VALKIRIA
Desde el momento en que sus labios tocaron los míos, me di cuenta de que me estaba enamorando. Todo lo malo se desvaneció por un momento, permitiéndome disfrutar cada segundo.
—Vamos a casa —murmuré cuando me separé un poco.
Suspiró antes de darme un último beso y sonreír; pero yo sonreí un poco más en cuanto tomé su mano y comencé a correr como si mi vida dependiera de eso. Lo agarré tan desprevenido que casi se cae y reí a carcajadas.
Cuando llegamos, no dejé de correr hasta estar dentro de mi cuarto, con la puerta cerrada. Nos quedamos quietos, mirándonos a casi dos metros de distancia sin decir una palabra. Al cabo de unos segundos, empezó a acercarse lentamente a mí, cosa que me ponía cada vez más nerviosa.
—Ray… —reí asustada.
—¿Sí?
Retrocedí hasta que choqué con la pared, y poco después, me alcanzó acorralándome. Sus manos comenzaron a viajar por mi torso, brazos y rostro, acariciándome con la yema de sus dedos de una manera dulce y delicada. No omitió ni un centímetro de piel, subió y bajó animándose cada vez un poco más.
Tomé su cinturón y se lo saqué para tirarlo al suelo, provocando una mirada de sorpresa de su parte. Estuvo a punto de decir algo, pero lo interrumpí uniendo su boca con la mía. Después de cuatro años de besos vacíos, finalmente entendí lo que todos me decían cuando hablaban de amor. Enseguida procedí a sacarle la remera rompiendo el beso durante dos segundos y empecé a empujarlo hasta la cama, donde cayó jadeando.
—Rae —masculló cuando me subí encima suyo poniendo una pierna de cada lado.
—¿Sí?
Me estaba acercando para continuar el beso, pero habló.
—Así no —susurró antes de sentarse y acomodarme encima de él para quedar a la misma altura—. No quiero hacerlo estando comprometido. Mereces mucho más que eso, mereces todo el respeto del mundo.
Me mantuve callada durante unos segundos, preguntándome si me estaba diciendo lo que creía que estaba diciendo.
—¿La vas a dejar?
Tomó mi cintura y me acercó más a él.
—Es la idea —asintió sonriendo de costado—, pero tengo que planearlo y pensarlo bien.
Fruncí el ceño y golpeé su hombro.
—¡¿Por qué?! ¡Solo hazlo!
Rio un poco sacudiendo la cabeza.
—Cuando lo haga, voy a perder la oportunidad de tener mi propia empresa, al menos déjame intentar no perder mi trabajo —murmuró.
Parecía dolido, como si estuviese entre la espada y la piedra, y yo no quería eso.
—No te estoy forzando a elegir —expliqué tomando su rostro—; pero te quiero, ahora.
Moví la cadera frotando mi pelvis contra su miembro y gruñó. Me saqué la remera junto al corpiño haciendo que sus ojos bajen para luego suspirar.
—Eres más perfecta de lo que imaginaba —dijo en un susurro antes de dejar un beso en cada pecho.
Metió un pezón en su boca y lo succionó, provocando un pequeño gemido de mi parte. Se manos recorrieron mi espalda antes de voltearme y ponerse encima de mí.
—Ray —balbuceé mientras me sacaba el pantalón.
—Quiero hacerte el amor y que grites al mismo tiempo —soltó antes de comenzar a besarme.
Decir que eso me había agarrado desprevenida era poco. Su pantalón no tardó mucho en desaparecer, y en cuanto pasó, mi mano ignoró por completo su bóxer para tomar su miembro. Gimió sobre mis labios ante el tacto y yo sentía que no podía esperar más.
—Puedo esperar —insistió mirándome a los ojos.
—Hazme el amor, Ray —murmuré, y cualquier pizca de inocencia restante en los suyos, desapareció.
Después de descartar el par de prendas restantes, se detuvo en seco.
—No tengo protección.
—No pasa nada, no estoy ovulando —le aseguré empujando su cadera hacia mí.
Cuando la punta tocó donde debía estar, sacudió la cabeza, preocupado.
—¿Estás segura?
—No, pero tampoco me importa.
Dicho esto, lo empujé más haciendo que se abra paso en mi interior. Ambos soltamos un gemido sin dejar de mirarnos, y enseguida comenzó a moverse mientras me besaba con más ganas que antes.
Al poco tiempo comenzó a repetir mi nombre mientras intentábamos hacer el menor ruido posible, pero era más que difícil. Empezó a tensarse y noté que se estaba conteniendo.
—No pares —le rogué empujándolo más hacia mí.
Gruñó mientras se movía por última vez y cubrí su boca antes de que cayera encima de mi cuerpo. Su respiración comenzó a normalizarse de a poco junto con la mía.
—Era demasiado bueno como para que pueda seguir aguantando —susurró jadeando.
—Lo era —asentí y reí una vez.
Me acomodó a su lado para luego cubrirnos con las sábanas. Seguido de eso, me rodeó con sus brazos haciendo cucharita y cerré los ojos mientras suspiraba con una sonrisa en mi rostro.