Omega

Capítulo 23 |Redes|

Me moví lento por los pasillos de la mansión, con pasos calculados y ligeros. A estas alturas, ya no necesitaba prestar demasiada atención a cada giro y puerta, pues el camino se había vuelto tan familiar como la palma de mi mano. El olor a cera recién aplicada y los muebles antiguos impregnaba el aire, dándome una extraña sensación de pertenencia, aunque nada en este lugar me perteneciera realmente.

Había pasado una semana desde mi último encuentro con el doctor, y gracias a la luna, nadie había mencionado nada acerca del supuesto embarazo. Sin embargo, para seguir alimentando la mentira, yo misma me había obligado a fingir síntomas que no sentía, como mareos repentinos y náuseas matutinas. De vez en cuando, me excusaba a mitad de alguna conversación para correr hacia el baño, haciendo lo posible para que aquellos que me rodeaban no sospecharan. Era como si estuviera viviendo una obra de teatro constante, una actuación donde mi propia salud mental era el precio.

Según los cálculos de Derek y la mentira que habíamos fabricado, debería estar cumpliendo las cuatro semanas de embarazo. Cuatro semanas de mantenerme atada a una falsedad que cada día pesaba más en mi corazón. Mi vientre seguía igual de plano que siempre, y aunque nadie se atrevía a decirlo en voz alta, podía sentir sus miradas furtivas, como si esperaran ver algún cambio pronto. En realidad, lo que estaban observando con más atención era mi angustia. Mientras más avanzaban los días, más aumentaba mi ansiedad. Era un constante nudo en mi garganta, la sensación de que en cualquier momento todo podría derrumbarse.

El Alpha Leonard había retrasado la "pequeña reunión" en la que planeaba anunciar la llegada de su futuro nieto. No había dado detalles del porqué, pero tenía mis sospechas. Tal vez tuviera que ver con el desafío que había mencionado antes, o quizás estaba esperando el momento exacto para humillarme públicamente. Cualquier cosa que estuviera planeando, no podía ser buena para mí.

Cada rincón de esta casa se había vuelto una trampa silenciosa. Y aunque trataba de mantener la compostura, había momentos en los que sentía que mi resistencia flaqueaba. Derek seguía distante, más ocupado en sus propios asuntos y en las extrañas reuniones con su padre. Yo, por mi parte, me encontraba sola, luchando por mantenerme a flote en medio de este mar de mentiras.

Extrañaba demasiado a Luke. Durante todo este tiempo no lo vi en ningún momento, ni como guardia, ni como chofer.. Nada.. era como si de repente se lo hubiera tragado la tierra y su existencia fuera solo un sueño mío.

Anhelaba verlo.

Traté de empujar la puerta de la biblioteca pero un guardia me detuvo y lo hizo por mí.

Me llevé una mano al estómago para sostener la mentira y le agradecí en silencio mientras me abría paso a la enorme biblioteca.

Últimamente todo el personal se mostraba más amable y servicial conmigo, era como si ellos también estuvieran contentos por el embarazo y al parecer nadie sospechaba nada.

El suave clic de la puerta cerrándose detrás de mí llenó el silencio en la vasta biblioteca. Las estanterías altas, repletas de libros antiguos, parecían susurrar secretos que nadie más podía escuchar, solo aquellos lo suficientemente desesperados como para detenerse a oírlos. El aroma a papel envejecido y cuero me envolvía, dándome una extraña sensación de paz que contrastaba con el caos que reinaba en mi interior.

Me dejé caer en uno de los sofás, soltando un suspiro que había estado conteniendo sin darme cuenta. Durante semanas, había mantenido esta farsa del embarazo, una mentira que no solo me alejaba de la verdad, sino también de mí misma. No era solo el peso de la mentira lo que me aplastaba, sino la ausencia de Luke, que se sentía como una herida abierta. Sabía que, de alguna manera, Derek había influido en su repentina desaparición. Quizás lo había mandado lejos o, peor aún, lo había castigado por algo que yo desconocía.

Pensar en Luke me hacía sentir un vacío indescriptible, una mezcla de añoranza y tristeza que se enroscaba en mi pecho. Me preguntaba dónde estaría, qué estaría haciendo. ¿Pensaría en mí de la misma forma en que yo lo hacía? Me asustaba no saber si estaba bien o si lo vería de nuevo. Cada día que pasaba sin él me acercaba más a la desesperación, y la fachada de tranquilidad que trataba de mantener comenzaba a desmoronarse.

Había escuchado que hoy se llevaría a cabo por fin la dichosa reunión. Aunque me molestaba un poco que me hubiera enterado por los susurros de los sirvientes y no se me hubiera informado formalmente, sabía que no podía faltar. El Alpha Leonard no era alguien con quien jugar. A medida que el tiempo se acercaba, sentía cómo el nerviosismo se acumulaba en mi estómago.

¿En qué demonios estaba metida?

Miré a mi alrededor, buscando algún rincón tranquilo donde pudiera refugiarme antes de enfrentar el inevitable caos que se avecinaba. La biblioteca, con su silencio y sus libros, parecía ser el único lugar donde aún podía encontrar un breve respiro, aunque fuera solo momentáneo. Me recliné en el sofá, cerrando los ojos y tratando de calmar el ritmo acelerado de mi corazón. Necesitaba prepararme para lo que vendría.

Para las miradas intensas de la gente y las mil preguntas que seguro me harían. Hoy más que nunca debía mantener coherencia con todo y sonar más convencida que nada.

El sonido de la puerta abriéndose irrumpió el silencio y miré en esa dirección solo para encontrarme a un guardia que anunció que debía llevarme a mi cuarto para que me prepararan.

Asentí, sintiendo un leve temblor en mis manos mientras seguía al guardia por los pasillos. Cada paso se sentía más pesado que el anterior, como si el suelo mismo estuviera tratando de retenerme, impedir que avanzara hacia lo inevitable. A medida que me aproximaba a mi habitación, la ansiedad se hacía más palpable, y me esforzaba por mantener una expresión serena. Mi mente estaba en constante movimiento, repasando posibles respuestas a las preguntas que anticipaba, ensayando sonrisas y palabras convincentes.




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