Ópera: Rosas De Invierno

CAPITULO 1: LA LEYENDA VINO A MÍ

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"Quien no conoce su historia está condenado a repertirla" 

-Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana-

 

La fuerte tormenta cae sobre el pequeño auto que conduce por una peligrosa carretera, Totalmente solo sin nadie más que los pasajeros; Una pequeña familia en busca de su nuevo destino. Aunque reconocen que es arriesgado, valdría la pena. Va conduciendo un hombre de nombre Arthur, en él copiloto va su esposa Alicia mientras que en la parte trasera se encuentra su hija Heder de 19 años con su mascota, un pequeño gato llamado duque que duerme en los brazos de la joven cómodamente sin preocupación alguna. 

— Cada vez la lluvia es más fuerte, ¿No deberíamos detenernos un poco Arthur? — comentó Alicia. 

— Es normal en esta zona, siempre llueve o cae nieve. No te preocupes que llegaremos— Arthur respondió.  La poca visión que daba el cristal del auto era escasa, pero Arthur conocía muy bien el camino.  

El recorrido fue más relajante cuando la lluvia disminuyó y empezaron a ver los jardines de rosales que cercaban la carretera. ¿Cómo es que se podían ver así de hermosas, aunque la lluvia les estaba cayendo encima? Pensó Heder al ver que algunas rosas, además de gotas de lluvia también tenían trozos de nieve que se derretían lentamente. 

— Hemos llegado, Bienvenidas a Rosas de Invierno— Arthur sonrió al ver el gran arco con el nombre de la ciudad — El lugar más hermoso del mundo, aquí fue donde yo crecí hija…lo vas a amar también—  

Heder sonrió a su padre y después se giró para admirar el paisaje. Se sintió una corriente helada que estremecía el cuerpo, en verdad que Rosas de invierno era un lugar muy frio, pero era hermoso. Rosas por todos lados decoraban las casas del lugar. Era un paraíso... un helado paraíso.  

 

ÓPERA: ROSAS DE INVIERNO (PARTE 1) LA LEYENDA VINO A MI 

Heder ha bajado la última maleta del auto, la casa donde finalmente habían llegado era pequeña, hermosa y también muy cálida. Toda la familia entró, casi al instante sintieron el calor de la chimenea que se encontraba encendida desde hace algún rato. Heder soltó al pequeño Duque para que pudiera caminar después de un largo viaje, el minino no lo pensó ni un segundo para echarse a correr por ahí. La familia no pudo evitar reírse. 

— Bienvenidos — Una agradable voz los saludó, era una mujer mayor que para Heder era desconocida aún. 

— Teena— Ambos padres corean el nombre de aquella mujer. 

— Bienvenidos, escuché que hubo una tormenta ¿Cómo es posible que hayas conducido así Arthur? Pudiste tener un accidente — Teena estrechaba entre sus brazos a la madre de Heder mientras continuaba la conversación con Arthur. 

— No fue difícil llegar, he conducido peores tormentas que esta— respondió Arthur 

— Si tonto, pero ellas no son de aquí — Teena golpeo la espalda de Arthur en símbolo de regaño, todos comenzaron a reír, bueno...menos Arthur que intentaba sobar su espalda por el fuerte golpe. 

— Bueno, ya que se divirtieron conmigo quiero presentarte a mi hija Teena. Ella es Heder — La joven dió un paso adelante sonriendo hacia la mujer quien la miró por unos segundos y empezó a llorar. ¿Por qué está llorando? Todos están confundidos. 

— Oh ¡por dios! oh ¡por dios!— Teena ha sostenido los hombros de Heder tratando de dar su mejor sonrisa, pero no podía parar de llorar. 

— ¿Se encuentra bien señora Teena? — preguntó Heder. 

— Si, hija...estoy mejor que — comenzó a llorar más fuerte — oh ¡por dios! — se secó las lágrimas con la manga de su vestido — Estoy mejor que nunca, bienvenida — La mujer estrechó a heder entre sus brazos sin parar de llorar. 

— ¿Segura que estás bien nana?—preguntó Arthur — ¿Heder te recordó a alguien? — Alicia toma el brazo de la mujer mayor. 

— Si, es eso. Me recuerda a alguien que quise mucho y ella es tan bella como esa persona. Perdón si te hice sentir incomoda mi niña — Teena se ha calmado un poco. 

— No hay problema, me alegra saber que le traje buenos recuerdos con mi apariencia — Era cierto que Heder es hermosa, su cabello oscuro y largo es realmente perfecto haciendo un buen duo con sus preciosos ojos azules.  

Después de unas horas la familia se instaló en sus habitaciones mientras Teena se encargaba de las rosas en el jardín. Heder se encontraba en su habitación leyendo la carta que había recibido hace 5 días por parte de la Universidad Rosas de Invierno. Era una carta de aceptación, Esta universidad tiene excelentes recomendaciones y es muy difícil entrar. Las personas que no lo logran, pasan muchos años de su vida intentándolo o se van al extranjero por ser tan prestigiada. Heder logró obtener las mejores notas en el trascurso de su vida académica, por eso fue aceptada. 

— No lo sé, Duque ¿Crees que me irá bien en esta escuela? — Obviamente el minino que jugaba con una bola de estambre no le iba a responder, era mucho más importante para él su pelea a muerte con esa bolita. — No sé si seré tan buena, pero, es una nueva ciudad...nuevos amigos, bueno eso espero. También dicen que ahí se encuentran los mejores maestros de arte y canto. Si eso es verdad, estaré muy feliz — 

Heder se acostó sobre su cama, había frente a ella un ventanal que le permitía admirar la mayoría de la ciudad de Rosas de invierno, realmente era un paraíso, pero ¿Por qué no dejaba de sentir un ambiente solitario en este lugar? 

Llego el día siguiente... 

— Por favor ¡espere! — gritó Heder mientras corría tras el autobús el cual por suerte se detuvo segundos después — Muchas gracias — Heder agradeció al chofer mientras se subía al autobús. Había demasiados jóvenes que platicaban entre sí y tonteaban. Logró encontrar un cómodo asiento en la parte de atrás, al dejar caer su maleta algo gritó o más bien, maulló. 




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