Me sentía como una colegiala y no me lo podía permitir. No en estos momentos, en los que estaba medianamente enfocada en una meta específica. No podía desviarme. Podría divertirme claro que sí, pero no desviarme del plan inicial.
Después de todo, un poco de diversión nunca hirió a nadie, ¿o sí?
Sabía la respuesta a esa pregunta pero decidí ignorarla, completamente, por el bien de mi salud mental y para evitar que esta salida sea un fiasco.
Tenía una lista de bares a los que podíamos ir, lista que fue otorgada por Maddie con mucho gusto. Como me encontraba indecisa sobre hacia donde ir le dejé la difícil decisión a William.
—S.O.S—escribí junto a tres posibles conjuntos.
—El primero dice no me toques hasta que se acaba el mundo, el segundo dice ten una probadita de lo que podrás disfrutar después y el último dice vamos a enrollarnos en el ascensor y nos olvidemos de la comida.
— ¿El segundo entonces?
—El segundo.
—Yo me inclinaría por el tercero.
—Maddie –dijimos al unísono con Jill.
—Ni una palabra más.
— ¿A qué hora pasa por ti?
—En media hora.
—Bien elige el vestido negro, y maquíllate pero muy poco, igual usa el labial rojo para que resalten tus labios y delinéate bien los ojos, así se ven más.
—Miau.
— ¡Maddie!
—Me voy, me voy. De todos modos debo irme, tengo la prueba de pasteles en una hora. Las veo en la cena de ensayo la semana que viene.
—Tal vez si las cosas salen bien esta noche, Oli llevará a un acompañante.
—No habrá problema porque Kent lo conoce.
—Es perfecto. Lo ves Oli.
—Ay no tú también, Jilly.
—No me digas Jilly.
—No fastidies.
—Amor y paz chicas. Dejemos que esta gatita se produzca. Mañana tendremos los detalles jugosos.
—Adiós.
Y antes de que se formara sobre mí una nube negra con rayos saliendo de ella, dejé el teléfono lo más alejado de mí. Y comencé a prepararme.
El tiempo debió de haberse esfumado porque no me di cuenta de él hasta que sentí una bocina abajo, seguido de un mensaje en el celular que decía: Baja.
Me preguntaba debía si le había pedido al taxista que tocara la bocina o algo. Pero me llevé una gran sorpresa cuando lo vi apoyado contra un reluciente descapotable.
Si esto no le daba la imagen de bad boy, no sé qué se lo daba.
—Toma—le arrojé su chaqueta de cuero—Con esto completas tu look—sonreí.
—Veo que estamos de buen humor.
—Por supuesto, porque no debería de estarlo.
—Solo chequeaba—rodeó el auto y me abrió el auto— ¿Dónde están mis modales? Adelante, mi lady— hizo una reverencia.
—La que debería pedir disculpa por malos modales soy yo – miré al piso para evitar toparme con su mirada.
— ¿Por?
—Te mentí— y sentí como mis mejillas se encendían al punto de parecer dos manzanas rojas. Brillantes muy brillantes.
Dentro de la escala del uno al día sobre cuán avergonzada me sentía en este preciso momento marcar en ella un millón era bastante acertado.
Sabía que me estaba comportando de una manera bastante estúpida, mi comportamiento estaba dejando mucho que desear.
Quiero decir, que persona en su sano juicio, huye así de un hombre increíblemente guapo, atento y que aparentemente no tiene intensiones malas, o no lo suficientemente malas como para temer por mi vida.
Solamente yo podía hacerlo y realmente luchaba por actuar de otra manera, pero no podía.
Había un solo sentimiento que me invadía en estos momentos y era el temor. Algo sobre Will debajo de su sencillez mezclada con confianza, llamaba mi atención pero también activaba mi sensor de “no confiar”.
Y necesitaba saber porque era eso antes de que me arrepintiera por no haberlo escuchado.
—No sabes lo apenada que estoy.
Él me miró de arriba abajo, deteniéndose por un momento en mis piernas, haciéndome sentir aún más incómoda si eso era posible, para luego volver a mis ojos.
—No tienes por qué disculparte. Todos hemos mentido alguna vez en nuestra vidas—sonrió guiñándome un ojo.
Había algo en su sonrisa, en la forma en la que me miraba que hizo que no el miedo que inicialmente sentí al salir de casa, desapareciera como por arte de magia.
Era como si nunca hubiese estado ahí.
Y por primera vez en mi vida, me sentía lista para dejar las cosas en las manos del destino y simplemente dejarlas ser. ¿Qué podía llegar a salir mal?