Omega

Capítulo 2 |Nubarrones|

El frío golpeó mi cara en cuanto salí, y me sentía tan afectada que no acomodé mi abrigo en mis hombros. Seguía llorando desconsolada, sin poder creer lo que había pasado.

Derek carraspeó con intención de hablar, pero vi a Luke acercarse apresuradamente y él mismo acomodó mi abrigo, arropándome con mi propia ropa.

—¿Estás bien? —preguntó Luke con preocupación.

—¿Eres amiga del Omega? —interrumpió Derek con una mueca de descontento.

—¿Puedo regresar a casa ya? —mi voz salió temblorosa. Ambos notaron mi estado y Derek suspiró con resignación.

—¿Puedes llevarla a casa, Omega? Me gustaría ir personalmente, pero supongo que necesita espacio y a alguien conocido cerca. Quiero que mañana esté aquí a las nueve en punto. Asegúrate de traerla a tiempo.

Luke asintió en silencio, me tomó de los hombros y me guio al carro.

Mi loba imploraba por consuelo en nuestro Mate, pero sentí un pinchazo en el corazón al recordar que tarde o temprano tendría que rechazarlo. ¿Por qué no hablé de nuestro vínculo con Luke desde el principio? Probablemente él ya me hubiera marcado y yo no estaría en esta situación.

—¿Aún no has comido nada, verdad? —rompió el silencio Luke.

—No tengo hambre —me recosté en el asiento del copiloto y miré por la ventana.

Mis lágrimas cesaban poco a poco, pero no me sentía tranquila. La decisión y todo el asunto no me dejaban respirar en paz. ¿Cómo iba a estarlo? Literalmente acababa de firmar mi destino y no estaba de acuerdo.

El carro comenzó a andar y, mientras veía la mansión alejarse, surgieron más preguntas. ¿Qué pasaría ahora con mi carrera? Amaba mi trabajo y no quería abandonarlo por cumplir un deber que no había elegido. ¿Sería capaz de soportar esto? Casarme y permanecer toda mi vida con un hombre que no amaba, mantener esta farsa solo por "el bien de la manada".

Agarré mis sienes y respiré con frustración, encogiéndome en el asiento.

—Siento que la cabeza va a explotarme —dije, soltando la coleta desordenada que sostenía mi cabello.

—Yo siento que tus pensamientos van a cortarme —respondió Luke, mirándome unos segundos antes de regresar la vista al frente—. Eleonor...

—No quiero hablar de esto —interrumpí—. Tarde o temprano todos van a enterarse. No hace falta hacerlo más complicado. Y aún me duele el pecho. Temo que si repito todo en voz alta, acabaré con un ataque de pánico o ansiedad.

Luke no parecía contento con mi respuesta, pero la respetó. Cuando llegamos a mi casa, me sonrió y me acompañó a la puerta como si nada hubiera pasado.

Abrí la cerradura y, sin pensarlo demasiado, dije:

—¿Quieres pasar?

Mentiría si dijera que no estaba ansiosa por escuchar un "sí" salir de sus labios. Quizás, en otra situación, habría tomado la iniciativa, pero estaba deshecha física y emocionalmente; definitivamente este no era el momento para actuar.

Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.

—Por supuesto —dijo y entró a mi casa sin vacilar—. No quiero forzarte a nada, Nor, pero de verdad me muero por saber qué está pasando. Cuando te dejé en la mansión estabas bien y 20 minutos después sales hecha un desastre.

Por segunda vez en la noche, me tumbé en el sillón y eché la cabeza hacia atrás. Respiré hondo y ahogué mi llanto.

—Está todo bien, supongo. Al fin y al cabo, es lo que toda loba querría.

"Todas, menos yo." pensé.

—¿Te hicieron daño? —preguntó, y sentí su mirada fija en mí.

—No —dije con la voz temblorosa, escondiendo mi cara en mis manos y tratando de controlar mis pensamientos y emociones.

—¿No? —repitió, suspirando con pesadez y resignación—. Me alegra que estés bien, el Alpha puede ser un poco... brusco... a veces.

—Necesito descansar —dije, acostándome en el sillón—. Mañana será otro día.

—¿Estás segura de que no necesitas algo? —preguntó desde el sillón frente a mí.

No respondí, solo cerré los ojos y, cuando menos lo esperé, me dormí.

Al día siguiente, una voz suave me despertó. Estaba en mi cama y mi cuarto olía a café y pan tostado. La luz de las ventanas me lastimó un poco, aunque las cortinas seguían cerradas y me quejé por el repentino dolor que llegó a mi cabeza.

—Ya casi son las nueve —la voz suave de Luke fue como un arrullo y yo me escondí en las cobijas—. Vamos, dormilona, desayuna, toma una ducha y vámonos o ambos nos meteremos en problemas.

Miré a mi lado, buscando en la cama a Luke, pero no estaba allí. Suspiré de decepción y me senté al borde de mi cama. Luke estaba frente a mí, listo, como ayer. No parecía tener sueño ni estar desarreglado. ¿Es que acaso este hombre no durmió? Una charola pequeña descansaba en la mesita junto a mi cama, con café, huevos y un poco de pan con mermelada. Sonreí.

—¿Es para mí? —pregunté, viendo la comida y después a Luke, quien levantó una ceja y me miró divertido.

—¿Para quién más, si no?

Yo traía la misma ropa que ayer. Al parecer, Luke solo me había dejado en mi cama y quizás durmió en el sillón, o no durmió, no lo sé, su apariencia no me respondía ninguna de mis preguntas.

Empecé a comer lo que había en los platos y Luke sonrió satisfecho cuando la comida entró en mi boca

—Voy a dejarte comer y arreglarte tranquila. Estaré esperándote abajo. No tardes mucho, por favor —dijo y salió de mi cuarto, cerrando la puerta tras de si.

Tomé el puente de mi nariz y respiré hondo. Sinceramente, no tenía ganas de salir de mi cama ni de mi casa. Había despertado con la esperanza de que todo solo fuera un mal sueño y que podría regresar a mi vida normal, pero no fue así. En su lugar, tenía un mal sabor de boca y recordar lo que había pasado anoche solo me hacía querer llorar. Me levanté de mi cama cuando terminé toda la comida y tomé una ducha de la que no quería salir. Desde anoche, mi loba estaba muy quieta. ¿De verdad le había asustado lo que pasó? ¿porque no me había ayudado entonces?

Salí de mi habitación, el reloj marcaba las 8:30. Tenía tiempo perfecto para llegar sin prisa a la mansión del Alpha. Imaginaba que, una vez allí, se me enseñaría lo básico que aprenden las Lunas, protocolos, modales y festividades en las que tendría que participar junto a Derek. Pensar en todo eso hacía que la cabeza me doliera.




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