriormente, y debajo de estos, las armaduras que solían usar en combate. Del lado izquierdo de la cabaña se encontraba una pequeña sala con muebles de cuero café y que tenía vista hacia la chimenea, la cuál estaba apagada. Al final del cuarto había una puerta de madera, la cuál se abrió justo en ese momento y de esa habitación salieron dos personas.
 


 

-Damián, Giselle, cuánto tiempo sin verlos, ¿Cómo han estado, muchachos? -dijo mi padre acercándose a ellos y dándoles un fuerte abrazo.
 


 

-¡Hermes! Nos has tenido muy abandonados últimamente- dijo Damián con una gran sonrisa y un tono burlón.
 


 

-Así es, Hermes, te hemos extrañado muchísimo- continuó Gisselle, aún abrazada de mi padre- pero cuéntanos, ¿Qué es lo que te trae por aquí?
 


 

-Bueno, pues vine a traer a mi hija. Ella fue la afortunada que logró pasar las pruebas para unirse a ustedes.
 


 

-Ah, con que fuiste tú- habló Damián robando mi atención- dime, ¿Qué se sintió al vencer a los hijos de Atenea? Escuché que presumían de ser los mejores, y al final no llegaron ni a la mitad de las pruebas.
 


 

-Honestamente, fue divertido. Hubieras visto sus caras, no podían creer que completé las pruebas- contesté mientras soltaba una risa burlona.
 


 

-Estoy seguro de que ahora se la pensarán dos veces antes de alardear.
 


 

-Realmente no creo que eso suceda, Damián; tú mejor que nadie sabes que ellos tienen el ego demasiado alto-replicó Gisselle con una mueca de disgusto.
 


 

-Ni me lo recuerdes, Marco era un idiota; ni siquiera Carlos, que es hijo de Zeus, es tan egocéntrico.
 


 

-¿Que yo qué?- dijo con una voz ligeramente gruesa y con una cara seria, nuestras miradas se cruzaron y me dio una sonrisa- con que tú eres la nueva, ¿No es así?
 


 

-Sí, me llamo Ximena.
 


 

-Mucho gusto, Ximena, yo soy Carlos; y la que viene ahí es Claudia- apuntó a la puerta principal por la cuál se asomó una chica, quien me brindó una sonrisa cálida.
 


 

-Hola, veo que ya conociste a los mellizos- dijo mientras miraba a Damián y a Gisselle- son hijos de Poseidón, Carlos es hijo de Zeus; y mi madre es Atenea, pero yo no soy como mis hermanos, lo juro- dijo soltando una pequeña risa.
 


 

-Es un placer conocerlos a todos, realmente me siento emocionada de poder estar acá.
 


 

-El placer será nuestro, escuché cosas muy buenas sobre ti durante las pruebas, así que estoy seguro de que serás bastante útil por aquí- dijo Carlos de manera amable.
 



#4047 en Fantasía

En el texto hay: traicion, rivalidad, mitologiagriega

Editado: 12.07.2024

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