Otakemo

Compañía silenciosa

POV de Neil

 

Desde pequeño siempre quise ser reconocido, no como el hijo del CEO Bryan Andrade el cual dirige la compañía de videojuegos “FoxyR” sino como Neil Andrade, un simple niño común y corriente. Sin embargo la vida nunca fue tan fácil.

Aquellos que se autodenominaban mis amigos solo fueron seres guiados por sus deseos impulsivos y egoístas para sacar el mayor provecho de mi posición como hijo de un gran empresario. A veces me preguntaba si existía alguien que cuando me vea, me vea mi y no a mi padre... Ese era el deseo que tenía en mi corazón, sin embargo ese deseo no podría cumplirse..

Mis llamados amigos empezaron a acercarse a mi y frecuentemente me pedían regalos, en aquel tiempo cumplía cualquier deseo que ellos tuvieran con el fin de que siguieran a mi lado, pensaba que no importaba si usaba mi dinero siempre y cuando ellos siguieran siendo mis amigos. El dinero no era mío pero cada vez que ellos venían a mí pidiendo algo, lo brindaba inconscientemente.

Fue luego de algunos años en que me di cuenta que nada de eso funcionaría, las sonrisas y expresiones felices en el rostro de cada uno de mis compañeros se volvieron máscaras fáciles de distinguir, su alegría ocultaba su rabia y envidia guiada por sentimientos de superioridad.

Cuando dejé de obedecer cada palabra que ellos me decían empecé a ser el blanco de las burlas, a cada momento aquellos que se hacían llamar mis amigos venían y causaban estragos en mis cosas, los insultos no faltaron y las frases de “El ya no es nuestro amigo porque no nos ayuda" se escucharon con mucha frecuencia. ¿Soy yo el malo por no cumplir sus caprichos? ¿Soy yo el que debería sentirse triste por haber logrado alejarme de personas como ellos? En realidad, romper mi relación con ellos fue una gran liberación de carga mental

Desde aquel día empecé a estudiar y ejercitarme, mi tiempo libre había aumentado y logré hacer muchas cosas, mis calificaciones alcanzaron los puntajes perfectos y mis habilidades fueron reconocidas por mis profesores. En medio de aquel crecimiento exponencial que tuve siempre venían a mi aquellos con los que me juntaba anteriormente, sus palabras indirectas y sus juegos rudos fueron las acciones con las que siempre empezaba el día.

La desaparición de mis cosas, mi ropa siendo usada como trapeador, mi uniforme mojado luego de que me arrojaran una cubeta con agua. Todo lo malo que me pasaba fue producto de aquellos falsos amigos. Hubo un día en el que traté de hacerles frente, les dije que dejaran de jugar conmigo pero eso no ocurrió, por el contrario fue usado en mi contra.

En una mañana lluviosa mis padres fueron llamados por el director, yo no sabía de qué hablarían pero aun así los acompañé y en medio de una intensa charla los nombres de mis agresores fluyeron. Ellos me acusaron de haberlos golpeado, sus sonrisas malévolas se volvieron más notorias en aquel día y la falsa acusación no pudo ser confirmada como verdad pero aun así mi nombre recorrió toda la escuela siendo conocido como un chico agresivo que golpearía a cualquiera.

Mi padre prometió una compensación a los que me acusaban falsamente y aceptaron fácilmente, ese fue el objetivo que siempre tuvieron. Al regresar a casa les expliqué que nunca golpee a nadie, que yo no era el culpable sino el agraviado, aquellas personas solo deseaban mi mal y no les importaba lo que tuvieran que hacer con tal de afectar la pacífica vida que deseaba llevar.

Mis padres no comprendieron, quizás si lo hicieron pero no deseaban agravarlo más, tuvimos una larga charla sobre qué hacer de ahora en adelante y al final cuando él dijo que debía disculparme por haber causado problemas a esos niños, respondí con un NO rotundo.

¿Por qué debo disculparme por algo que no hice? Ellos disfrutan de mi sufrimiento, un día soy la víctima y al otro soy el culpable. ¿Por qué debo disculparme con aquellos que desean mi mal?

Mi respuesta enfureció a mi padre, mi madre trató de calmarlo y ambos salieron de la casa con destino desconocido, en medio de mi habitación me puse a pensar en las circunstancias que afectaban mi vida, todo era una desgracia, mi vida era basura.

Luego de algunas horas el timbre de mi casa sonó, creí que serían mis padres y bajé de mi cuarto dispuesto a disculparme primero con ellos por haberles causado problemas... Pero el destino es demasiado cruel. Frente a mí se encontraba Raphael diciendo que mis padres habían muerto al chocar con un vehículo que transportaba materiales de construcción, la pista estaba resbalosa por la lluvia y eso provocó que el vehículo se descarrilara.

Esa fue una noticia que me estremeció completamente ¿Murieron porque no les hice caso? Si tan solo no hubiera protestado y decidido disculparme... ¿Estarían ahora vivos?

El funeral se llevó a cabo en mi casa sin embargo a diferencia de los seres cercanos que lloraban la pérdida de mis padres, yo no pude llorar. El odio que sentía hacia mí era más fuerte que mi tristeza.

Varios días después mi hermano mayor también murió en un asalto y de igual forma no logré llorar, mis lágrimas se secaron y mi estado de animo decayó enormemente. Los rumores sobre mi maldición empezó a circular desde ese día, al parecer mi expresión fría ante la muerte de mis familiares hizo que las personas creyeran que fui yo el causante de todo, creyeron que la muerte de mis familiares fue planeado por mi debido a que me habían hecho enfadar.

Nunca me defendí, no había necesidad de hacerlo. Los días pasaron y mi reputación se hizo grande, los del colegio ya no me miraban porque creían que podría matarlos cuando quisiera y mis agresores eligieron a una chica transferida a mi aula como su nuevo objetivo de burla.

Mi destino hizo que las personas ya no vieran a mi padre cuando me veían, todos ya no me veían como el hijo del CEO Bryan Andrade sino como Neil Andrade, un joven de sangre fría que no dudaría en matar a quien me moleste.



#21983 en Novela romántica

En el texto hay: amor, volver al pasado

Editado: 30.09.2021

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