Al abrir la puerta de su hogar, Ishi intentó saludar emitiendo un "hola", pero fue silenciada por el dedo índice de la pelinegra.
—No hagas ruido, no sería lindo que nos vean así. —Sus cuerpos portaban heridas, gotas de sudor, lluvia y tierra.
Subieron las escaleras de la casa intentando hacer el menor ruido posible, tropezando unas cuantas veces en el intento.
—Yo me bañaré antes—habló la más baja.
Al terminar de asearse, bajaron de vuelta. Kasumi preparó dos sándwiches para Ishi y ella, luego se sentaron en la mesa para devorarlo.
—Tenía hambre. —Sus colmillos mordían con voracidad aquel alimento, como si hiciera días que su paladar no sintiera más que su saliva recorrer su boca.
Del apetito que tenían, no se habían dado cuenta que la televisión estaba prendida frente a ellas, hasta que un pequeño ruido las sacó de su trance.
—¡Chicas! Hoy volvieron algo tarde, no las escuché llegar—Guido, el padre de Kasumi, no apartó la mirada de la televisión, por lo tanto, no se había percatado de las heridas que portaban las dos chicas. Señaló hacia la pantalla—. ¡Miren lo que son las noticias! Dicen que vieron un zorro gigante de muchas colas peleando contra unos adolescentes de su edad, alguien lo grabó y lo envió a diferentes plataformas. Me pregunto si será verdad o solo edición...
En ese momento, la pelirroja dejó de masticar su sándwich y solo fijó su mirada en la televisión. Por otro lado, la pelinegra frente a ella no alcanzó a darse la vuelta, ya que se había ahogado en un intento de mantener la calma.
—¡Que bromas! —Rio fuertemente luego de dejar de toser—. ¿En serio crees en esas cosas? Que tonterías, obviamente es edición.
Las adolescentes se encontraban sentadas en una de las camas, había un silencio demasiado incómodo.
—Mira en el problema que nos metimos, que suerte que fueron grabados ellos y no a nosotras. ¿Te imaginas que nos hayan encontrado peleando y tu tengas esa espada? También tu gran cuerpo. Mierda. Mierda. Mierda. —Agarró sus cabellos negros con fuerza—. Hay que hablarlo con los demás, quizás sus madres o padres ya se han enterado. ¿Qué vamos a hacer la próxima vez? Algunas calles y casas en el pueblo están destruidas...
—¿Y que tiene? —sus hombros fueron atrapados por las pequeñas manos de su contraria.
—¡Ishi! ¿No entiendes? Quién sabe las personas que nos buscarían por el simple hecho de saber sobre estas cosas, lo que nos harían. Ninguna persona de aquí está acostumbrada a ver criaturas extrañas, es algo totalmente raro para ellos. Hasta Isamu; un policía, dijo que sería peligroso que lo supieran.
—Igual no entiendo cuál es el problema, yo podría protegerte si corres peligro...—dijo incrédula.
—¡Ey! No necesito que me protejas, que te quede claro. Además, no serías capaz de hacer nada contra las tecnologías de este mundo...—Cambió la posición de sus manos para dirigirlas a las mejillas morenas de quien estaba al frente, haciendo que gire su cabeza para que vuelva a mirar cómo se formaba una sonrisa en el rostro de Kasumi—. ¡Voy a entrenar contigo!
Apenas amaneció, las dos se levantaron para iniciar el entrenamiento. Comenzaron trotando en una distancia de 2km, pero a medio camino, Kasumi se detuvo, intentando tomar el oxígeno que necesitase, cosa que le era imposible.
—No...puedo...más.
—Vamos, apúrate. Tú habías dicho que querías entrenar conmigo, esto recién es el calentamiento.
Realizaron abdominales, intentando terminar, cosa que no se logró por los quejidos de la menor. Luego siguieron las flexiones de brazos, con las que no pudieron continuar después de la segunda serie. Unos minutos pasaron desde que empezaron a meditar, fueron interrumpidas por la voz ya escuchada anteriormente.
—¿Cómo es que haces esto todos los días...? —Abrió un ojo esperando una respuesta.
—¿Puedes callarte de una vez? —Copió la acción de su contraria. En ese momento parecía encontrarse enojada, como nunca había estado con ella—. Hice el entrenamiento mucho menos difícil de lo que es para que puedas seguirlo, pero ya es suficiente, déjame meditar en paz.
Kasumi se molestó a su mismo nivel.
—¿Hiciste qué? Eres una imbécil, ¡me subestimaste!
—Lo hice, y terminé teniendo razón.
—¡Idiota! No te quiero ver más. —La pelinegra se levantó rápidamente, mientras intentaba contener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.
Caminó y caminó demasiados minutos, sintiéndose impotente y débil.
Luego de que sus mejillas se mojaran una y otra vez, sus pasos la dirigieron hasta el club, en donde conoció a aquellas personas que algunas veces le parecían deslumbrantes. Se paró frente a la puerta sabiendo que allí estarían los chicos con los que nunca esperó formar un vínculo.
Al entrar, se encontró con ellos jugando el juego de mesa "Teg".
—¡Kasumi! Todavía no empezamos, estábamos repartiendo países, ven a jugar con nosotros. Michiko ahora es parte de este club, mi hermanita la pasa bien—Isamu le regaló una cálida sonrisa. Ya no parecía el policía serio y que solo vivía para el trabajo de hace unos días. Ahora era un joven hombre jugando con su hermana y su amigo, invitando a su otra amiga a participar de un juego de mesa.
—Está bien, pero antes tenemos que hablar de algo muy importante, de lo que seguramente ya se enteraron. —Las miradas de aquellos tres se posaron en sus ojos avellanas.
—¿No esperaremos a Ishi? —preguntó Arata frunciendo sus pequeñas cejas.
—No vendrá, está entrenando—dijo fríamente la pelinegra—. Dejando de lado eso, quería hablarles sobre lo que seguro ya saben: ustedes fueron grabados mientras peleaban contra la criatura.
Todos dijeron al unísono "No sabía" antes de ser reprochados por no enterarse de esa fatal noticia.
—Lo que importa es saber cómo vamos a solucionar esto. Yo al menos, no le encuentro solución. Si la noticia y video se siguen esparciendo estamos realmente jodidos.