Xander Blacket
Mes 07, Día 07/3.100
-Entonces tu estas viniendo conmigo porque… -Miro de reojo a Jeremy, quién camina a mi lado desde el centro del estudios. Se ve distraído y un poco inseguro, como si algo le molestara.
-Porque tu hermana decidió tener tarde de chicas y dejarme votado –Jeremy refunfuña, él en verdad refunfuña, cosa que me divierte porque es la primera vez que lo veo hacerlo delante de mí, o delante de cualquier persona teniendo en cuenta que él siempre quiere parecer un tipo duro, de esos a los que nada le afecta- No entiendo como no puede querer mi compañía, soy agradable ¿No? –Estoy tentado a decirle que no solo para hacerlo sufrir un poco. Ya sabes, ese no que desgarra el corazón de las personas porque buscan desesperadamente un sí como respuesta, ese sí que es todo para ellos.
-Veras, ustedes son amigos, ella quiere pasar tiempo con sus amigos y amigas. -Intento que vea el punto que tiene mi hermana, o la razón para querer salir con sus amigas. Es una adolescente extrovertida, con muchos amigos, simpática, amigable y cariñosa, estoy seguro que Jeremy no es el único que quiere pasar con ella. Además, está con sus amigas, chicas, y las chicas siempre tiene algo que hacer que solo las incumbe a ellas.
-Sabes de sobra que no quiero ser solo un amigo. -Hay es justo donde no quería llegar. ¡Soy un niño! No pienso en esas cosas ¿Qué consejo voy a saber dar yo en una conversación cómo está? Jeremy necesita con urgencia un amigo de su edad que lo escuché cuando quiera hablar de estas mierdas porque claramente el lo debería hablar conmigo de esto y menos si se trata de mi hermana.
-Sí, lo sé. Pero, la cosa es que no avanzas, no haces más que dejarle manzanas en el casillero. -Es verdad y es lo único que puedo decirle. Necesita moverse o alguien más le ganará.
-Xander, eres muy pequeño para entender estas cosas.
-Estoy avanzado dos años ¡Dos años! Eso deja mucho que decir de mi entendimiento –Sonríe de medio lado, es una burla. Y ahora Jeremy me parece un imbécil al pensar que no entiendo.
No es que no entienda, es que el tema no es algo que me emocione como para dedicarle ese tipo de entendimiento. Aunque si puedo decirlo, Jeremy es un idiota que no avanza por miedo a que mi hermana lo mandé a volar. Pobre hombre.
-Eso es bueno, eres muy inteligente para solo tener diez. -Hay está, es sutil comentario de decirme que no estoy a la altura de su raciocinio cobarde.
-Imbécil.
-¡Ah! ¿El intelecto también nos sirve para decir malas palabras? –Encarna una ceja en mi dirección y tengo la tentación de darle un golpe. Soy un niño, pero no soy idiota.
-No daré tu manzana –Eso lo hace detenerse en seco y me mira entrecerrando sus ojos naranjas. Si colega, puedo jugar sucio y hacerte perder un punto con mi hermana por no darle la estúpida manzana del día de hoy.
-Eso no se hace. Algún día te gustara una chica y cuando necesites mi ayuda no te la daré.
-Ya me gusta una chica -Espeto esperando que se calle. Joder.
-¡¿Qué?! ¡Pero si eres un niño, joder!
-¿Y qué? Eso no impide que me guste alguien. -La edad no importa. ¿O si?
-¿Qué te dan ganas de hacer cuando la vez? –Ahora soy yo el que me detengo y lo miro sin comprender- Ya sabes, cuando te gusta una chica, quieres hacer algo con ella.
-Jalarle el cabello –Me mira seriamente por un instante y luego se echa a reír. Lo odio.
-Vamos Xander, dame algo mejor que eso. No puedes estar hablando en serio.
-Es lo que hay –Me encojo de hombros y me detengo frente a mi casa. Él se detiene conmigo.
-¿En serio no puedo darte la manzana de hoy? –Me encojo de hombros como si no me importara, aunque si me importa. Cuando Xara no ve la manzana en su casillero automáticamente acude a mí por ella.
-Claro que puedes dármela –Él sonríe y saca de su morral una muy apetitiva manzana, esta vez, roja. Se ve muy bien, tan bien que quiero darle un mordisco. Me la da y luego saca una más pequeña.
-Esta es para ti –Me la extiende- Para que dejes de babear sobre la de Xara.
-¡Cabrón! –No me da tiempo a decirle más porque se sube en su skate y se va.
-¿Xand? –Levanto la vista de la portátil y los ojos azules de mi hermana me devuelven la vista. Sé lo que quiere, pero siempre está la opción de hacerme el desentendido para verla sufrir un poco.
-Dime. -Continuo teclado en la portátil indiferente a las olas de ansiedad que emanan del cuerpo de mi hermana. Si que es importante la dichosa manzana.
-¿No tienes algo para mí? –Su voz sale pequeña, menuda y me veo obligado a mirarla detenidamente, su cabeza asomando por la puerta. Se sonroja.
-¿Algo? –Ella abre la puerta y avanza a mi habitación hasta sentarse en mi cama, frente a mí. Su cabello beige, bastante claro y largo se extiende alrededor de ella sobre la cama, como si fuera un vestido que es esparcido para que quede bien.
-Ya sabes, algo rojo. O verde. Aunque estoy casi segura que es roja. Anda, no me la niegues y dámela –Me hace un puchero. ¡Ella es mayor que yo por seis años y me hace un puchero! ¡Por una jodida manzana! ¿En qué mundo estamos? Se supone que el pequeño aquí soy yo, el que debe actuar como un niño soy yo.
-En el segundo cajón –Es todo lo que necesito decir para que ella salga disparada de la cama hacia mi escritorio y busque su valioso tesoro de color rojo.
-¡Es roja! Sabía que era roja –Vuelve a arrojarse en mi cama, esta vez con la manzana, la mira, la huele y luego la acuna en su pecho como si fuera un cachorro- ¿Cuándo me vas a decir quién es?
-No puedo –Vuelvo a concentrarme en mi tarea de matemáticas.
-Estas siendo un traidor y cruel hermano. -Me acusa y resisto la tentación de ponerle los ojos en blanco ante lo dramática que es en este momento.
-Y si te digo, sería un traidor y cruel amigo.
Mes 11, Día 23/3.100
Todos observamos a Jeremy y Xara.
Particularmente observamos la cara roja de Xara. Todos sabíamos que Jeremy es quien la daba las manzanas no era un secreto para nadie, aunque algunos fingían demencia y molestaba a Xara en las narices de Jeremy diciendo nombres al azar de chicos que podrían ser el detallistas de las manzanas, también sabemos de sus buenas intenciones, porque bueno, nadie en esta familia hubiera permitido que Jeremy entregará su segunda manzana si no existiera la certeza de que él tenía buenas intenciones con mi hermana y sus sentimientos fueran nobles, pero esta familia es como es, por ello, hacer pasar un momento de silencio incomodo a la nueva parejita es una tradición.
Nadie, se mueve, nadie pestañea. Ellos acaban de decir que desde hoy son novios y aunque no nos sorprende del todo, es un alivio que Xara le dijera que sí.
Ya era hora, para los dos, porque el pobre Jeremy ya estaba en el punto de delirar y alucinar viendo a mi hermana ser la novia de otro chico, incluso se imaginó boda, el vestido de mi hermana y cómo serían sus hijos. Fue espeluznante escuchar a Jeremy parlotear sobre lo que sería la vida de mi hermana si ella eligiera a otra persona que no fuera él. Gracias a Dios omitió los detalles que definitivamente ningún hermano debería escuchar, mientras por otro lado mi hermana divagaba con su enamorando misterioso y sus manzanas, que en los últimos días iban acompañadas de una flor amarilla.
Ella estaba desesperada a tal punto de que ya estaba pensando que nunca lo conocería, que estaban jugando con ella y más bla bla bla, cosas de chicas que jamás entenderé, sin embargo, viéndola a ahora, supongo tantos momentos de alucinaciones valen la pena porque ellos están juntos, frente a la familia que te pone como primera prueba, la prueba de las miradas.
Sus manos entrelazadas hacen que sus ojos azules brillen como bobos y…
Un momento ¿Ojos azules? Los ojos de Jeremy no son azules y ese no es el azul de mi hermana. Pongo mi vista en sus cabeza y jadeo intentando contener un grito de asombro porque bueno, ver eso es… perturbador para apenas acabar de empezar una relación.
-¡Son azules! ¡Azules! –Grito y muchos pares de ojos ahora están enfocados en mi. Genial. Todos me miran enfadados, supongo que he roto el silencio incomodo que estábamos creando, pero ¡Vamos! ¿Es que no se dan cuenta? Ellos dos están frente a nosotros, de pie y con sus cabellos y ojos de un color muy diferente a como se fueron de aquí hace apenas unas horas.
-Xander –Papá comienza, pero se detiene en seco- ¿Dijiste que son azules? –Parece un búho cuando voltea su cabeza y los ve. Hay un jadeo colectivo, muchas exclamaciones de asombro junto a expresiones paralizadas, felices y confusas. Entonces mamá deja caer el plato con mi cena.
Todo se vuelve un gran estruendo con gritos, risas, llantos y otros sonidos de júbilo y alegría que no identifico exactamente qué son porque estoy concentrado gimiendo mientras observo toda esa comida en el piso. Yo tenía hambre, pero supongo que la comida puede esperar cuando se trata de la felicidad de tu hermana y del hombre que consideras uno de tus mejores amigos.
Sí, espero que sean felices juntos. Siempre.