LUKA
—No hay cascos —señalé confundido.
—No hay mejor conductora que yo, Ray.
Se subió, puso las llaves, las giró y comenzó a mover el acelerador sin parar hasta que me subí mientras reía.
—Conseguiré dos cascos mañana, no es pregunta.
Se mordió el labio y sonreí.
Arrancó y enseguida la rodeé con los brazos. Los autos, las edificaciones y las personas desaparecían de mi rango de visión en menos de un segundo, y cada vez la apretaba un poco más. Dio algunas vueltas sin alejarse demasiado, y poco después, estacionó. Cuando terminó, giró levemente y soltó una carcajada al ver mis ojos bien abiertos.
—¿Regresamos?
—Sí y no —murmuré y frunció el ceño—. Las motos no son para mí, pero… No quiero que te vayas.
Y se dejó de reír.
—Nos veremos mañana, pasado, y pasado…
—Lo sé, lo sé —me apresuré a decir antes de suspirar.
La solté para levantarme.
—Y el sábado en el club.
Miré a mi alrededor por un momento y luego a ella.
—No estamos lejos de la empresa, creo que puedo caminar.
—De acuerdo.
Asintió a lo que yo respiré hondo con los labios apretados.
—Si te vistes como la otra vez, Rae…
—No lo haré.
Entrecerré los ojos, me acerqué inclinándome y sonreí.
—¿Por qué no te creo?
—Porque en realidad sí quieres que me vista así —alzó los hombros y arrancó la moto—. Tus pedidos son órdenes.
—No, no, no.
Comencé a sacudir las manos y la cabeza mientras ella giraba para regresar sin dejar de reír.
A pesar de todas las cosas raras que estaban pasando, esa semana había ido la mejor. Rae parecía más tranquila desde que habíamos soltado lo que tanto nos pesaba, Francis ya no molestaba tanto, pero sí solía aparecer en la oficina, y usábamos a los demás para pasar tiempo juntos. No obstante, el nerviosismo se hizo presente cuando me desperté el sábado. El día pasó demasiado rápido, y cuando me di cuenta, ya era de noche. La presencia de Rae ya no me afectaba como antes, me había acostumbrado un poco; sin embargo, hoy era diferente.
Fuimos en mi coche junto a Peter, Zane, y Des, y cuando llegamos, faltaba Valkiria. No faltaron los comentarios con respecto a Rae y yo. No se cansaban de recordarme que estaba comprometido y que solo podíamos ser amigos, como si no doliera cada vez que lo recordaba. Unos minutos más tarde, ella apareció junto a Val.
—Rae —jadeé cuando salió del auto.
Mis brazos cruzados de repente estaban flojos y mi mandíbula en el suelo. Tenía puesto un vestido corto negro con un pequeño tajo al costado, y en ese preciso momento, mi cordura se fue de viaje. Ella sonrió y saludó a todos con la mano.
—¿Cómo te fue? —le preguntó a Desmond.
—Muy bien —asintió y pisó el cigarrillo—, gracias.
—Me alegro, Des —giró hacia Peter—. ¿Estamos todos?
Él hizo un gesto afirmativo, Zane tomó a Val de la mano y todos entraron, menos nosotros dos.
—Te lo pedí —susurré a pocos centímetros de ella.
—No es por ti —me contestó con el ceño fruncido.
Mis ojos se movieron hacia todos lados hasta que regresaron a los suyos.
—Me vas a volver loco esta noche, ¿cierto?
—Es probable —asintió sonriendo.
Sacudí la cabeza y reí una vez. Después de pasar las manos por mi cabello mientras pensaba en que la noche iba a ser una tortura, agarré su mano e ingresamos al club. La música retumbaba como siempre y la mezcla de olores era abrumadora, pero el agarre ayudaba a tolerarlo.
—Dos daiquiris de frutilla —dije cuando llegamos a la barra.
Nos sentamos en las butacas y volteé para encontrarme a una Val muy pegada a Zane en la pista.
—Eso debería considerarse un acto sexual —mascullé cerca de mi amiga.
Giró hacia donde estaba señalando y negó con la cabeza.
—¿Y Desmond? —interrogó buscándolo.
—Aquí —se sentó junto a mí y me miró—. ¿Sigues con Francis?
—Claro que sí, ¿por qué?
Sus ojos viajaron hacia Rae un segundo.
—¿Puedo tomar?
—No tienes diecinueve, así que, no.
Gruñó, y cuando intentó irse, lo detuve del brazo.
—¿Ahora tampoco puedo ir a charlar? —cuestionó molesto.
—¿Con quién? —reí.
—Chicas —musitó zafándose para luego alejarse.
—Mientras no salga, estará bien —me aseguró ella y apoyó la mano sobre mi brazo.