Capítulo 17:Cita doble

Mi celular me despertó de la pequeña siesta que me había regalado luego de un largo día en el trabajo.

Siesta que fue demasiado corta para mi gusto pero que tuvo un motivo importante, una razón de ser casi.

Durante ese tiempo que cerré los ojos, tuve el mejor sueño de mi vida.

En él me imaginaba en un campo de rosas, usando un vestido blanco que llegaba hasta mis pies, un ramo de rosas y el viento soplaba en mi pelo, despeinándome.

Al final del campo de rosas me esperaban todos mis seres queridos.

Mis padres, mis amigos, y todas las personas que alguna vez habían pasado por mi vida.

Incluso Nick, aunque no entendía el porqué de su presencia allí.

Pero eso era las cosas con los sueños. Tendían a ser confusos.

Junto a Kenton se encontraba Will usando un traje y mirándome sonriente. Esperando por mí y a su lado un sacerdote.

Aparentemente estaba caminando por el altar. Me estaba por casar con él.

Definitivamente había llevado las cosas un poco lejos.

Cualquier persona se preocuparía por mis hábitos a la hora de dormir, pero para mí era tan normal dormir a deshora y sin embargo podría dormirme dos horas después, para despertarme temprano a la mañana siguiente y seguir con mi rutina.

Maddie se encontraba eufórica por teléfono, tanto que decidí bajarle el sonido al teléfono por la cantidad de mensajes que entraban a cada segundo.

—Nena te tengo una buena noticia.

—Levantate.

—Atiende.

—Liv, es urgente.

—Cámbiate.

—Olivia en serio no es gracioso. Tienes 30 minutos para cambiarte. William va en camino.

Cuando levanté la cabeza de la almohada y logré despejarme un poco, tomé el teléfono para llamarle.

— ¿Qué significan todos tus mensajes?

—Significan que dejes el teléfono y te cambies. Will va en camino. Iremos en una cita doble. Le pregunté a Kent y él está de acuerdo en hacer un pequeño reencuentro.

—Genial. ¿Tiene algo que ver con lo que le conté a Jill?

—No….o bueno puede que sí.

—No tienes remedio.

—Abre la puerta y mira lo que te mande.

— ¿De que hablas?

—De que te dejé un regalito en tu puerta. Me agradecerás luego.

—Debo cortar, ya que mi cita vendrá pronto.

—Genial, los veremos en Pizza Hut a las 11.

—Bien.

Abrí la puerta y ahí en el pasillo había una caja debajo de mis pies.

—Deslúmbralo—decía la nota que estaba encima.

Le saqué la tapa y dentro había un top rojo, con un pantalón negro entallado y unos zapatos que me sumarían fácil unos 10 cm.

Debajo había otro papel.

—Recógete el pelo y colócate los pendientes dorados.

—Lo que ud. diga, capitán—me dije a mi misma.

Puse música y me dispuse a ponerle la mejor onda a la situación. Ya había tomado la decisión y había cruzado cualquier tipo de incomodidad entre los dos. ¿Qué tan mal podría salir una cita doble?

Para cuando se hicieron las 10; 30 , Will estaba abajo esperándome. Lo que no esperaba era su respuesta a mi atuendo. Me había revisado en el espejo mil veces, repasando si no tenía nada fuera de lugar, si me había pintado bien mis labios, si no tenía labial en los dientes. Tal vez no fui lo suficientemente cuidados.

— ¿Está todo bien?—le pregunté sentándome a su lado en el auto.

—Nunca te había visto así.

— ¿Así?

—Tan espectacular.

Tomé su mano y la apreté.

—Gracias. Tu tampoco estás nada mal, Will.

—Hago lo que puedo con lo que tengo.

—Que no es poco.

—Vaya, estamos halagadoras.

—Te equivocas, solo estoy siendo sincera.

— ¿Vamos?

—Vamos a por esas pizzas.

Cuando llegamos a Pizza Hut, no fue difícil encontrar a mis amigos, eran dos tortolitos, dándose amor. Era increíble cómo era posible que después de tanto tiempo el amor entre los dos no se hubiese esfumado. Y ahora unirían sus vidas para siempre. Nada me hacía más feliz que eso.

Los ojos de Kenton se agrandaron al ver que nos acercábamos mientras que Maddie me guiñó el ojo y una gran sonrisa se dibujó en su cara.

No me había percatado de que no nos habíamos soltado la mano en todo el camino.

Y se sentía tan bien. Todo se sentía bien con  él.