☆ NUMBER ONE ☆
-¿Por qué tengo que ir a la excursión? -me preguntó mi hermana pequeña, Margarett mientras intentaba terminarme mi café
-Porque no tengo con quien dejarte mientras voy a clase y a trabajar, mi amor -le intenté explicar por quinta vez, pero parecía no darse por vencida
-Puedes llevarme escondida en tu mochila, nadie se dará cuenta -propuso, haciéndome reír
-¿Crees que nadie se daría cuenta de que llevo a un monito de seis años en mi mochila de clase? -le pregunté antes de subirla a mi regazo- Sé que no te caen bien los niños de tu clase, Margarett pero tienes que ir al colegio
-Se ríen de mí por no tener papás -me explicó cabizbaja, lo que me hizo apretar ligeramente la mandíbula
Margarett era tan solo un bebé cuando nuestros padres murieron en un accidente de tráfico, así que me convertí en su tutora legal a los dieciocho años, hemos estado solas las dos desde entonces
-¿Sabes qué? Si te portas bien en la excursión, te compraré gomitas de camino al trabajo -le ofrecí, haciendo que levantase la cabeza emocionada
-¿Y podré cenar mientras vemos una película de Barbie? -me preguntó con una sonrisa que le iluminó esa pequeña carita suya
-¿La de las hadas? -le pregunté, haciéndola sonreír aún más
-Hecho -sentenció antes de bajarse de mi regazo e ir a preparar su mochila
-¡No olvides el inhalador! -le recordé en un pequeño grito
Miré el pasillo por el que se había marchado y suspiré antes de pasarme las manos por la cara
Margarett se merecía el mundo, y me odiaba por no ser capaz de dárselo
Ni siquiera dejaba la conocer a mis amigos. Me aterraba la idea de que fuese a encariñarse con ellos. Sé mejor que nadie que los amigos van y vienen, sobre todo en la universidad, y no quería que Margarett se sintiera de nuevo abandonada por nadie y mucho menos por amigos míos
-¿Preparada para el examen de literatura? -me preguntó Tara, nuestra vecina de arriba, quién solía cuidar de Margarett mientras yo estaba trabajando, mientras entraba a nuestra pequeña casa
-Me quedé toda la noche estudiando, más me vale estarlo -le respondí, haciéndola reír
-Esa es mi niña-
-¡Tara! -gritó Margarett antes de correr a abrazarla
-¿Cómo estás, pequeña? -le preguntó la mayor con una sonrisa
Tara era una mujer mayor que adoraba pasar tiempo con Margarett, ya que veía poco a sus nietos e hijos
Ambas conectaron rápidamente después de que nos mudasemos al piso, ya que no podía permitirme viviendo en nuestra antigua casa después de la muerte de nuestros padres
-¡Nevaeh va a comprarme golosinas! -le explicó mi hermana más que contenta
-No podrá comprártelas si no llega a tiempo a clase -me reprochó Tara, haciéndome sonreír
-Te veo más tarde -me despedí de mi hermana antes de darle un beso en la cabeza- ¡Pórtate bien! -le advertí mientras salía de casa con mi mochila al hombro
Al mirar la hora, maldije por lo bajo antes de salir corriendo hacia la parada del bus. De camino, me tropecé, pero conseguí no caerme, aunque mi café no tuvo la misma suerte
-Mierda-mascullé frustrada antes de tirar el vaso de cartón a la basura
Llegué justo a tiempo para coger el autobús y, una vez conseguí sentarme, me puse los auriculares
Puse una canción cualquiera de una de mis muchas playlists y disfruté del camino hasta la universidad, la cual quedaba a treinta minutos de mi apartamento
En cuanto bajé del autobús, pude divisar a mi amiga Sarah esperándome en la parada, lo que me hizo sonreír
-Hola, Nevaeh- me saludó con una amplia sonrisa
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Editado: 30.11.2024