Omega

Capítulo 18 |Amenazas|

—¿Sí? —respondí el teléfono mientras salía prácticamente corriendo del baño.

—Estoy afuera, sal ya por favor —dijo Derek con una voz autoritaria que me dio miedo.

Busqué rápido con la mirada a Mika antes de salir, pero no pude verla por ningún lado, así que pagué todos los tragos, le pedí al bartender que le diera un mensaje por mí si la veía y salí de aquel lugar con prisa.

Derek estaba apoyado en el carro negro, rodeado por varios de sus guardias, esperándome. La presencia de los hombres de seguridad me hizo sentir aún más inquieta.

Cuando me vio, Derek no se movió ni un ápice. Solo me observó con una mirada impasible mientras me acercaba. Abrió la puerta trasera con una actitud de completa autoridad. Esperó a que subiera y, luego, con un movimiento decidido, entró después de mí y una vez dentro, cerró la puerta con un "click" sordo que pareció sellarme del mundo exterior.

La tensión entre Derek y yo era palpable, y la realidad de la situación me envolvía por completo. El conductor comenzó a moverse, y el sonido del motor rompió el silencio que se había instalado entre nosotros.

—Lo siento, Derek —empecé a decir, tratando de mantener la voz firme a pesar de la incomodidad—. No quise preocuparte, solo necesitaba despejarme un poco.

Derek suspiró y se reclinó en su asiento, la rigidez en sus hombros parecía relajarse un poco, aunque su expresión seguía siendo dura.

—Son casi las 3 de la mañana. Espero que entiendas que esto no puede volver a pasar. Hay cosas que simplemente no puedes hacer sin consultar o avisar. ¿Entiendes eso?

Asentí, aunque sabía que el problema era más complejo de lo que él podía imaginar. La situación con Luke era algo que iba más allá de un simple desliz, y las implicaciones emocionales y personales que conllevaba no se resolvían solo con un aviso.

—Estaba muy preocupado por ti —continuó—. Creí que habías escapado.

Sin embargo, el enojo empezó a crecer en mí y lo que en un momento era arrepentimiento se volvió en resentimiento puro.

—No me digas que te importo. Es la mentira más grande que me has dicho —respondí, girándome para mirarlo con dureza—. Si realmente te importara, no me tratarías como si fuera una pieza de ajedrez en un juego que ni siquiera comprendo. No me obligarías a estar en esta posición, a hacer sacrificios que no elegí.

Derek frunció el ceño, como si mis palabras lo sorprendieran. Su expresión pasó de la preocupación a una mezcla de sorpresa y confusión. No esperaba esa respuesta, y su silencio solo aumentaba el volumen de mis pensamientos.

—Eleonor, eso no es justo. Estás hablando de cosas que...

—Estoy hablando de cosas que no comprendo —completé, interrumpiéndolo con la misma cantaleta que él me ponía siempre—. ¿Cómo voy a comprender algo que se me oculta?

Sin embargo, él suspiró con resignación, cerró los ojos tratando de tranquilizarse y, cuando lo hizo, me miró a los ojos.

—Sé con quién estabas —admitió y mi corazón empezó a palpitar rápido.

—¿De qué hablas? —pregunté tratando de desviar el tema y buscando esconder la creciente inquietud que crecía en mí.

—Hueles a él, te marcó con su olor.

Las palabras cayeron sobre mí como una fría ráfaga de viento. Mi mente se tambaleó ante la revelación. Sabía que mi conexión con Luke había sido intensa, pero no esperaba que el simple hecho de estar cerca de él dejara una marca tan evidente. El olor a él aún permanecía en mi piel, una marca invisible pero tangible que Derek parecía detectar con facilidad.

El silencio en el coche se hizo más denso, casi insoportable.

—¿Cómo se llama? —investigó, lo que me dio un poco de tranquilidad.

Él no sabía que era Luke, eso me daba un poco de ventaja.

No respondí y él entendió que no iba a hacerlo de cualquier modo.

—¿Entiendes la gravedad del asunto, verdad? —dijo Derek, su voz ahora más firme, con un matiz de autoridad que no dejaba lugar a dudas—. Por más que él sea tu Mate, estás comprometida conmigo. No es solo una cuestión de sentimientos; es una cuestión de deber y de lealtad a la manada. Lo que sientes por él no puede cambiar el hecho de que tu destino está sellado con nosotros.

El peso de sus palabras me aplastó. No solo estaba luchando por mi propio corazón, sino también por el equilibrio de todo lo que conocía. Y en medio de esa lucha, sabía que el futuro de mi vida y de la manada pendía de un hilo, y que cada decisión que tomara tendría repercusiones que no podía prever.

—Él no... —comencé buscando excusas que para este momento ya no servían.

—Eleonor, mi padre fue el que se dio cuenta de que no estabas. Está muy molesto. Temo que te haga algo.

Sus palabras hicieron que un escalofrío recorriera mi espalda. La mención de su padre no era una simple amenaza; era una advertencia real y urgente. Conocía la influencia y el poder de su padre dentro de la manada, y la idea de enfrentarlo directamente me aterrorizaba.

—Tengo que marcarte o él sospechará de más —dijo con una determinación en su voz que no dejaba lugar a dudas.

La idea de ser marcada por Derek, en lugar de por Luke, me llenaba de una tristeza profunda y una sensación de traición que no sabía cómo manejar.

—Esto no es lo que quiero —le dije mientras mi voz temblaba al enfrentar la realidad de lo que Derek estaba proponiendo—. No puedo... no puedo aceptar esto si hay otra manera.

—Si no te hubieras escapado hoy, no tendríamos que apresurarlo, Nor.

Sin embargo, el miedo se apoderó de mí, y respiré hondo, buscando cualquier manera de escapar de esta realidad que se sentía inescapable.

Sé que se podía palpar mi incomodidad en el aire, y unos minutos antes de llegar a la mansión, Derek se acercó con un gesto que trataba de transmitir comprensión y consuelo en medio de la tensión.

—Solo trataré de esconder su olor con el mío —dijo, su voz se suavizó mientras intentaba calmarme.

Me abrazó en el espacio reducido del coche. Intentaba frotarse contra mí, cubriendo mi piel con su propio aroma en un esfuerzo desesperado por enmascarar el rastro de Luke.




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