Capítulo III: Demian
“Probablemente, te dejo vivir por algo y aunque no estés enterada de que sea, te conviene alejarte lo más que puedas.”
No recuerdo cuando me dormí, así que abrir mis ojos a la mañana siguiente, parecía simplemente haber pestañeado. Lentamente me senté sobre la cama y miré hacia Dalia, ella estaba en silencio observando la ventana.
En ese momento me percaté de que anoche Dalia se olvidó de trabar la ventana. No puedo imaginar lo culpable que debe sentirse, así que decidí no hablar sobre eso.
— Dalia, ¿Estás bien? Sé que no es una buena pregunta, pero… -dije temerosa, en nuestra situación un “bien” no existe.
— Ya despertaste —ella me vio por un segundo, no pudo mantener su mirada. Estaba calmada pero definitivamente sus ojos rojos delataban sus preocupaciones—. Yo no pude pegar un ojo, no entiendo cómo seguimos con vida.
— ¿Tu padre? —pregunté con miedo a obtener una respuesta negativa.
— Está en el centro del pueblo —al escuchar eso me sentí aliviada—, dijo que averiguará con los más ancianos que hacer. También llamará a Demian, su familia tiene influencia en el pueblo.
— Parece que no simplemente pestañee. —le comenté. Dalia negó con su cabeza.
Me levanté de la cama, vi el marco de la puerta sin ella, pensé que al despertarme vería todo destrozado. El reloj en la pared me indicaba que aún era temprano, las siete de la mañana.
Ni siquiera me imaginaba como había reaccionado el padre de Dalia al entrar a nuestra habitación o simplemente verla por fuera, pero al menos nos encontró con vida. Siendo esto algo tan raro cuando ya sabemos qué existe un solo camino.
— Paz —la miré, ella sin sacarme la mirada, nerviosa al hablar me dijo—. ¿Tú conocías a ese hombre?
— ¡Por supuesto que no! —me exalté, luego tomé aire y respondí—. Lo siento, es que de solo recordarlo siento escalofríos.
— Sabía que no, estoy segura de que se trata del hijo del rey, el tal William. No pude verlo bien, pero daba un aire a ser tremendamente guapo.
Nos miramos por un segundo, sin necesidad de decir algo ella negó.
— Lo sé, es peligroso. Definitivamente no es como nosotras, es un monstruo que probablemente sirva a su padre.
— Exacto.
El sonido de la puerta detuvo nuestra charla, me sorprendía que había quedado una en pie, el padre de Dalia un hombre alto y robusto camino con paso largo y firme hacia nosotras. Se acercó a cada una y nos dio un afectuoso abrazo, agradecí el gesto con una sonrisa.
— Bien, no tenemos tiempo —sus palabras nos dejaron confundidas—. Ya saben que estoy feliz y agradecido porque siguen con vida, pero esto es más malo de lo que parece.
— Díganos por qué —pregunté aún sin entender.
— Ya saben de la anciana de la florería, lleva al menos 90 años en este pueblo así que su palabra es de fiar. Me contó que esto ya pasó una vez —me sorprendí.
— ¿Estás diciendo que alguien ya se salvó? —Dalia sonreía y veía hacia mí. sin embargo, su padre no.
— Espera, Dalia. Por favor, continua.
— Necesito que estén calmadas, no sabemos a cuál de las dos quiere y tampoco podemos arriesgarnos. Yo no puedo arriesgarme. —su voz por un momento se quebró, estaba muy preocupado.
Quería interrumpirlo, pero simplemente fruncí mis labios esperando que nos cuente todo lo que averiguo.
— No puedo explicar mucho, pero hay una señora en el límite del bosque, al oeste, se llama Margot. Ella fue la única sobreviviente del Rey Anthonyt, se supo que fue secuestrada por él, la noche siguiente que la vio y dejó con vida.
— … Fueron por eso sus palabras. —comenté a su padre, el me vio—. Él me dijo que si yo no estaba muerta por hablar vendría a verme, me llamó por mi nombre.
— Entonces, te escogió a ti —él se sentó junto a mí en la cama, estaba realmente dolido y me costaba afrontar la situación—. Es simple azar, Paz. Quiero que estés bien, así que su única opción es ir a buscar a Margot y descubrir que pasó, quizás ella pueda ayudarlas.
— Pero, de ser así, ¿Por qué debo irme yo también? —preguntó confundida Dalia a su padre, él la vio frustrado.
— Porque si él no te mato esa noche fue por Paz, nada nos garantiza de que cuando vuelva no termine lo que debía hacer.
Fue duro y directo, también había pensado en la posibilidad de que solamente a mí me quería. Me había llamado por mi nombre, un monstruo no lo haría con alguien que no considere una mascota o de su propiedad. Simplemente somos ganado en este pueblo y yo, antes de esa noche, también lo era.
— Entonces, arreglen una maleta con algo de ropa y van hacia afuera. Demian ya buscó un carruaje que las llevará. Iré a ver que tenga todo preparado. —nos dio un beso en la frente a cada una y antes de irse, abrazo fuertemente a Dalia diciendo algo en su oído.
— Te lo prometo, papá. —escuché el susurro de Dalia.
Nos quedamos en silencio, seguido de esto, Dalia se levantó y comenzó a buscar la ropa que llevaría.
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Editado: 07.01.2025