Pasados los acontecimientos que llevaron al fallecimiento de Sicherheit, Liebeehass, hermano, guerrero, tío y amigo. En la tarde, se llevó a cabo una pequeña reunión que convocó a sus personas más allegadas, no para hacer el ritual habitual con toda la población, sino una pequeña reunión como el hubiera querido que tenía como presentes a su queridísima amiga y cuñada Carineks, quien sufrió la pérdida de su gran amigo y confidente, sus sobrinos Oliver y Nat quienes conocían y querían demasiado a su tío, Paula quien es considerada una persona de la familia, y finalmente Geheimnisse quien por el momento solo era Martín, un aparente príncipe de no 20 años, sino más, que cambió la calidez de su casa y su zona de confort por un reino donde la vida y la muerte peleaban sin parar desde la existencia de la humanidad.
—Querido amigo, descansa en paz y que la luz guíe tu alma y energía a un lugar mejor. Solloza Carineks invocando un símbolo al cielo de esa dimensión, un símbolo extraño que pertenecía a la familia Mansalmansk, un símbolo en forma de Jazmín. Una flor humana que yacía en la tierra cuyo significado era el poder.
—Que la luz te acompañe y te guíe. Recitan todos juntos, menos Martín quien se encontraba muy pensativo.
Martín, solo tenía en la mente su vida en la tierra, la mentira en la que vivió, el querer saber porque decidió abandonar su reino y borrarse la memoria. Quizás solo él puede ayudarse, solo él puede recuperar lo que le pertenecía y que a su vez su versión anterior no quería.
A su vez, seguía pensando en sus amigos, a quienes extrañaba demasiado y a los que deseaba ver con tanto anhelo, la idea de volver a la tierra lo carcome cuando de repente, viene a su mente:
—Si hubiera una forma de salir del reino y volver por un rato a la tierra, me haría tan bien y creo que sería una manera reconfortante de pensar en lo que va a suceder. Tengo que poder salir y respirar. pensó Martín.
A lo que Oliver de lejos lo ve y se acerca.
—¿En qué piensas?¿Qué es esa sonrisa, hermano? Expresó Oliver palmando su espalda.
—No creo que tenga que explicártelo, si puedes leer mi mente. Expresa Martín.
—Tienes razón, pero no soy el único que escucha tu mente. Murmuró Oliver.
—¿Lo que me quieres decir es que ella me ha escuchado? Pregunta Martín refiriéndose a su madre, que a su vez se encontraba un poco lejos de ella.
—Creo que deberías confiar en ella, ya que ustedes eran muy unidos antes de lo que hiciste. Expresa Oliver. —Solo debes hablar con ella, sea lo que sea, te entenderá. Ahora te dejo, tengo que buscar a Ferdinand. Nos vemos luego Hermano. Expresa Oliver desapareciendo como energía junto con Pau y Nat quienes también tenían cosas que hacer.
A la orilla de ese océano celestial se encontraba una triste pero firme Reina mirando el océano y esperando la petición de su hijo, a quien escuchó telepáticamente.
—Sé que es lo que vienes a pedirme, hijo mío. Expresa Carineks. Y lamento leer tu mente, no siempre fue así, ya que nadie puede leer la mente del Legendario Geheimnisse, solo podemos hacerlo porque solo eres Martín un simple mortal. Expresa su madre.
—Todos me veneran y yo aún sin saber por qué. Honestamente me gustaría poder saber de mis orígenes como también quisiera volver a ver mi otro mundo, y las personas que dejé en la tierra. Le expresa Martín a su madre.
—Mi querido Imni, no puedo devolverte tus recuerdos, pero puedo mostrarte los míos. Eres igual a tu padre, a quien he amado hasta sus últimos días. Expresa su madre.
—Muéstrame, en verdad lo necesito. Le dice martín a su madre con mucho entusiasmo.
De repente, su madre toca con una mano su corazón y con la otra su mente invocando una energía que al sacarla la contiene y la sumerge en el corazón de su hijo, quien de repente hace un viaje ancestral presenciando recuerdos del pasado.
El primer recuerdo que presenció fue el de su padre, por fin Martín conoció a su padre que con una sonrisa abrazaba una versión joven de el mismo, felicitándolo por el control que tenía con sus poderes. El Rey Agnarassi, un Liebeehess de cabello castaño, ojos negros, robusto y alto tal cual lo era Martín. Era digno hijo suyo, tanto hijo como padre eran idénticos. Martín se muestra alegre de verlo pero el recuerdo se torna borroso y lo transporta al medio de una guerra donde Martín veía a una joven Carineks, quien luchaba con todas sus fuerzas contra los secuaces oscuros quienes juraban destruir el mundo entero junto con su creador. Era tan poderosa que todos los secuaces que se acercaban eran destruidos. Su madre poseía infinitas habilidades, como la habilidad cambia formas de Nat, una habilidad telequinética que le permitía mover cosas con su mente y el movimiento de sus manos, así como como controlar el fuego. También Martín reconoció a un joven Sicherheit, quien poseía la habilidad de controlar todos los fluidos en el mundo, así secando cada organismo enemigo que amenazaba a su gente. De repente, Martín se ve a sí mismo luchando contra Dunkelheit utilizando infinitas habilidades cuando de repente el recuerdo lo transporta al reino, donde su madre y su padre comentan lo poderoso que era, y que si era corrompido podía destruirlos en un abrir y cerrar de ojos. Finalmente volviendo a la realidad Martín muy agitado por todo lo que vio se quedó paralizado.
—¡Hijo! ¿Te encuentras bien? Exclama Carineks preocupada.
—Estoy bien, solo dame un minuto para procesar todo lo que acabo de presenciar. Responde Martín.
La idea de verse a sí mismo luchando contra dunkelheit muestra lo que una vez soñó, era el mismo espectro que le decía ven a mi cuando era niño. A la vez, Martín estaba impactado de conocer o volver a ver a su padre, a quien increíblemente se parecía.
Verte luchar, Carineks fue algo excepcional, realmente eres una mujer digna de ser una guerrera. Pensó Martín a modo de que su madre oyera.
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Editado: 22.09.2020