Olimpo

Capítulo 4: Cuestión de tiempo.

—Entonces, Marco y tú, ¿verdad?— pregunté tratando de disimular mi curiosidad.

—No te emociones, Ximena, no duramos mucho. Verás, Marco es lindo en muchísimos aspectos, no lo voy a negar; pero tiene un defecto enorme, y es que no le gusta que nadie esté por encima de él. Nuestras pruebas las íbamos a hacer juntos, éramos competencia; incluso hablamos de eso y prometimos que sin importar si pasamos o no, nada iba a cambiar. Por mi parte, era en serio, pero él no estaba seguro de poder pasar, entonces se le ocurrió la brillante idea de lanzar bolas de humo que hefesto le dio en su cumpleaños 17. Era el laberinto del minotauro, entonces, el hecho de no tener visibilidad afectaba de una manera importante. Al final, solo Gisselle y yo logramos salir de ahí, a los otros los tuvieron que sacar.

—Pero, ¿sabías que fue él?

—No, hasta una semana después. Él estuvo enojado todo ese tiempo hasta que me harté y le pedí una explicación. No se justificó, simplemente me dijo qué él fue el responsable y se quejó de que su trampa no había servido de nada. Odié que haya hecho eso y que me haya mentido, así que simplemente terminé con él— lucía un poco desanimado.

—Si él no pudo respetar eso, creo que es porque no era la persona correcta para tí— dije intentando levantarle el ánimo— estoy segura de que cualquier persona aquí en el refugio estaría feliz de estar contigo, y además, estaría dispuesto a respetar los acuerdos que pongan— sonreí.

—¿Acaso me estás coqueteando?— preguntó en tono de burla.

— Déjala, Damián, no seas un coqueto— Gisselle golpeó su hombro y los tres reímos.

Y así se nos fue la tarde, entre pláticas y bromas. Me iban contando bastantes cosas, como las misiones que habían tenido, la relación que tenían con su padre, el cómo fue para ellos adaptarse al equipo y cómo es que Lina le tenía mucho respeto a Gisselle.

Los días siguientes transcurrieron con normalidad. Entrenamos de lunes a viernes, a veces dentro de la cabaña y algunas otras en el bosque. Durante esos días Lina estuvo ausente, sólo la veíamos pasar de vez en cuando junto con Marco, y todas esas veces lucía angustiada, tenía una apariencia como de haber dormido muy poco, o casi nada. Carlos fue el que se quedó al mando, intentaba aparentar que todo estaba bien, aunque todos sabíamos que la profecía de Lina era lo que tenía todo tan tenso.

Pasaron así dos semanas, y Lina finalmente volvió.

—¿Cómo ha estado todo por aquí, Carlos?— preguntó Lina al terminar de entrar a la cabaña—. No llego tarde, ¿verdad?

—Es bueno verte por aquí. He tenido todo bajo control. Los entrenamientos han salido bien, y Damián ya puede entrenar con Ximena sin miedo.

—No puede ser...— agregó Damián con tono de fastidio.

—No te enojes, solo bromeo— Carlos le dió una ligera palmada en la espalda.

—Si no hay ninguna novedad, pueden ir a entrenar. Carlos, quédate conmigo un momento— agregó Lina.

El entrenamiento fue como cualquier otro, Claudia me estaba enseñando a usar las dagas desde hace unos días y ya estaba mejorando. Damián y Gisselle se mantenían ocupados con las lanzas, aunque de vez en cuando practicaban con las espadas.

Durante el día, por momentos Carlos se asomaba a ver cómo estábamos, pero gran parte del tiempo se la pasaba con Lina.

Dieron las 3 de la tarde y el entrenamiento finalizó. Al estar por irnos Lina nos habló a todos.

—Primero que nada, quiero disculparme por mi ausencia estas semanas. Las cosas son un poco delicadas y he tenido que encargarme de eso, pero ya mañana regreso con ustedes por completo. Y hablando de mañana, recuerden que es nuestro entrenamiento mensual; la misión que tenemos es derrotar a la quimera. Nos veremos aquí como siempre, pero esta vez subiremos al Olimpo, los Dioses quieren ver un poco de nuestros resultados. ¿Alguna pregunta?— Lina se cruzó de brazos.

—Si. ¿Cuándo planeamos la estrategia?— preguntó Claudia.

—Mañana lo haremos. Zeus ordenó que fuera lo más improvisado posible, supongo que quiere probarnos.

—De acuerdo— Claudia no mostró mucha preocupación en eso.

—Si nadie tiene ninguna otra pregunta, pueden retirarse— continuó Lina.

Todos nos retiramos de la cabaña.

No hacía mucho que comencé a avanzar cuando Carlos me llamó.

—¡Ximena! ¿Quieres que te acompañe a tu cabaña?— me sonrió.

—Claro, vamos— le devolví la sonrisa.

—Veo que te has adaptado bastante bien, eso me da gusto. Y, solo quería decirte que si hay algo que necesites, puedes contar conmigo— noté que se sonrojó un poco.

—Te lo agradezco mucho, Carlos. Realmente me he pegado mucho a Damián y a Gisselle, han sido de muchísima ayuda, pero créeme, cualquier cosa te diré— comenté en tono amable—. Pero cuéntame, ¿por qué decidiste entrar al equipo?

—Bueno, cómo sabrás, mi padre es el representante del equipo, entonces, hay cierta presión en sus hijos para que formen parte de él. De mis hermanos, fuí el único que logró pasar las pruebas en los últimos 10 años, aunque, hay unos que ni siquiera estaban interesados en unirse, o prefieren vivir una vida de mortales, como si no pertenecieran aquí.

—Pero— lo interrumpí— ¿tú querías estar aquí?

—Realmente no, pero mi padre me presionó. A mí me interesa más la medicina, Apolo me estaba preparando para estar en la enfermería, pero mi padre intervino— terminó de decir—. ¿Y tú? ¿Por qué entraste?

Me morí de vergüenza, no podía decirle a nadie que la razón era Lina. No quería que ella se entere de ninguna manera.

—Mi padre me animó— mentí—. No estaba segura realmente, hasta que pude ver un par de entrenamientos y simplemente, quedé enamorada de lo que estaban haciendo— "me enamoré de Lina", es lo que quería decir.

—Seguramente está orgulloso de tí— sonrió.

—No tienes ni idea. Creo que estaba más emocionado que yo— dije soltando una risa.

—Realmente no lo dudo— rió junto conmigo y simplemente seguimos el camino hacia mi cabaña.



#4047 en Fantasía

En el texto hay: traicion, rivalidad, mitologiagriega

Editado: 12.07.2024

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