Pasó una semana, en el cual yo estuve liada con la escuela, ni un descanso he tenido, aunque esta bien quiero terminar el Instituto con una perfecta calificación para entrar a la mejor Universidad.
De tanto y tanto pasaron las semanas hasta convertirse en el mes, en donde Gustavo actuó de lo mas extraño, cada que salia para ir al Instituto, coincidía con su horario para salir a correr, el solo me miraba hacia como si yo no estuviera y se iba, igual cuando regresaba, tampoco es como si me importara, podía hacer todo lo que el quisiera. Solo es que paso de saludarme todos los días, hasta el día del club (el día que entre a su casa) a ignorarme y llegue a pensar que que supo que entre a su casa, pero no creo, ya hubiese hecho algo mas que darse media vuelta cada que me miraba, así que lo asocie a la noche del club, si había actuado un poco grosera, pero el estaba actuando como un cavernícola. Me quede con esa teoría.
Bajando las escaleras, temprano. Para irme, me encuentro a mi madre al tv, en las noticias.
- Mira, hija. Ven a ver esto - me habla mi mamá.
Me acerco a ella y miro hacia la tv.
En total ya son 10 desaparecidos en este mes, entre 18 y 25 años. No hay rastros, ni testigos que confirmen que hayan desaparecido o secuestrados. Las autoridades dan por hecho que ellos decidieron irse por su cuenta, eso es todo por el momento.
- Viste, hija. ¿Cómo pueden cree que los chicos se fueron por que quisieron? - dice mi madre sin dejar de ver la tv. - Dios no quisiera que les pasara nada pero creo que si los secuestraron. No, no creó. Lo sé.
Si yo también lo creo. Decido no decirlo en voz alta, por que alguien dando la razón a mi madre es darle alas a que lo siga creyendo y no dejar de repetirlo.
- Hija, ten cuidado. Cuando vayas a la escuela, no, mejor ya no vas a ir sola te voy a llevar yo - dice alterada.
- Mamá, cálmate. No me va a pasar nada, cuando voy a la escuela hay muchas personas y escuchaste nadie vio que se los llevaran, y si fue así debió ser por que se encontraban completamente solos, yo nunca lo estoy - digo intentando calmarla - a parte tu no tienes tiempo para ir a llevarme, no tienes coche y apenas alcanzas a dejar a mi hermano.
Miro su cara mezclada con la inseguridad y la preocupación y sigo.
- Mira, me llevaré el celular marcando al 911, si quieres.
Ella asiente lentamente.
- Esta bien - dice.
- Bien, ahora me tengo que ir, se me hace tarde - me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla y la abrazo, siento que esta tiesa.
- No me pasará nada, te lo prometo, nunca nadie me podrá llevar. Cuando eso ocurra será por que yo quiero, a parte nadie me soportaría, a los 10 minutos aquí me tendrás de nuevo - ella me da un golpe en la cabeza - ¡oye!.
- Cállate, es que no quiero que te pase nada.
- Lo sé.
- Bueno, ya vete, que se te hace tarde - me empuja hacia la puerta, me río.
- Adiós, mamá.
- Adiós, tonta.
Salgo por la entrada con una sonrisa, que se va cuando me doy cuenta ya que Gustavo, desde la banqueta de enfrente, esta mirándome. Pongo una pequeña sonrisa y saludo con la mano, en cambio el solo hace un movimiento con la cabeza avergonzado, como si lo hubiera atrapado haciendo algo indecente, y se va.
Vieron, no mentía. Tampoco voy a insistir al final, ni siquiera lo conozco. Bajo la mano y voy por el mismo camino por el que se fue Gustavo.