Otro Mundo

8

—Estamos caminando hace una hora ¿Cuándo vendrá una bestia a matarnos? —dijo Isamu con cierto fastidio.

Una bola de fuego cayó frente a ellos haciendo que retrocedan.

—Parece que ahora mismo. —Rio el castaño con nerviosismo.

Un zorro con cinco colas de color rojo, luego de caer del cielo, se paró frente a ellos preparado para atacarlos.

—Es un Kitsune real... —Antes de que el chico delgado pueda seguir hablando, una adolescente de cabellos celestes hasta los hombros y de baja estatura lo interrumpió.

—Hermano, ¿qué es lo que está pasando? Seguí tu rastro por el celular y...me encuentro con un pokemón—intentó entender el porqué de la aparición de aquella bestia frente a sus ojos utilizando el sarcasmo como escudo de su asombro y temor.

Arata todavía no procesaba que la hermana del policía acababa de aparecer frente a ellos justo en el momento en el que hizo presencia aquel Kitsune. Ella parecía más joven que su hermano, hasta arriesgaría que estaba en secundaria como Ishi, Kasumi y él.

—¡Vete de aquí Michiko! Es peligroso—gritó Isamu dejando de lado la amenaza frente a él. Gracias a esa distracción, el animal asestó un golpe con una de sus colas en su costilla. Cuando intentó levantarse, cayó otra vez—. Es probable que tenga una costilla fracturada...—Acarició su costado con delicadeza.

Michiko, al ver que su hermano no podía levantarse, sacó la pistola del bolsillo del policía y apuntó al Kitsune, no obstante, su puntería no era como la de su pariente. Luego de fallar cada una de las balas, la bestia atacó con dos de sus colas golpeándola en la cabeza y en uno de sus brazos, haciendo que caiga bruscamente al piso quedando inconsciente.

—¡Michiko! —en el instante que llamó a su hermana, empezó a toser en seco.

Arata, viendo petrificado la escena empezó a tambalearse.

—Oh, mierda ¡Venció a una chica linda y fuerte! ¿Qué me queda a mí? —Los temblores empezaron a aumentar en su fornido cuerpo.

Isamu hizo el intento de levantarse, pero sus costillas no se lo permitieron. Un quejido salió de su boca.

—Ve a buscar a Ishi, nosotros ganamos tiempo.

Arata rápidamente se puso frente a Isamu en su afán de defenderlo.

—¡Estás loco! No los dejaré solos. —Tragó en seco mientras agarraba con fuerza el hacha; su única arma.

Los pasos aligerados de Ishi se incrementaron al sentir como una garra se acercaba a su cuerpo. La bestia de color negro y de casi cuatro metros de alto no dejaba de atacar a la pelirroja con sus enormes patas.

Tomando distancia de esa escena, Kasumi desesperada se encontraba apretando la tela de su remera con fuerza mientras que con la otra mano sostenía el talismán.

—¡Idiota, deja de estar tan quieta y piensa en algo con filo mientras frotas el puto talismán! —gritó la pelirroja con los nervios de punta, aun escapando.

—¡Deja de llamarme idiota, idiota! —sus blancas manos frotaban con apuro el

amuleto.

En el momento que el talismán se transformó en una lanza, la sonrisa de Kasumi se hizo presente, como si aquello hubiera sido el mejor logro de su vida. La mirada de Ishi se posó en los ojos avellana de la contraria mientras seguía escapando de la bestia.

—Deja de sonreír como una tonta y fíjate como clavarle eso a la bestia de Gevaudan.

La garganta de Arata tragó con fuerza.

—¡Yo voy a estar para ustedes cuando me necesiten, siempre!

Las lágrimas del castaño empezaron a caer mientras un recuerdo llegó a su mente en ese instante.

Cuando era un pequeño niño de seis años empecé a ver las realidades de otras personas.

En un momento de la clase, la profesora dijo una sencilla oración: "Para la semana que viene sus padres tienen que venir a compartir en la instancia escolar".

Todos mis compañeros empezaron a hablar sobre el tema.

"Mi papá no podrá venir, creo que en la mañana trabaja". "Que pena, mi papá siempre tiene tiempo para mí". "Al mío no le suelen gustar esas actividades" ... etc, etc, etc.

"¿Qué es papá?"

Mi pregunta dejó atónito a todo el curso, incluso a la maestra. Las preguntas cesaron y las miradas se dirigieron hacia mí. Nadie aclaró mi duda, solamente recuerdo la mirada de arrepentimiento que tenía la maestra.

Me dirigí a casa y al entrar, lo primero que hice fue preguntarle a mi madre: "¿Qué es un papá?" repetí, como hace unos minutos en el colegio.

—Un padre es como una madre, pero en varón. —acarició mi mejilla con ternura.

—Mami, ¿y por qué no tengo uno? Todos los niños tienen papá menos yo. —En ese momento sonreí inocentemente mientras esperaba su respuesta.

Su rostro se entristeció.

Desde los seis años sé que nunca tuve un padre ni tampoco lo tendré. Nunca lo consideraré mi padre. Ese hombre abandonó a mi mamá al saber que estaba embarazada de mí.

A los doce años empecé a trabajar cortando el césped de las casas de mis vecinos. Iba a ayudar a mi madre en todo lo que haga falta para poder mantenernos y hacerla feliz.

Y hasta el día de hoy sigo haciéndolo, nunca haré lo que hizo el imbécil de mi progenitor.

«Nunca abandonaré a nadie».

Arata con decisión se apresuró en atacar al Kitsune.

Sus manos ásperas lograron ser tan rápidas como para poder cubrir con su espada el ataque de la bestia de Gevaudan.

—¡Date prisa, mierda! La tengo, atácala de una vez.

Kasumi intentaba correr con la lanza en sus brazos, sin embargo, esta la doblaba en tamaño, es por eso que era difícil pelear con ella.

—¡No tengo tus grandes habilidades! ¡Hago lo mejor que puedo!

—¡Entonces hazlo aún mejor de lo que puedes!

La fuerza ejercida para detener el ataque de aquella bestia era casi imposible de mantener para Ishi. Los temblores en sus manos que ya no soportaban la presión, hicieron que el arma salga volando dejando su rostro al alcance de las garras de la bestia de Gevaudan, impactando directamente en su mejilla.



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Editado: 16.06.2024

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