Olimpo

Capítulo 2: El primer entrenamiento.

A la mañana siguiente me levanté muy temprano, tomé algo de desayunar y estaba por irme a arreglar cuando ví una nota de mi padre la cuál decía:

"Querida Ximena, me ausentaré por unos días; Hades me dió un encargo importante.

Te amo, papá.

P.d: Hefesto te dejó un regalo. Úsalo bien."

Ví una pequeña caja sobre la mesa, sin duda la abrí y observé unos brazaletes de oro, así que me los puse para no perderlos. No es lo que esperaba pero son realmente bonitos.

No me quedaba más que hacer que dirigirme a la cabaña, estaba realmente abrumada por lo que pasó con Lina, y no sabía cómo reaccionar o qué me esperaba. Solo me quedaba esperar que no tuviera ningún resentimiento en contra de mi.

Al llegar a la cabaña, pude observar a Claudia esperándome, al verme, me brindó esa cálida sonrisa suya, la cuál me hizo sentir que las cosas iban a estar bien.

-¿Estás lista para tu primer día de entrenamiento?- preguntó mientras me dirigía hacia ella.

-No estoy segura. Realmente me siento un poco nerviosa- solté una ligera risa.

-Tranquila, es normal. Verás que todo saldrá bien- sonrío mientras entraba a la cabaña.

Al poco tiempo llegaron Gisselle y Damián, y por la cara de éste último, supuse que no había dormido bien.

-¿Descansaste?- procedí a preguntarle en un tono burlón.

-Muy graciosa, Ximena- me respondió de manera irónica y con una mueca de disgusto-tuve que quedarme despierto hasta tarde porque un animal se coló en nuestra cabaña, y Gisselle no paraba de gritar.

-No es mi culpa, Damián, sabes que me dan miedo las arañas- contestó Gisselle haciendo un puchero.

-Ay, hermanita, ya estoy acostumbrado, tranquila- golpeó ligeramente el hombro de Gisselle.

A los pocos minutos, Lina y Carlos salieron de la puerta de en medio de la cabaña. Ambos lucían un poco disgustados, parecía que habían tenido una pequeña discusión, aunque tal vez no era algo importante.

-¿Ya están listos? Es hora de entrenar- preguntó Lina mirándome fijamente.

-La verdad es que no, pero tampoco puedo hacer mucho- con la pocas ganas que tenía, contestó Damián, mientras se dirigía a la habitación por la que había salido Lina.

Todos procedieron a entrar al cuarto cuando Lina me detuvo.

-Quiero hablar contigo- me miraba con una expresión bastante seria.

-¿Qué necesitas?- le pregunté tratando de contener los nervios.

-Realmente, no mucho, pero ayer estuve con Hefesto y me dijo que te daría un regalo, ¿lo recibiste?

-¿Qué? ¿Los brazaletes?- miré mis muñecas

-Exacto, esos. Te ayudarán mucho durante una batalla. ¿Te explicaron cómo usarlos?

-No, no sabía que hacían algo. Mi padre solo me los dejó junto con una nota, creí que eran simples accesorios nada más. ¿Lanzan rayos o algo?

Lina me miró como si fuese una tonta, y esta vez no la juzgo, creo que la pregunta lo fue. Aún así, no fue grosera conmigo.

-No, Ximena. Bueno, en realidad, solo Carlos podría hacer eso si él tuviera un par. Lo que hacen estos brazaletes es canalizar tu energía, y con eso puedes generar armas de la nada.

-Estás jugando, ¿no?- la miré incrédula.

En ese momento una espada completamente negra empezó a formarse sobre su mano.

-¿Estoy jugando?- arqueó una ceja.

-Ya ví que no. Pero, ¿cómo?

-Ya te dije, canalizando tu energía. No es fácil, requiere mucha práctica, pero yo te voy a enseñar- me dijo mientras la espada se desvanecía-. Y, Ximena, solo tú y yo tenemos éstos brazaletes

-¿Por qué?- Me sorprendió escuchar eso.

-No lo sé, tal vez somos las favoritas de Hefesto- contestó soltando una pequeña risa-. Entremos, ¿si? Hay que entrenar.

-Claro- me dirigí hacia la habitación.

Al entrar por la puerta pude notar que llevaba hacia un sótano. Bajé las escaleras y había una habitación de entrenamiento, la cuál estaba hecha completamente de madera. Había escudos, espadas, arcos y flechas, y lanzas. También tenían armaduras, unos muñecos de paja, los cuales se veían un poco maltratados, y un blanco para practicar la puntería.

-¿Con qué quieres empezar?- preguntó Lina acercándose a mí- sé que eres buena arquera, y que por eso te uniste aquí, pero sería bueno que aprendas a manejar un poco de todo, no sabes cuándo lo vas a necesitar.

-Quisiera intentar con la lanza. Siempre he tenido interés de aprender.

-Afortunadamente Giselle y yo somos expertos con ella, ¿Con quién quisiera empezar?- se acercó Damián con una sonrisa maliciosa mientras me ofrecía una lanza.

-Contigo- la tomé con un poco de confianza.

-Una cosa interesante de las lanzas es que no solo te sirven para dañar directamente al enemigo, también puedes usarla para crear distancia, y para golpear a tu rival sin ocasionar un daño mayor como lo harías con una espada.

-Bueno, empecemos entonces- me dirigí al centro de la habitación.

Realmente no estaba segura de lo que estaba haciendo, nunca fuí buena con las armas cuerpo a cuerpo, pero quería intentar algo nuevo, y a pesar de la discusión con Lina, aún quería causarle una buena impresión. Quería que vea que puedo ser igual de buena que ella.

-Primero las damas- contestó Damián un poco burlón.

En ese momento, mi primera reacción fue intentar darle un golpe a la altura de las costillas, pero él fue más rápido y logró esquivarlo.

Lo miré, y tenía una sonrisa dibujada en su rostro, como si me estuviera retando. Respondí intentando golpearle nuevamente, y esta vez, para mi suerte, acerté dándole en la pierna izquierda, lo que le provocó un quejido de dolor.

-Nada mal, Ximena- dijo aún con esa sonrisa en su rostro.

-Por algo se me dieron bien las pruebas, ¿no crees?

-Tal vez sea así, pero no olvides siempre mantener la guardia arriba- golpeó mis pies.

En un abrir y cerrar de ojos me encontraba en el piso. No sabía en qué momento pasó, pero Damián me había derribado. Mi brazo izquierdo se durmió, pues en él recibí el impacto de la caída.



#4034 en Fantasía

En el texto hay: traicion, rivalidad, mitologiagriega

Editado: 12.07.2024

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