Capítulo 10: Quisquillosa

Su mensaje, la forma en la que se tomó el hecho de que yo tenga aún su campera. Todo parece ser que no le molesta y eso es lo que me desorientaba.

Había estado en esas situaciones antes. No era la primera vez que un chico me daba algo que era de ellos, después de todo aún conservo la camiseta de Tom y la pelota de basketball de Jeffrey, pero son mis pequeños trofeos.

Trofeos de cuando tenía 5 o 6 años y creía que tenía el mundo a mis pies y podía conseguir todo lo que quisiera, pues la mayoría de las veces lo tenía. Aunque no siempre duraba lo necesario o no terminaba de la mejor manera posible.

Siempre había algo que arruinaba todo lo que comenzaba... siempre perdía el interés, le encontraba algún defecto, algo estaba mal con ello, cuando en realidad , posiblemente la única equivocada era yo, y tal vez mis amigas tenían razón. Era realmente quisquillosa.

Demasiado puntillosa. Quizás me había comido los cuentos de hadas que leía desde pequeña, que se transformaron en novelas románticas para adolescentes y esas novelas románticas se transformaron en libros para adultos, gracias a los cuáles todas las parejas que tuve siempre tenían más contras que pros.

Si no era porque su pelo era muy largo, era muy oscuro, su onda no me iba, sus gustos en libros eran raros, o no eran lo suficientemente buenos en la cama. Siempre había algo que lograba desilusionarme.

A esta altura ya había asumido que terminaría siendo la típica solterona que en lugar de gatos fundaría su propio refugio para perros y se llevaría la mayor cantidad posible consigo.

Aunque ahora pensándolo bien, me vendría bien después de todo un perrito, tal vez un pequeño caniche toy, que me haga compañía y que sirva de alarma para las mañanas en las que ni el despertador podría levantarme de la cama. Porque todos bien sabemos que si por algo son conocidos estos peludos es por su carácter sentimental y su ladrido estridente.

De camino a casa tomé el teléfono y abrí el grupo de whatsapp que teníamos con Jill y Maddie.

Uno se preguntaría como dos perfectas desconocidas podrían terminar llevándose bien, pues supongo que su amor hacia mí las unió. Eso son bastante vanidoso y narcisista, ¿verdad? Yo sé que sí. Pero solo estoy repitiendo lo que ellas dicen cada vez que les preguntan cómo fue que se conocieron y como pasaron a ser amigas de la noche a la mañana. Su respuesta siempre es la misma. Liv.

—Necesito ayuda.S.O.S— tecleé rápidamente.

— ¿Qué sucede?—la respuesta de Maddie llegó casi inmediatamente.

A veces me preguntaba si esa mujer no tenía pegado a su mano el celular.

Les mande una foto con la campera de Will, y les conté en pocos detalles lo sucedido.

—Suena como que tienes la excusa perfecta para volver a verlo—respondió Jill.

—Pueden salir a tomar una cerveza, algo casual—agregó Maddie.

—No lo sé.

Se hizo un silencio en la sala de chat, y pude ver como decía arriba en la pantalla "Maddie está escribiendo"

Nada bueno podía venir si ella escribía y escribía y escribía.

—Olivia si hago esto, lo hago porque te amo y quiero lo mejor para ti. Deja de ser tan quisquillosa y déjate llevar una vez en tu vida. Llevas mucho tiempo sin ser feliz. Acéptalo de una vez, Nick no volverá. Él vive en la otra parte del mundo y las dos sabemos que ya tiene una nueva vida nueva. Tal vez Will llegó a tu vida con otro motivo y pueda hacerte feliz. Déjate querer y deja el pasado atrás.

—Estoy totalmente de acuerdo con Mads, bien sabes que tiene otra novia y está comprometido, Liv. Ese barco ya zarpó y no va a regresar, aunque se lo pidas a millones de estrellas fugaces. Déjate querer—secundó Jill.

Tragué con fuerza el nudo que se me había formado en la garganta y enjuagué las pocas lágrimas que caían por mis ojos con el dorso de mi mano. Me había prometido a mí misma que no volvería a ser débil de nuevo. Nunca más.

—Tienen razón. PD: ¿Cómo me ven como la dueña de un flamante perrito?

—Luego lo veremos, por lo pronto mándale ese mensaje a Will y queden en un día para que puedas devolverle la campera. Puedo darte buenas ideas de bares adonde ir.

—Gracias chicas, no sé qué haría sin ustedes.

—Estarías totalmente pérdida.

—Te amamos.

—Las amo. Nos vemos.

Salí de nuestro chat y tomé aire antes de abrir el chat con Will. La forma en la que lo había agendado me sacó una sonrisa.

— ¿Haces algo mañana a la noche?—le reenvié la foto de su chaqueta— Después de todo tengo que devolverte esto.

—No, no hago nada.

— ¿Quieres que salgamos a ahogar penas por ahí?

—Suena como un buen plan ;). Cervezas y podré recuperar mi campera. No podría pedir nada más.

— ¿Cómo sabes que te invitaré a tomar cerveza?

— ¿Por qué sé que lo harás?

— ¿Ahora lees mentes? ¿Es una habilidad secreta que tienes?

—Tengo muchas habilidades secretas que pueden sorprenderte.

—Guarda, cariño, no vaya a ser que te quemes.

—Me dijiste cariño, eso quiere decir que te conquisté.

—No.

—Si.

—NO.

—Si.

—NOOOOOOOOOOO.

—Eso lo veremos mañana a la noche.

Sus palabras resonaron en mi mente.

Dando vueltas y vueltas. Tantas que me sorprendió que estas mismas no terminaran mareadas y terminaran vomitando dentro de mi cabeza.

Y sabía lo malo que era el vómito de palabras. Me había metido en más problemas de los que me hubiese gustado admitir.

La verdad es que no era una oración la que me generaba este malestar, esta horrible sensación en mi estómago, como si miles de mariposas hubieran decidido nacer ahí y quedarse para siempre.

Fueron dos:

Te conquisté.

Lo veremos mañana.

No es que me consideraba una persona difícil de conquistar. Lo había  hecho varias veces y muchas para provecho propio.

Pero por lo menos sabía a qué me enfrentaba. Con Will no era así, todo era nuevo, raro, pero de alguna manera se daba en una forma natural.