Capítulo 6 |Sonrisas|

Caminé despacio, guiada por guardias que no se despegaban de mí. Después del baile de anoche, parecía que Derek había notado que me desaparecí por un rato. Al despertar, me di cuenta de que mi seguridad había aumentado al doble. Prácticamente no podía ni ir al baño sin que un guardia estuviera cerca.

Esto estaba fuera de mis límites. Siempre fui una persona muy independiente, y tener cuatro gorilas tras de mí todo el día era insoportable. Así que, una vez que pude, me dispuse a buscar casi con desesperación a Derek para hablar con él y pedirle que me dejara, por lo menos, un poco de libertad. De cualquier modo, había descartado la idea de escapar desde hace mucho.

Mi búsqueda duró aproximadamente media hora. Moverme por la mansión era complicado; los interminables pasillos y habitaciones aún estaban muy frescos en mi memoria y cada rincón parecía no tener fin. Si a eso le sumamos que los guardias a mi lado tenían prohibido hablarme, logramos un ambiente perfecto para estar completamente perdida.

Al final, esperé a Derek en la entrada principal de la mansión. Resulta que había salido junto al Alpha y ya estaban regresando. ¿Cómo lo supe? La amable cocinera me lo dijo.

Así que esperé en el lobby pacientemente, viendo a mi alrededor, hasta que la puerta se abrió y lo vi entrar junto a su padre.

Leonard me sonrió cuando me vio, pero no dijo nada —lo cual agradecí—, siguió su camino y me dejó "a solas" con su hijo.

Derek se veía muy cansado, tanto física como mentalmente, y tan solo verme se acercó a mí.

—¿Necesitas algo? —preguntó.

—Quiero que quites tanta seguridad de mi lado.

—No, Eleonor, ahora déjame tranquilo un rato. Estoy agotado.

—Derek, quítame a todos estos gorilas de encima. No puedo ni siquiera ir al baño a gusto.

Derek me tomó de la mano y me arrastró con él, esta vez a solas. Su gesto fue brusco, por lo que me tomó por sorpresa y me quejé un poco.

—Ayer creí que te habías escapado, Eleonor —dijo con voz baja, pero en un tono molesto—. Estaba a punto de reunir un grupo de búsqueda.

—Por favor, Derek —me zafé de su agarre—. ¿Crees que soy tan estúpida como para hacerlo? Para empezar, no tengo a dónde ir.

—¿Y entonces dónde estabas? —insistió—. Porque te desapareciste aproximadamente dos horas. ¿Qué estabas haciendo?

—¿Por qué de repente te importa?

—Eres mi prometida.

—Dijiste que a ti tampoco te gustaba esta situación. Dime, Derek, ¿por qué eres amable conmigo y de repente me hablas con brusquedad? Eres igual que tu padre. Todo esto lo planearon ambos.

—Me importas muchísimo, Eleonor. Eres indispensable para mí.

—¿Te importo? —dije incrédula—. Más bien solo te importa tu estúpida posición de heredero. Solo soy un objeto para todos aquí.

Derek abrió la boca, pero la cerró al instante. Parecía debatirse mentalmente. Se tomó del pelo y dio pasos de un lado a otro hasta que suspiró y dijo:

—Bien, te quitaré a tres guardias, pero te quedarás con uno.

Yo respiré tranquila y satisfecha de haber ganado la batalla. Después de todo, tener un guardia me daba más libertades que tener cuatro.

Él se movió, me dio la espalda y, antes de que se fuera, lo detuve.

—Gracias —dije.

Derek solo asintió y me dejó ahí sola.

Suspiré; solo pensar que todo esto recién empezaba me daba jaqueca. No sabía cómo iba a aguantar esto durante el resto de mi vida. Caminé de nuevo al lobby y mi corazón saltó cuando vi a Luke en el camino.

Estaba parado, mirando en mi dirección, y en cuanto me vio, sus facciones parecieron suavizarse un poco. No hizo falta decir nada, era claro que Luke era mi nuevo guardia. Casi grité de alegría.

—Luke... —murmuré para mi misma, tratando de contener la emoción en mi voz.

Él se acercó, manteniendo una expresión neutra, pero en sus ojos brillaba una chispa de comprensión y apoyo. De algún modo, no podía evitar sentirme bien. Sabía que con Luke a mi lado, podría encontrar pequeñas maneras de mantener mi independencia.

La verdad, no tenía muchas cosas que hacer por aquí. Por alguna razón, el ambiente en general se sentía tenso. Había algo que no me gustaba y era independiente de mi situación. Me atrevo a decir que quizás tenía que ver con Beth, nuestra Luna. No me dejaban verla, lo cual ya era rarísimo, y Derek se veía cansado de mil maneras. Quizás era eso o yo simplemente me estaba haciendo ideas locas.

Caminé con dirección a la biblioteca. Decidí que de ahora en adelante ese sería el lugar en donde más tiempo pasaría. Además, en mi corta estadía en la mansión, me di cuenta de que el Alpha prácticamente no visitaba la biblioteca y yo no podía estar más agradecida de no cruzármelo más veces de las que debía.

Había otra cosa que rondaba mi mente: el sueño que tuve. Me había dejado con una sensación rarísima en el cuerpo y cuando lo recordaba, me daba escalofríos. Las imágenes aún eran vívidas, todo el sueño lo recordaba como si lo hubiera vivido en carne propia y sentía una enorme urgencia por entender su significado, así que quizás, solo quizás, podría encontrar alguna pista en la biblioteca. Los libros siempre son buena opción para buscar.

Entré en la biblioteca en silencio, y Luke se quedó en la puerta custodiando.

Comencé a recorrer las estanterías, mis dedos rozando los lomos de los libros mientras buscaba algún indicio, alguna señal que pudiera ayudarme a desentrañar el misterio de mi sueño. Me detuve en la sección de historia y mitología. Pensé que tal vez allí encontraría algo relacionado con las imágenes que había visto en mi mente.

Saqué un par de libros y los llevé a una mesa cercana. Me senté y empecé a leer, pasando las páginas con cuidado. Los textos hablaban de leyendas antiguas, de criaturas místicas y de rituales olvidados de la manada. Había algo en esas historias que resonaba conmigo, aunque no podía precisar exactamente qué.

Pasaron las horas y el silencio de la biblioteca solo era interrumpido por el leve sonido de las páginas al pasar. Mi concentración era tal que casi no me doy cuenta que Luke estaba de repente dentro de la biblioteca conmigo, allí, vigilandome. Me sentí agradecida por su presencia.