Operación Astra

Capítulo 10 : Libertad.

7 de Julio de 2017, Base Aérea, Condado de Lincoln, Nevada.

El sonido de las cadenas resonaban en cada rincón vacío de la base. Astra era llevada atraves del gran patio de cemento, con estruendosas cadenas y aquel característico collar para anular sus asombrosas habilidades.

Detuvo su caminar. Su mundo daba vueltas, todo parecía tan irreal, cómo sí fuese una película y ella solo una simple espectadora. Era aterrador.

Sintió a los custodios a su alrrededor detenerse junto a ella. Miradas sobre ella, en su nuca, eran magnéticas la llevaron a voltear con lentitud. 

Desde lo que ella llamaría la "Torre Blanca", un lugar de vigilancia de gran altura, era observada con total atención. Nadie dudaría en matarla ante la menor alerta.

Pero no sería necesario, la U.C.P la trasladaba ellos sabían que hacer.

Miró el cielo nublado y suspiró.

-¿Ire a mi hogar?- murmuró con una sensación de vacío en su interior antes de ser empujada para continuar su camino al blanco camión reforzado que la esperaba.

Contempló el cielo, por lo que ella creyó, sería la última vez. Al voltear sus ojos horrorizados se encontraron con la infinita oscuridad que guardaba el camión.

Su agobiante necesidad por rendirse fue mayor que sus deseos de luchar. Pero nada superaba su temor a la oscuridad y el vacío. Tras ser despojada del collar y cadenas, a fuerzas fue arrojada al contenedor, otro pozo.

Cerró sus ojos con fuerzas e intentó imaginar el cielo gris.

-¿El cielo será siempre así?-No esperaba respuesta alguna, tampoco la obtuvo.

Su respiración comenzó a fallarle luego de horas. ¡Vaya eso se había tardado!. La imagen del cielo desaparecía de su pequeña mente, su único consuelo caía junto a sus saladas lágrimas.

Cuando menos lo notó era solo una niña pequeña abrazándose así misma con la respiración agitada y sus lágrimas empapadas. La sensación de vacío e indiferencia consigo misma había desparecido, ahora sí temía por su futuro.

Su pena por si misma se detuvo cuando sintió el detener del camión. Fue algo abrupto y sin cuidado. Sintió algo caer, "Un rayo" pensó. 

El camión continuó con normalidad luego de unos minutos. 

Casi lograba conciliar el sueño. Probablemente era de madrugada. Cuando todo el camión se volteó de repente, dando vueltas en el aire, cómo sí hubiera chocado contra una pared de cemento. Los choques brutales del camión y su forzado aterrizaje la dejaron aturdida, incluso la oscuridad se veía borrosa y los disparos afuera, distantes.  

¡Disparos!. Se preocupó aún más ante los disparos. ¿Los custodios tenían órdenes de matarla?. Se arrinconó buscando una salida. La luz y el peculiar sonido de los rayos cayendo fueron lo primero que observó cuando la puerta fue abierta con dificultad por un custodio.

Él sostenía un arma y gritaba enloquecido. Su miedo no le permitió entenderle, eso y los distantes disparos. Un rayo cayó sobre el hombre. 

Se arrastró hacia la salida, lo rodeó y cayó sobre el mojado camino, por el cual se suponía, llegaría a su desconocido destino. Los cuerpos en el suelo incinerados por los rayos liberaban un olor desagradable. ¿Ella había hecho eso?.

Camino unos pasos antes de caer a una zanja al costado de la carretera. Los custodios restantes estarían buscando a la responsable de todo lo ocurrido.

La oscuridad de lo desconocido era inexplicablemente más aterradora que ninguna otra. Pero el ser valiente era el precio de su libertad.

Se arrastró fuera de la suciedad, y corrió, corrio tan rápido como sus debilitadas piernas se lo permitieron.

Corrió atravez de una arboleda, cayó por la debilidad de su cuerpo. La lluvia en su piel le dió fuerzas que ella desconocía. Una voluntad inquebrantable se apoderó de ella.

Su cuerpo cambió, a la mejor versión de sí. Sus piernas, brazos, todos y cada uno de sus huesos bajo su piel se removieron. Corrió de manera sobre humana, kilómetros en minutos. 

Vio una luz en medio de la oscuridad, refugiada en una estructura de madera. Adentro, criaturas desconocidas y delirantes le causaron pavor hacían demasiado ruido, quizá también estaban asustados.

Subió unas escaleras mal colocadas de madera, y se refugió en el heno, razpo su piel, pero le brindó calor.

La compañía de los animales y la gran tormenta la mantuvieron despierta más halla de la salida del sol.

 

 

 




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