PoV de Lilian
Lilian Emily Jiménez Fernández, esa soy yo, aunque tengo un nombre bastante común, aquí en clase es un nombre único, y no lo diría por las pocas personas que tienen el mismo nombre, sino por la presencia a la cual se me asocia debido a ella.
Hoy les contaré los sucesos que afectan mi vida, para ser más específicos, creo que sería correcto llamarlo el destino que me tocó vivir, aunque como pueden imaginarlo no es un destino de cuento de hadas.
Las clases de este año acaban de comenzar, las vacaciones de verano como siempre son demasiado cortas, en la mañana tuvimos que soportar el discurso de bienvenida del director, y aunque era bastante aburrido, habría preferido quedarme allí para siempre.
Sin dudarlo preferiría escuchar al director sermonearme, antes que pasar un día en mi aula, y les diré el porqué...
Desde hace algunos años, el comienzo de un nuevo año ya no me trae nuevos recuerdos, en lugar de ser símbolo de nuevos comienzos para mí solo es el comienzo de lo que dejaron a medias el año anterior.
Y créanme, no es nada agradable ser la única persona que siempre debe quedarse en el mismo lugar mientras que los demás disfrutan sus propias vidas.
Y eso está confirmado, ya llevo cuatro años sufriendo lo mismo y los cambios no parecen llegar.
Estoy segura que este año empezará de la misma manera, mi pupitre escolar que normalmente debería estar situado en la esquina posterior del aula no se encontrará... Y efectivamente, cuando llego a la puerta de mi aula no la encuentro.
La verdad es que no sé porqué me molesto en venir al aula a cerciorarme, esto sucede siempre, pero... quizás tenga fé en que el nuevo año cambie las actitudes que mis "compañeros" tienen conmigo; sin embargo aún no lo hace.
Además del caso de mi pupitre, también tengo prohibido entrar al aula antes de que todos lleguen, por tal motivo debo entrar dos minutos antes de que empiecen las clases, y déjenme decirles que no es una regla de la institución, más bien es una regla del comité de aula para, según ellas, mantener el orden.
Para las personas comunes dos minutos podría ser bastante tiempo, pero también tengo el deber de ir a recoger mi pupitre, el cual debe estar tirada en algún lugar del jardín extremadamente amplio.
Hay veces en las que me toma poco tiempo encontrarla, pero mientras regreso al aula, la clase ya a empezado.
Cómo siempre en la primera hora de clases recibo un fuerte regaño por parte del profesor, mientras que tengo que pasar la vergüenza de recibir aquel regaño en medio de todos los alumnos que pasan por el pasillo.
-Vaya forma de empezar el primer día de clases - susurro.
Cómo es costumbre no tengo permitido entrar al aula en esa hora, el profesor encargado de la clase, el cual está muy furioso por mis actitudes repetitivas me pide a gritos que me retire, y temiendo agravar la situación me retiro con mis cosas mientras recibo las burlas de mis compañeros de clase, los causantes originales de mis problemas.
Me preguntó si alguno de ellos sabe lo que se siente ser rechazado por la sociedad, de seguro que no, yo soy una mujer fuerte y aún así no puedo evitar tener los ojos llorosos, si ellos estuvieran en mi lugar ya no habrían podido seguir.
Estoy segura que muchos piensan que debo denunciar el agravio escolar, sin embargo... no puedo hacerlo.
Mis padres al igual que unos desconocidos, no me prestan atención, es acertado decir que ni siquiera les importo, el trabajo es miles de veces más importante que su propia hija.
Una de las pruebas de mis palabras, es que ni siquiera notaron el cambio que imagen que tengo, anteriormente como una niña normal siempre me gustó la ropa llamativa y colorida, siempre quería estar a la moda.
Pero ahora la moda a la cual estaba acostumbrada cambió a una imagen ofuscada de color negro.
El atuendo que llevaba todos los días siempre se basaban en colores oscuros, incluso mi armario está repleto por prendas de color negro, en las paredes de mi cuarto y mis útiles escolares predominan los tonos grises, y aunque sea lamentable, ese también es el color de mis nuevos sentimientos.
Está claro que ese es un cambio que notaría cualquier persona, si es así entonces... ¿Por qué no lo notan mis padres?
¡Efectivamente! la respuesta es simple, yo no les importo lo suficiente como para hacerles perder un solo segundo de su maldito tiempo.
Justo después del regaño que todos los días recibo suelo ir al extremo opuesto del colegio, en aquel lugar desierto y poco conocido por los alumnos... me desahogo.
¿Qué estoy haciendo mal? Mis sentimientos se están quebrando poco a poco y cada día que pasa es muy doloroso. ¿Qué hice mal? Si mi sueño nunca fue ser agobiada por aquellos que deberían haber sido mis compañeros.
¿Dónde quedó la solidaridad y el respeto? ¿Qué sucede con la inviolabilidad de mis derechos?
Ahora todas esas preguntas ya no tienen sentido para mí, aquella utopía que debería ser llamada estado me está consumiendo con sus dulces alucinaciones.
La gente de este mundo ya no entiende el sufrimiento, o tal vez están deseosos de ver a alguien sufrir.
Las lágrimas que ahora derramo ya no son símbolos de debilidad, sino de rabia acumulada por los constantes maltratos. Pero no puedo hacer nada, en realidad, ya no tengo las fuerzas para hacer algo.
Siento que mi corazón se rompe en mil pedazos a medida que las lágrimas hechan a perder mi maquillaje, las líneas marcadas debajo de mis ojos manchan mis mejillas dejando una línea de color negro.
Las marcas negras a través de mis mejillas ya no significan ser una especie de soldado, ahora solo representa que soy una esclava de los deseos delictivos que cometen mis autodenominados "Amigos".
Este sufrimiento que llevo ya no es cosa ni de pasado ni del presente, más bien es la afirmación de lo que me espera en el futuro.
Algo dentro de mí quiere huir, escapar de todas la personas, ya no tengo fé en nadie, lo único que quiero ahora es desaparecer y no volver a abrir los ojos.