Olimpo

Capítulo 6: El ataque.

—¿Hola? ¿Hay alguien aquí?— preguntó Damián cuando llegamos a la enfermería.

Unos segundos después se asomó un chico, era ligeramente más alto que Damián. Tenía el cabello rubio y un poco ondulado.

—Hola, ¿en qué les puedo ayudar?— nos sonrió.

—No es nada— dije—. Tuvimos un entrenamiento, no tuve ni un rasguño, pero querían asegurarse de que estuviera bien.

—Ven por aquí— señaló un pequeño consultorio—. Adelante. Ustedes pueden esperar aquí.

El consultorio era un poco pequeño. Simplemente tenía un par de sillas, un escritorio, y una cama, la cuál, no se veía muy cómoda.

—Veamos, ¿cuál es tu nombre?

—Ximena— contesté mientras observaba todo.

—Un gusto, yo soy Luca. De casualidad, ¿has sentido mareos, náuseas, o algo fuera de lo que estás acostumbrada?

—No, realmente, no siento nada raro.

—Eso es bueno, eres fuerte. Estás en el equipo de Lina, ¿verdad?

La pregunta me tomó por sorpresa. No creí que alguien estuviera al pendiente del equipo. De no haber sido por Lina, ni siquiera me hubiese interesado en lo más mínimo de qué es lo que hacían.

—Si, así es. ¿Cómo lo sabes?

—Media descendencia de Afrodita está enamorada de Lina, siempre están pendientes de lo que hacen, eso incluye a quienes se unen. Tengo buena relación con gran parte de ellos, así que me entero de esas cosas.

Lina ni siquiera me miraba y ahora resulta que tengo como competencia a las personas más bellas del refugio. Vaya suerte la mía.

—Y... ¿Tú conoces a Lina?— pregunté intentando parecer desinteresada.

—He hablado con ella un par de veces, ¿por qué? ¿Te gusta?— bromeó.

No respondí; mi rostro simplemente enrojeció. Pude notar cómo le cambiaba la expresión.

—¿Te gusta?— su tono ahora era de sorpresa.

—Nadie sabe. No le puedes decir a nadie.
Si la quimera no pudo hacer que sienta náuseas, el hecho de que alguien supiera que me gusta Lina, definitivamente si podía.

—Tranquila, soy un libro cerrado— puso la mano en el pecho.

—Me acabas de decir que los hijos de Afrodita están enamorados de Lina.

—Dije media descendencia, y no dije nombres, ¿verdad?— levantó una ceja esperando mi respuesta.

—Buen punto; voy a confiar en tí, Luca. Mira yo no soy una persona violenta, pero si dices algo, te mato— intenté verme lo más ruda posible.

—De acuerdo. Igual no aprecio mucho mi vida, pero tu secreto está a salvo conmigo.

—A nadie, Luca— repetí.

—Ya te oí— rió—. ¿Sería todo?

—Si, gracias.

Salí del consultorio con toda la vergüenza cargando en mis hombros. Había olvidado que Damián y Gisselle me acompañaban hasta que ella habló.

—¿Nos vas a dejar aquí?

—¿Qué? Ah, si, lo siento. Me distraje— intenté disimular.

—¿Pasó algo?— preguntó Damián.

—No, solo, me siento cansada.

—De acuerdo. Entonces te dejamos en tu cabaña y luego nos vamos, ¿te parece?— dijo Damián.

—Me parece bien— le sonreí—. Y, ¿conocen a Luca?

—No.

—Si.

Dijeron al mismo tiempo.

—Lo conozco— dijo Gisselle—. Es hijo de Apolo, y creo que su madre es italiana. Es buen músico, a veces toca en los bares de los hijos de Dionisio. ¿Por qué preguntas?

—Solo es curiosidad. Nunca voy a la enfermería, entonces no conozco a nadie de ahí.

—Descuida, pronto irás conociendo a más personas aquí.

Finalmente llegamos a mi cabaña, me despedí de ellos y simplemente me fuí a dormir. Estaba cansada por el entrenamiento, y el hecho de que alguien a quien acababa de conocer descubriera mis sentimientos por Lina, me agobiaba.

No tenía la energía para pensar en nada, solamente cerré los ojos y caí en un profundo sueño. Pude haber dormido hasta el día siguiente, pero alguien estaba llamando a la puerta de una manera inquietante.

Cuando fui a ver, encontré a Damián, se veía bastante preocupado.

—Pasó algo. El refugio nos necesita  ahora.

—¿Qué? ¿Y Gisselle?— me preocupé al no verlos juntos.

—Ya está con los demás. Solo faltabas tú.

Nos apresuramos a irnos. Durante el camino pude observar que todo estaba hecho un desastre. Habían árboles con rasguños, gran parte de las cosechas estaban muertas, gente se resguardaba en las cabañas y muchos otros estaban inundando la enfermería.

Estaba realmente consternada, no tenía ni idea de lo que estaba pasando hasta que nos encontramos con los demás.

Un enorme ejército de muertos se había salido de control. Habían entrado en el refugio, estaban atacando a todos y buscando a quien llevarse. Intentaban atacar a cada persona que se encontraba cerca, pero por fortuna, el ejercicio de Artemisa estaba presente. Aún así, no podían con todo.

—¡Todos, ya, ataquen!— gritó Lina.

En ese momento, Gisselle creó pequeñas bombas de agua con las manos, que al lanzarlas, detenían a los muertos. Damián hizo pequeñas olas en el suelo, con eso logró que los que estaban fuera del alcance de Gisselle, no se acercaran a ella.

Por otra parte, Carlos creaba pequeños rayos que funcionaban como dagas; pero éstos, aportando una descarga eléctrica.

Claudia y yo nos mantuvimos a distancia, ella con sus dagas y yo con las flechas. Eso les daba un poco de tiempo a los demás para continuar controlando todo.

Finalmente, Lina pasó la mano izquierda por la mitad de su rostro formando así una máscara de niebla. De un momento a otro, desapareció, en ese momento todos notamos como poco a poco los muertos se iban desvaneciendo.

A pesar de no poder ver nada, sabía que ella era la responsable de eso. Era la princesa del Inframundo, tenía poder sobre los muertos.

Después de 15 minutos de una cansada batalla, todo volvió a la normalidad. Hubo algunos heridos, pero no era nada grave; aún así, la pérdida de cosechas era preocupante.

—¿Qué mierda acaba de pasar, Lina?— preguntó Gisselle intentando calmar la respiración— ¿Eran tus muertos?

—No. Si los controlo, pero esos definitivamente no son del Inframundo de Hades. Ni siquiera hubiesen salido si fueran de los nuestros.



#4047 en Fantasía

En el texto hay: traicion, rivalidad, mitologiagriega

Editado: 12.07.2024

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