Nuestro pequeño recorrido por las mamadas no duró mucho. La tensión del viaje había comenzado a pasar factura, y lo que en un principio parecía ser una misión sencilla se había convertido en una experiencia completamente agria.
Después de que casi nos corrieran de la manada del sol, regresamos inmediatamente a casa.
Todo antes del viaje me causaba demasiada confusión; sin embargo, a pesar de los malos ratos que pasé en general, aprendí demasiado de nuestros pequeños encuentros y las cosas ahora me parecían un poco más claras.
Empezaba a comprender las reglas del juego, las alianzas y las rivalidades que definían nuestras vidas. Y lo más importante: ahora sabía mejor de quién cuidarme.
Afortunadamente, tras nuestra llegada, Derek y el Alpha me dejaron descansar tranquilamente. Sentía que mi cuerpo y mi mente estaban agotados, como si hubieran pasado años en lugar de días desde que salimos. Gracias a la Luna, tuve un respiro de las tensiones y responsabilidades que parecían seguirme a todas partes.
Al tercer día después de todo, me trajeron mi celular (el cual yo había dado por perdido pues simplemente lo dejé en mi casa). Tenerlo de vuelta era como un vínculo con la realidad que había dejado atrás. Al encenderlo, vi una cascada de notificaciones: mensajes, llamadas perdidas, recordatorios de una vida que parecía haber quedado en pausa.
Me sentí melancólica al instante. Extrañaba demasiado mi antigua vida, la que no estaba llena de tantos secretos y rivalidades.
Vi que tenía un montón de notificaciones provenientes de mi amiga Mika.
Escuché uno a uno sus mensajes de voz; en algunos se le escuchaba preocupada, después triste, después enojada. Me reclamaba por haberme desaparecido y lloraba de repente pidiéndome perdón. Mientras escuchaba sus mensajes, sentí una oleada de culpa. Mika siempre había estado a mi lado, en las buenas y en las malas, ella era como una hermana para mí, y yo simplemente desaparecí sin decirle nada.
Tecleé su número, esperé unos segundos en línea hasta que su voz me atendió al otro lado.
—¿Eleonor?—dijo con confusión.
—Hola, Mika—respondí.
Hubo un momento de silencio y después la voz de Mika me inundó.
—¡¿Dónde demonios estabas?!—gritó, y pude imaginarla caminando de un lado a otro, gesticulando con las manos como solía hacer cuando estaba realmente enfadada—. ¡Un día simplemente faltas al trabajo y al otro te veo comprometida con el hijo del Alpha! ¡¿Cómo es posible que no me hayas contado nada?! No respondías mis llamadas, estaba demasiado preocupada por ti. ¡Pensé que algo terrible te había pasado!
—Mika, lo siento tanto—comencé, tratando de calmarla, aunque sabía que mis palabras no serían suficientes—. No quería que te enteraras así, de verdad. Todo sucedió tan rápido... No tuve tiempo de pensar, y luego, cuando quise llamarte, ya era demasiado tarde. Todo estaba tan fuera de control...
—Espera, espera—interrumpió—. Necesito que me platiques todo y no acepto un no por respuesta. Lo merezco.
—Yo...
—Shh—me interrumpió de nuevo, esta vez con una mezcla de urgencia y autoridad—. No intentes excusarte por teléfono. Te espero en el Bar de Mady's en media hora.
No hubo espacio para la objeción ni para el debate. Antes de que pudiera siquiera intentar formular una respuesta, escuché el clic seco de la llamada colgándose. Mika había decidido que no había escapatoria esta vez, y la verdad era que no la había. Sabía que no podría seguir evitando esta conversación.
Me cambié rápidamente, eligiendo lo primero que vi: un vestido sencillo floreado que llegaba a la altura de las pantorrillas, y salí de la habitación con la mente aún envuelta en un torbellino de pensamientos.
No sabía qué demonios le iba a decir a mi amiga.
El Bar de Mady's no estaba lejos; sin embargo, pedí a mi guardia que me llevara allá.
No me molesté en avisarle a Derek. Esto no le incumbía.
Me había percatado de que desde nuestra llegada, Luke no estaba por aquí. Había esperado verlo, aunque solo fuera de lejos, pero su ausencia me hacía sentir un vacío inexplicable. No podía sacarlo de mi mente, y aunque sabía que su presencia solo complicaría más las cosas, una parte de mí anhelaba su compañía, incluso si no podía admitirlo abiertamente.
Después de lo que pasó entre nosotros en el bosque, mi corazón se sentía más confundido.
El coche se detuvo frente al bar, y el guardia me abrió la puerta en silencio mientras yo bajaba del coche, sintiendo el aire fresco de la noche en mi rostro. Tragué saliva, intentando prepararme para la conversación que estaba a punto de tener. La fachada familiar de Mady's me recibió, pero esta vez no sentí la calidez habitual.
Usualmente venía aquí con mi amiga cada fin de semana. Era nuestro lugar preferido para pasar el tiempo.
Empujé la puerta de vidrio y entré; se escuchó un conocido y suave tintineo que anunciaba mi llegada. El bar estaba moderadamente lleno, con el murmullo de conversaciones, risas de fondo y la música tranquila que lo caracterizaba. Busqué a Mika con la mirada y la encontré inmediatamente en nuestra mesa habitual, en un rincón apartado del bar.
Mika se levantó cuando me acerqué, y aunque su rostro mostraba una expresión seria, vi un destello de alivio en sus ojos al verme. Y se lanzó a mí, abrazándome.
—Te extrañé demasiado—le dije.
Nos sentamos frente a frente, buscando qué decir.
—Gracias por venir—dijo finalmente, rompiendo el silencio, su voz suave pero cargada de expectativa.
—Gracias por esperar—respondí, sintiendo la presión aumentar dentro de mí.
Mika inclinó la cabeza ligeramente, observándome con esos ojos penetrantes que siempre parecían ver a través de mí.
—No tienes que agradecerme, Eleonor. Solo quiero entender qué está pasando—. Su tono era firme, pero no agresivo. Sabía que no podía esquivar sus preguntas, no esta vez.
Suspiré y simplemente le conté todo a mi amiga, desde el momento en que conocí a Luke, cuando el Alpha me obligó a firmar un acuerdo, hasta todo lo que había pasado recientemente.
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Editado: 18.09.2024