Oscuridad, Tiempo, Luz, Destiempo

CAPITULO 2

Mientras Martín observa la dimensión Liebeehass o como en realidad se llama, la dimensión Celestial, Margaret y Oliver intentan contarle su historia. Martín observa lo demasiado limpio que era el lugar, nada parecido a las ciudades humanas, al contrario, se nota una belleza en el lugar nunca antes vista. Paredes blancas, un techo que tenía los nombres de todos los Liebeehass caídos, en honor a ellos.

—Martín. ¿Me estás escuchando? expresó Oliver mientras lo mira muy confundido.

—Si, te escucho. Creo todo lo que me dicen, pero necesito ir más allá, necesito saber por qué decidí borrarme la memoria. ¿Cuál fue el motivo? ¿Quién soy yo en todo esto? ¿En que podría yo ayudar? Desesperado expresa Martín.

—Es mucha información por hoy, creo que debería descansar, los viajes en el tiempo suelen ser agotadores y este fue su uno de sus primeros como Martín. Además, su cabeza debe estar atareada de tanto saber, creo que lo estamos confundiendo más de lo que está. Llévenlo a su habitación. Ordenó Margarett.

-Quiero que descanses cariño, en otro momento podremos hablar de todo lo demás. Expresó Margarett con un tono maternal.

Martín se retiró escoltado por dos Liebeehess que amablemente lo llamaron, majestad.

—¿Majestad yo? ¡Por favor!. Expresó entre risas Martín mientras los seguía a su habitación.

En una sala grande con mesa circular, se encontraban cuatro individuos cuyos aspectos no eran para nada parecidos. En una parte de la mesa se encontraba una mujer que, a decir verdad, era muy anciana. Su pelo era color rojo, con raíces blancas, una buena movilidad a pesar de su vejez, su nombre es Carineks. A su lado, se encontraba una persona que era cercana a Geheimnisse, era Paula quien era a la vez la que lo mantenía cerca y la que aconsejaba a pesar de saber que Martín no era Geheimnisse. Paula, es muy importante en la dimensión celestial, ya que es quien aconseja a la realeza como también es parte de la familia. Por último, se encontraba Oliver y a su lado Margarett.

—Este día llegó y tenemos que ponernos a trabajar, hay Dunmiunit merodeando por toda la ciudad, buscando a Geheimnisse. Es hora de actuar y no ser tan blandos con él, tiene que despertar cuanto antes, tiene que recordar. Exclamó la anciana que tenía su pelo rojizo con una cola de caballo.

—Lo sabemos, Majestad. Sin embargo, hay que ir paso por paso, él mismo nos dio instrucciones de todo lo que teníamos que hacer, no podemos pasar por encima de esas instrucciones, usted misma sabe de quien estamos hablando. Expresó Paula a tono de consejo.

—A todo esto, Majestad, estamos hablando de algo importante, hay que ir con calma, yo sé que él va a recordar quien es, y a su vez quienes somos, ha pasado mucho tiempo, tenemos que darle tiempo. Expresó Oliver.

—Tiempo es lo que no disponemos, Oliver. Tú mismo sabes que tu hermano puede salvarnos como así destruirnos. Si vamos a seguir sus instrucciones, tenemos que seguirlas al pie de la letra, ya que, si damos un paso en falso, lo que peligra dejará consecuencias mortales.

—¿Tú no dirás nada? Has sido la que más ha vivido con él. ¿Nunca mostró indicios de recordar algo? Exclamó Carineks hacía Margaret.

—Todos estos años yo he estado reportando lo inusual para tratar de recuperarlo, pero lo único que puedo decirles es que una vez, de muy chico él me contó de un sueño que tuvo, un sueño que lo cambió desde ese momento, el soñó a Dunkelheit, sin conocerlo por supuesto. En el sueño este mismo le decía que vaya hacía el. Fuera de eso, nunca mostró señales de volver a ser el mismo al que conocíamos. Martín es un chico bueno, y no va a desaparecer cuando los recuerdos aparezcan, sino que vamos a tener a dos personalidades unidas. Expresó Margaret.

—Bien, creo que no tenemos nada más que decir. Tenemos una misión y esa es recuperar a Geheimnisse. Exclamó Carineks, quien además de ser la reina Liebeehass, es quien más conoce a este.

Pasadas varias horas, en una habitación roja con muebles marrones, cuyos dibujos eran coronas antiguas. A su lado se encontraba una cama grande, color blanco, donde yacía Martín quien en ese entonces dormía como nunca antes había dormido.

Minutos después tocan la puerta:

Se escucha alguien tocando la puerta oyéndose hacía toda la habitación que a su vez despierta a Martín quien estaba como nuevo.

—Adelante. Expresa Martín, levantándose y vistiéndose.

—Con permiso. Dijo Carineks, entrado y cerrando la puerta. Con ojos llorosos, Carineks miró a Martín, pero no dejó que sus sentimientos interrumpieran en lo que debía hacer.

—Hola señora. ¿Se encuentra usted bien?

—Hola Martín, por favor llámame Carineks y soy quien va a ayudarte en tu entrenamiento tanto mental como físico. Vístete y acompáñame por favor.

—Está bien, Carineks. Pe....pero necesito que se retire para poder cambiarme. Mencionó Martín un poco ruborizado.

—¡Ay créeme que te he cuidado y cambiado los pañales! Gritó Carineks con gracia. No me hagas caso, me retiro. Te espero en la sala de entrenamiento, en diez minutos. Expresó mientras se retiraba de la habitación.

Minutos más tarde, Oliver quien esperaba a Martín en la sala de entrenamiento, una sala que utilizan los Liebeehass para superarse día a día. Una sala circular donde se puede crear cualquier escenario pensado por cualquiera de los Liebeehess.

—Hola Martín, ¿cómo has estado?. Estuve esperando impaciente por este momento, perdona la emoción, es que hace muchísimos años que no luchaba con mi hermano. Y también te debo una disculpa, sé que es abrumador todo esto, pero tienes que entenderme, lo hago por tu bien y por el bien de todos. Sé que en teoría me conoces hace muy poco, pero la realidad es que tú y yo éramos inseparables. Le dijo Oliver a Martín con un tono muy cálido y a la vez emotivo.

—Hola Oliver, gracias por darme tiempo de pensar y además gracias por tratar de descifrar mi mente, supongo que no es nada fácil ver a un familiar que no te recuerda para nada. Entiendo todo lo que me dices y pides, pero a la vez necesito que me entiendas tú a mí, esto es nuevo para mí. A la vez, si vamos a hacer esto, necesito que lo hagamos a mi tiempo, y sé que no lo disponemos y que todo lo que haga está escrito, solo hagámoslo con calma. Expresa con suavidad Martín.




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