Capítulo 16 |Tensión|

Tenía demasiado calor, pero la música estaba tan metida en mi cuerpo que ignoré todo a mi alrededor. El ritmo pulsante y la vibración de los altavoces parecían sincronizarse con cada latido de mi corazón, creando una especie de éxtasis sensorial. Mi piel estaba cálida y húmeda, y el sudor se mezclaba con el perfume que impregnaba el aire, contribuyendo a la atmósfera cargada y embriagadora del bar.

El alcohol en mi cuerpo, aunque fuera poco, comenzaba a pasarme factura. Los efectos fueron sutiles al principio, pero pronto se hicieron más evidentes. Mi mente se sentía nublada, y las preocupaciones que me atormentaban parecían desvanecerse con cada sorbo que tomaba. Sin embargo, mientras más bailaba, algo en el ambiente se sentía más tenso.

Sabía que Luke me miraba. Estaba ahí, en un rincón del bar, tomando igual que yo.

Cada vez que nuestras miradas se encontraban, había una chispa inconfundible de deseo que quizás tenía que ver con el lugar en el que nos encontrábamos. La tensión entre nosotros era palpable y me hacía sentir un torbellino de emociones que intentaba controlar, pero que se desbordaban con cada latido de mi corazón.

Finalmente, con el valor reunido gracias al alcohol, me acerqué con pasos firmes, dejando ver que aún podía sostenerme de pie perfectamente y que aún faltaban algunas rondas más de alcohol para emborracharme.

Cada paso que daba hacia él parecía acelerar mi pulso, y el aire entre nosotros se cargaba de una electricidad que no podía ignorar. Luke se enderezó cuando me vio avanzar, y el simple gesto de su cuerpo cambiando de posición me hizo sentir una atracción aún más intensa.

—Luke —le dije, tratando de mantener la compostura, aunque sentía cómo mis palabras temblaban ligeramente—. Tienes una forma muy particular de aparecer en los lugares —continué, y vi cómo sus ojos prestaron atención a mis labios.

Su mano se posó sobre mi brazo, un contacto casual pero electrizante. La forma en que sus dedos se movieron sobre mi piel me hizo estremecer. Era como si pudiera sentir cada latido de su corazón a través de ese simple roce.

—Hola, Eleonor —dijo con voz rasposa, indicándome que las copas estaban haciendo efecto en él—. ¿Qué haces por aquí? ¿Dónde está tu prometido?

Arrastró esa última palabra y, seguido de eso, dio un trago a su bebida, como si estuviera arrepentido de haber dicho eso.

—Derek no sabe que estoy aquí —respondí con una sonrisa y lo tomé de la mano—. Ven, baila conmigo.

Él se dejó llevar, sin decir palabra alguna; solo lo llevé a la pista, y culpando totalmente al alcohol, me acerqué a él, dejándome llevar una vez más por la música. La cercanía de Luke me transmitía un sinfín de emociones, deliciosas y que me asustaban.

Él se inclinó hacia mí, buscando tenerme más cerca, y en mi mente llegaron recuerdos de nuestro encuentro en el bosque, de los momentos compartidos y de los sentimientos intensos que habíamos experimentado.

—Luke... —empecé, pero las palabras se me quedaron atrapadas en la garganta.

Él pareció notar mi vacilación y su sonrisa se ensanchó, su mano deslizándose lentamente hacia mi cintura. El contacto era tan íntimo que podía sentir la calidez de su piel a través de la tela de mi vestido, hasta que, de un momento a otro, me tomó de la mano y me arrastró consigo al baño, que, por supuesto, una vez llegamos, echó el pestillo.

—¿Qué haces? —le pregunté, confundida pero no asustada.

—Lo que debí hacer hace tiempo —respondió empujándome suavemente contra la pared y besándome.

El beso comenzó suave y explorador; sus labios se movían con una delicadeza que contrastaba con la urgencia de la situación. Sentí el calor de su boca, el ligero roce de sus labios sobre los míos. La conexión fue instantánea y electrizante, como si nuestras bocas se reconocieran de inmediato, encontrando una sincronía perfecta.

A medida que el beso se profundizaba, la suavidad dio paso a una mayor intensidad. Sus labios se presionaron más firmemente contra los míos, y sentí cómo sus manos se deslizaban con firmeza a lo largo de mi cintura, atrayéndome más cerca de él. La urgencia en su contacto reflejaba un deseo que había estado contenido durante demasiado tiempo.

Todo a mi alrededor desapareció. Parecía que solo existíamos él y yo en el mundo. En ese momento, deseaba solo quedarme con él y ya.

El calor entre nosotros se volvió casi insoportable, y cada movimiento de sus labios sobre los míos era una mezcla de caricia y exigencia. Su respiración se entrelazaba con la mía, creando una cadencia que parecía reflejar el ritmo de nuestros corazones acelerados. Sentí un nudo en el estómago, una combinación de nervios y excitación que se intensificaba con cada instante.

Mientras sus labios se movían con una pasión creciente, su lengua se deslizó lentamente en un encuentro que exploraba la profundidad del deseo que compartíamos. Era un beso que hablaba de anhelos ocultos y promesas no dichas, un intercambio lleno de intensidad que hizo que el mundo exterior se desvaneciera completamente.

Finalmente, cuando nos separamos, nuestros labios se rozaron por un breve momento, como si ambos estuviéramos tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir. La respiración entrecortada y el ardor en nuestros labios evidenciaban la fuerza de lo que acabábamos de compartir. Luke me miró a los ojos, y en su mirada había un destello de satisfacción que solo logró prenderme más.

—Yo... —titubeé, mi cuerpo entero temblaba, sentía que las cosas habían quedado inconclusas, y me frustré—. Esto está mal.

No pude decir otra palabra, Luke posó sus brazos en la pared, encerrándome y mirándome con deseo.

—Tú y yo sabemos lo que realmente está mal —respondió con una voz ronca que me hizo estremecer—. No sabes cómo odio verte junto a Derek, cada vez que te toca, cada vez que te habla, reúno fuerzas para no ir y golpearlo.

Mi corazón palpitaba rápido y mi respiración se agitó un poco; el beso había logrado desequilibrarme lo suficiente que aún no asimilaba todo.