VALKIRIA
Cuando se cumplió un mes sin un mensaje suyo, comencé a preocuparme. A pesar de que había sentido el alivio más grande de mi vida cuando me vino el período y la muerte de mi padre ya no pesaba tanto, no podía estar tranquila. Decidí hacer mi mayor esfuerzo y regresar, asustada por lo que podría llegar a descubrir y dolida por dejar a mi madre de nuevo.
Sin embargo, la peor parte fue llegar al departamento y ver a Kingston en la puerta. ¿Cómo sabía que hoy regresaría? ¿O acaso estuvo todos los días esperándome?
—¿Qué haces aquí?
Levantó la mirada, tiró el cigarrillo y lo pisó antes de sonreír.
—Me dijeron que hoy regresabas —explicó y fruncí el ceño.
—No le dije a nadie que hoy volvía.
Comenzó a mirar para todos lados, nervioso, y metió las manos en los bolsillos del pantalón. Eso solo significa una cosa: estaba a punto de mentir.
—Si te digo…
—O me dices, o llamo a la policía —contesté sacando las llaves del departamento.
—¡Está bien! —bufó antes de despeinarse y me miró—. Le pedí a un amigo que rastree tu celular.
—¿A Thomas?
—Tommy no quería, no lo culpes —se apresuró a decir mientras se acercaba, pero yo no me moví—. Estabas desaparecida, Val.
—Estaba con mi madre —respondí, puse las llaves y las giré.
—¿Tanto tiempo? ¿Por qué?
Su falsa preocupación me asqueaba, sin embargo, soy una persona que cree en la redención.
—Mi padre murió, Kingston.
Giré hacia él, y antes de que pudiera reaccionar, me abrazó.
—Lo siento mucho, ¿cómo estás?
Una sensación de desconfianza e inseguridad me invadió de inmediato. Quería empujarlo, gritarle y golpearlo, pero no hice nada.
—Mejor —murmuré y me separé—. ¿Quieres tomar algo más tarde?
¿Valkiria? HELLO? *Cerebro ha abandonado el chat*.
—¿Café o bar?
—Necesito cinco daiquiris —admití y él rio.
—Te paso a buscar a las nueve.
Lo observé por un momento antes de abrir y entrar. Se veía emocionado, cosa que me daba escalofríos; pero nunca había sido tan dulce conmigo en tan poco tiempo y eso me confundía.
En cuanto acomodé mis cosas y me duché, llamé a Val sin pensarlo dos veces. Esperaba un gran «hola» o algún grito de su parte, pero tan solo escuchaba sollozos.
—¿Val? ¿Qué pasó?
—Zane… Él… —se detuvo para sonarse la nariz para luego escuchar una patada—. ¡Se estuvo acostando con Francesca!
La confusión no dejaba de aumentar.
—¿Cómo lo sabes?
—¡Luka me mandó un mensaje! Ni una llamada, por mensaje, Val. ¿Y sabes cuál es la peor parte? ¡Zane también está desaparecido ahora!
—¿”También”? —interrogué asustada.
—Desde hace un mes ninguno aparece en la oficina, ¿Luka no te dijo nada? —me quedé callada—. ¿Val?
—Tengo que hacer un llamado, ¿puedes venir, por favor? —pregunté lenta y pausadamente.
—Claro —balbuceó y cortó.
Mis dedos comenzaron a deslizarse entre los contactos hasta que lo vi.
—¡Valkiria! Tanto tiempo, ¿cómo estás?
—Necesito tu ayuda, Tommy. Es urgente, s-si te digo…
—Ya sabes que no es necesario, linda. ¿Cuánto tienes?
—Cinco.
—Siete o nada.
Suspiré, y aunque no podía verme, asentí.
—Está bien, pero ahora.
—¿Ya?
—¡Ya! —grité antes de colgar.
Val fue la primera en llegar. Pensé que iba a tener que consolarla, pero fue al revés. Yo estaba hecha un manojo de nervios, me sentía al borde del ataque de ansiedad todo el tiempo y cada minuto que pasaba sin que llegara Tommy era una tortura.
Cuando sonó el timbre, corrí tan rápido que casi me caí por las escaleras.
—Vamos, vamos —tomé su brazo y lo arrastré hasta el segundo piso.
—Nunca hago preguntas, pero ¿qué está pasando, Val?
—No, yo soy Val, ella es Rae —aclaró mi amiga mientras yo cerraba la puerta.
—Pues, un gusto Val, ella es Rae —dijo Thomas sonriente.
—No es el momento, lo siento —mascullé abriendo su mochila para sacar la laptop y entregársela—. Este es el número.
Puse la pantalla de mi celular en su cara, tomó su computadora y suspiró.
—Me tendrás como esclavo, ¿cierto?
—Perdón, pero es más que urgente.