Me sentí aliviada al ser salvada por Xavier, sin embargo, era consciente del peligro que me esperaba cuando estuviera sola con Nieves; ella era peligrosa y su desprecio hacia mí era auténtico.
Cuando recordé su mirada me dieron escalofríos. Xavier me devolvió a la realidad diciendo:
—Señorita Paz, es hora de llevarla en presencia del Rey Anthonyt.
—¿Ya? —dije con miedo, no me sentía lista para verlo.
Por supuesto no lo estaba. Apenas procesaba la amenaza de Nieves, cuando me informa que tenía que conocer al monstruo que atormentó a más de una persona a mi alrededor.
<<Mis padres murieron por su culpa y secuestro a la señora Margot>> pensé. <<No creo poder enfrentarlo sin decirle todo esto>>
—¿No podemos esperar a William? —le pregunté.
—No —dijo y negó con su cabeza—. El amo William nos espera allí. Así que, por favor sígame.
Le seguí fuera de la habitación caminando unos pasos detrás de él.
Mientras caminaba pude notar que había estado en el ala este del castillo y que se caracterizaba por las paredes blancas; además de los grandes ventanales. Luego, pasamos por unas grandes escaleras que daban hacía la planta baja, pero nosotros seguimos en línea recta sin detenernos.
Nos adentramos en la sala oeste, las paredes estaban pintadas de un color ceniza, bastante particular. La alfombra sobre mis pies que se extendía hasta el final del pasillo era bordo.
<<¿Será para ocultar la sangre?>> pensé, pero negué con mi cabeza no quería divagar en eso.
Iba caminando a encontrarme con el monstruo que mató a mis padres, sólo pensar en eso me revolvía el estómago.
Llegamos al final del pasillo y como Xavier me dijo, William estaba en la puerta esperando. No había ninguna expresión en su rostro y sus facciones se oscurecían por su vestimenta completamente negra.
—Buenas noches, Paz. —Él no me vio, sus ojos celestes estaban enfocados en Xavier—. ¿Algo que informar, Xavier?
—Nada en particular. La señorita Paz estuvo en su dormitorio todo el día. —le contestó, omitiendo lo ocurrido con Nieves.
—Retírate —contestó William bruscamente, a lo que Xavier siguió su orden, luego me miró—. Paz, compórtate.
Sus palabras sin ninguna pizca de humor y su mirada distante, provocaron en mí una clara confusión. Pero también estaba molesta porque se había referido a mí, como lo hacía la señora Margot con sus lobos.
No alcancé a decir nada, cuando de pronto abrió la puerta en un estruendoso ruido. La corriente helada pasó a través de mi cuerpo, como si el hielo estuviera directamente sobre mi piel desnuda; me quejé y me arrodillé en el suelo.
Tras esto, escuché una risa en carcajadas mientras William me observó sin ninguna expresión en su rostro, solamente se limitó a decirme:
—Levántate.
Nuevamente se dirigió a mi como si se tratará de un perro. Seguí su orden avergonzada y me quedé junto a él. Levanté mi mirada hacia el monstruo que se encontraba a metros de mí, no se parecía tanto a William, incluso parecía estar deteriorado por la edad.
Lo observé mejor. Su rostro era más pálido y su expresión estaba plagada de arrugas. Pero era innegable que cuánto más se acercaba, de su cuerpo se desprendía un aroma metálico justo como la sangre.
<<Cálmate>> me di mentalmente la orden. Antes de que mi cuerpo comenzará a temblar.
—Es un poco decepcionante tu elección —contestó con voz ronca y gruesa, mientras me miraba por completo.
—Ella es mi elegida. Será ella —respondió William sin pestañear.
—Está bien. Aceptaré “eso”, pero recuerda que siempre puedes cambiar de opinión. —El monstruo le dio una palmada en el hombro a William, luego camino hacia su escritorio—. Tú, asegúrate de tener un varón y no ensuciar esta familia.
—¿Ensuciar? ¿Qué está diciendo? —susurré molesta.
—Lo que escuchas —me contestó—. Si quieres seguir con vida, da un niño y no te demores.
Estaba por objetar sus palabras, pero William se adelantó a hablar:
—No tenemos ningún apuro, Rey Anthonyt.
—¿Acaso le estás dando tiempo a qué se haga la idea? —preguntó serio. Negó con su cabeza, tras el silencio de William y dijo—. Escucha, esa sólo esta aquí para ese fin, nada más.
—Ella tenía razón, definitivamente es más que un monstruo. —le dije en voz alta y firme.
En cuánto terminé de hablar William se antepuso entre nosotros dos, percatándose de lo que causó mis palabras.
—¿Ella? —exclamó molesto y conectando su mirada con la mía—. ¡¿De quién estás hablando?! ¡¿De donde traes a esta salvaje?!
—Del lugar que usted no puede ni pisar. —Me apresuré a ponerme frente a William—. El lugar en el que por su propia codicia mató a mis padres para recuperar algo que ni fue suyo.
—Cállate, Paz. —Él intentó tomar mi mano, pero la esquivé.
—Usted es el único que ensució a su fa… —mi voz se terminó abruptamente.
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Editado: 29.01.2025