LUKA
Nunca imaginé que un día tan increíble podía llegar a ser tan complicado al mismo tiempo. Rae no pegó un ojo en toda la noche y yo tampoco. No sabía si era por el pequeño gran error que habíamos cometido o porque recién ahora estaba de luto, o ambas. Quería saber, pero me daba miedo preguntar. Quería ayudarla, pero podía llegar a empeorarlo. Así que, nos limitamos a hablar de todo lo demás durante toda la noche.
—¿Cómo está mamá? —me preguntó mientras descansaba sobre mi pecho.
—Creo que un poco mejor que tú —murmuré y ella suspiró.
Me volteé acomodándola para quedar enfrentados, pero entrelazados.
—¿Te irás?
Tanto su voz como su rostro me decían que tenía miedo y eso solo me rompía el alma.
—Debería —susurré acariciando su mejilla con el dorso de mi mano—. ¿Tú cuándo piensas volver?
—Tengo que ayudar a mi madre con la granja, Ray.
Esta vez era yo el asustado.
—No me digas que eso significa lo que creo que…
—Sí —me interrumpió y sus ojos se aguaron.
—¿Por cuánto? —musité con un nudo en la garganta.
Ella se limitó a alzar los hombros antes de sollozar.
—Hablé con Peter ayer —comenzó a decir en voz baja—. Dijo que iba a lograr que esté en una especie de suspensión hasta que le avise.
—Eso suena a mucho tiempo —reí tristemente.
—Pero iré a visitarlos siempre que pueda —agregó alejándose para mirarme—. Lo prometo.
—Me tomo las promesas muy en serio, Rae —tomé su rostro y dejé un beso sobre su nariz—. Principalmente después del trauma que me dejó mi madre.
Ambos soltamos una carcajada, pero en realidad no era tan divertido de recordar.
—¿Entonces qué pasará a partir de ahora?
La observé durante unos segundos, pensando, y sonreí.
—Seguiré fingiendo como siempre, intentaré idear un plan para que no me quieran arrancar la cabeza y viviremos aquí.
—¿Aquí? —interrogó sorprendida—. ¿Quieres alimentar cerdos y limpiar las heces de los caballos?
No pude evitar reír.
—Si es contigo a mi lado, claro.
Y de repente se puso seria.
—Tengo una idea —mencionó y asentí expectante—. Tendremos una especie de código morse: cuando me escribas “auroras boreales”, iré y nos quedaremos en un hotel.
—Suena bien.
La atraje hacia mí y la besé intentado transmitirle todo el amor que sentía por ella con ese beso. Nuestros labios sonreían de vez en cuando, y eso solo me hacía pensar en lo dolorosa que iba a ser la despedida; la cual no tardó mucho en llegar.
A eso de las seis de la tarde, ya estábamos en el aeropuerto. Recién habíamos terminado de hacer el check-in y ahora solo quedaba esperar a que anunciaran mi vuelo.
—Repíteme por qué no puedes quedarte un día más —dijo sentada en mi regazo mientras observábamos la salida de los aviones.
—Porque, a diferencia de Francis, yo sí necesito trabajar —contesté haciendo una mueca.
—¿No paga todo ella?
—El padre nos compró el departamento, pero yo nos tengo que mantener.
—Suena justo e injusto al mismo tiempo —rio una vez—. Espera, ¿van a seguir teniendo sexo?
Mis ojos se ampliaron y mi boca se abrió. No lo había pensado.
—Oh, no —murmuré cubriendo el rostro con las manos.
Pensé que se iba a poner a llorar o algo, pero comenzó a reír dulcemente.
—Podrías ponerle una bolsa en su cabeza y fingir que soy yo.
—¿No te afecta? —le pregunté sorprendido.
—Me vas a elegir a mí, y si lloro al respecto, no va a ayudar en nada.
—Rae, ya te elegí —suspiré antes de sonreír—. Simplemente hay un pequeño obstáculo.
—¿Pequeño? —alzó las cejas.
Dejé un delicado beso sobre sus labios, y como si fuese a propósito, los parlantes anunciaron mi vuelo. Nos levantamos, agarré mi bolso y caminamos hasta donde ella podía llegar.
—Si el destino no es una perra —murmuré aplastando sus cachetes con una mano—, todo saldrá más que bien.
Su labio inferior tembló un poco y la besé. En cuanto abrí los ojos, vi una lágrima cayendo por su mejilla y la limpié enseguida.
—Pronto —susurró antes de reír.
—Pronto —repetí.
Miércoles
Llegué a casa las nueve de la mañana del día siguiente. Francis me recibió mucho mejor de lo que esperaba, tal vez sí tenía algo de empatía. Aproveché y aparenté estar súper afectado; aunque en parte era verdad, pero no por el padre no-muerto de Zane. Quería evitar tener relaciones con ella todo lo posible, sin embargo, el hecho de que sea medio ninfómana y una malcriada, no ayudaba.