Tras acabar la reunión la cual no se ha debatido, y me ha parecido una auténtica absurdez, ya que ninguno de los puntos de los cuales se negaron ayer se han retocado. Quien entiende eso. Era una reunión para debatir, no para aceptar a la primera de cambio. Eso lo hubieran hecho ayer y me hubieran ahorrado todo este desastre en mi cabeza. Cojo mi cajetilla de tabaco del bolso junto a mi móvil, y voy rápidamente al ascensor.
Necesito un cigarro en este maldito momento, Dios. Doy de mala gana al número que corresponde a la
Planta baja. Mientras el ascensor baja intento calmar mi respiración, la cual parece que se fuera a desatar. Al abrir las puertas del ascensor una corriente llega a mi de la puerta de salida y casi corro aunque puedan creer que me he vuelto loca. Porque en parte creo que lo estoy.
Inhalar el humo hace que me tranquilice y aún más cuando me dejo caer en uno de los bancos que están enfrente del edificio. El no puede estar aquí, porque si no,no podré seguir hacia adelante y me volveré a estancar como cuando todo se terminó. Y otra vez esa voz me envuelve la mente.
-Maldita voz- me agarro la cabeza con una mano y empiezo a frotar mi frente hasta que vuelvo a oírla.
-¿Cómo?- levanto mi cabeza para volver a ver ese rostro y una punzada en mi me hace que me apriete el pecho con la mano.
-¿Que haces aquí?- digo firme.
-Como te ha comentado mi socio, soy accionista. Ya veo que a ti también te va muy bien, lo conseguiste- dice tranquilamente. Y esa tranquilidad hace que me enerva todo en mi interior.
Asiento evitando hablar más. Doy una calada al cigarro y lo suelto dejando caer al suelo. Intento saborear la amargura y salgo de allí.
Sus manos me aprisionan evitando que me mueva hacia el interior del edificio.
-No quiero tener esta situación contigo y menos aquí-suspira y su aliento entra directo hacia mi, hasta incluso por un momento me dejo saborear y cierro los ojos.
-Tranquilo, seré formal en el trabajo-asiento y quito sus manos de mí un poco brusco.
Cuando llego a mi oficina cierro la puerta y me apoyo en esta. Dios mío esto no me puede estar pasando.
Me acerco al escritorio y me siento intentando calmar mis sentimientos, pero parece que se despertó algo que debía estar en lo profundo. Suspiro tendido y abro el ordenador para buscar refugio en mi trabajo. Suena la puerta y con un adelante aparece mi querido jefe.
-Vete a casa a descansar, mañana se celebrará la unión- me mira firme aunque mi mirada debe ser un poema.
-¿Es necesario mi asistencia a dicha fiesta?-digo con desgana. En este momento me da exactamente igual el trabajo y mi compostura.
-Por supuesto que si y más te vale que no faltes, me da igual si tienes un día malo, esto es prioridad- se marcha sin esperar mi respuesta y me dan ganas de dar un grito.
Tras recoger las cosas de la oficina me dispongo a salir a buscar a Laura, necesito pasar un rato con alguien querido y poder quitarme toda esta pesadez de encima.
Llamo a la puerta de su oficina y me abre sin darme tiempo- Hoy comemos juntas.-dice envolviéndome en sus brazos.
-Si, necesito a una amiga-asiento suspirando.
Al salir del edificio observo como Marco esta con sus socios hablando, y parece que no están muy contentos lo cual no es muy normal contando que acaban de firmar un contrato con nosotros. Debería ser motivo de celebrar, aunque ahora mismo mi visión está muy alejada de la realidad. Su mirada se encuentra con la mía y noto la dureza de esta. Evito seguir mirando y me agarro fuerte al brazo de Laura para salir casi corriendo de allí.
Tras caminar unas pocas manzanas, paramos en un restaurante italiano, y entre platos confieso mis pensamientos más alocados.
La mañana siguiente concurre con normalidad, excepto que mi jefe está de buenísimo humor y yo no tanto, solo de pensar que esta noche volveré a encontrarme con él hace que mis nervios formados en naúseas se repitan una y otra vez durante toda la mañana.
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