Otra vez tú

Capítulo 12

LUKA

 

Lo único más complicado que dormir junto a ella siendo “amigos” era hacerlo en esta situación. Me sentía impotente y casi inútil, pero según ella, con solo estar ya la ayudaba.

Por otro lado, el velatorio fue difícil y pasó exactamente lo que predijo: cuando apareció el ataúd, la vi caer en mis brazos con su corazón rompiéndose a pedazos mientras yo intentaba unir las piezas, en vano. 

Estuvo tanto con la madre como conmigo durante la ceremonia, pero cuando no lo toleró más, nos alejó de todos.

—No iré nunca más a un velatorio —dijo sonándose la nariz por quinta vez.

—Suena bien —asentí mientras intentaba mantener cierta distancia, pero ella seguía acercándose.

—¿Qué haces? Me pones nerviosa —se quejó molesta.

—Quiero darte tu espacio.

—¿Eso es lo que crees que necesito? —preguntó, a lo que asentí—. Pues, estás equivocado. ¿Me vas a seguir abrazando o tengo que buscar a alguien más?

Sus ojos estaban rojos e inflamados al igual que su pequeña nariz. Decir que era adorable era poco, pero me lastimaba que el dolor sea la razón de una imagen tan tierna. Me acerqué ella y la rodeé con mis brazos por milésima vez en las últimas dos semanas. No había pasado ni un día sin que lo hiciéramos, sin embargo, hoy el número fue mucho mayor que cualquier otro.

—Creo que deberíamos ir a visitar algún museo o algo así —comenté mientras acariciaba su espalda.

—Podríamos ir al planetario antes de ver las auroras —murmuró.

—¿Está muy lejos?

—Cerca del aeropuerto —contestó y me miró apoyando la pera en mi pecho—. ¿Quieres ir?

—Me encantaría —musité antes de dejar un beso en la punta de su nariz.

Su sonrisa desapareció y se puso seria haciendo que me asuste.

—¿Me pasé? —cuestioné preocupado.

—¡Deja de preguntar eso! —exclamó entre dientes.

—Lo siento —susurré y la abracé por la cintura para hundir mi rostro en su cuello.

—También deja de decir eso —masculló y reí.

Respiré hondo y suspiré poco a poco, disfrutando el momento.

—Hueles muy bien —dije para luego apoyar los labios sobre su piel.

—Ray…

—¿Vamos? —asintió y me separé lentamente.

Tomé su mano, caminamos hasta su familia y nos despedimos uno por uno. Rae me explicó que había que tomar un taxi para llegar lo antes posible, y eso hicimos.

El camino al planetario, o mejor dicho, el Museo de Anchorage, fue relajante y hermoso. Su hogar estaba rodeado de campo, por lo tanto, fue lo que más vimos hasta que llegamos a la ciudad. El viaje duró tres horas, y cuando entramos, no encontrábamos la señalización.

—Creo que estaba en el último piso —mencionó Rae observando su alrededor.

El lugar era inmenso y había de todo. Estaba lleno de objetos históricos, pero el lugar era súper moderno. Sin embargo, al poco tiempo de que ingresamos, Rae me agarró antes de comenzar a correr por las escaleras, casi arrastrándome. Cuando llegamos al último piso, se detuvo frente a la cartilla con las funciones.

—¿Qué te parece es espectáculo de las galaxias? Empieza en diez minutos.

—Suena bien, ¿qué hacemos hasta entonces? —le pregunté rozando sus dedos con los míos.

Giró la cabeza a un costado para acercarse a lo que sea que había visto, la seguí y vi una muralla llena de fotos de personas.

—¿Famosos? —interrogué.

—No creo —murmuró mirando uno por uno—. Parecen grupos escolares, tal vez está mi foto.

—Espera… Creo que yo estuve aquí —dije viendo un uniforme que se me hacía muy familiar.

Poco después, escuché un jadeo por parte de Rae y posé mis ojos sobre la foto que estaba señalando.

—¡Esa soy yo! —exclamó apuntándose.

—Esas coletas —reí y recibí un golpe de su parte.

Si bien ella se llevó toda mi atención, cuando moví un poco mis ojos, me vi junto a ella en la foto.

—Rae —susurré.

—¿SÍ?

—Ese soy yo —dije casi sin voz.

—Eso es imposible, me acordaría —comentó antes de soltar una carcajada.

Y como si fuese una película, los recuerdos comenzaron a invadir mi mente poco a poco. La niña de la foto diciendo mi nombre, bañándose en el lago conmigo, jugando a las escondidas… Absolutamente todo estaba apareciendo y la miré más que sorprendido.

—¿Valkiria? ¿Eres esa Valkiria?

Noté que a ella le había pasado exactamente lo mismo cuando me miró con los ojos llenos de lágrimas.

—Ray-Ray —balbuceó antes de empezar a llorar otra vez.

La abracé de nuevo, pero esta vez, se sintió muy diferente. Sentía que estaba abrazando a mi mejor amiga, de la cual seguramente me estaba enamorando.




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