En el rincón del alma, el ayer reposa,
un fardo de recuerdos que a veces sofoca.
La necesidad de olvidar, un suspiro en el viento,
pues solo así podemos encontrar el aliento.
El pasado, un ancla que nos frena el andar,
sus cadenas nos atan, no nos dejan avanzar.
Pero en la amnesia del tiempo, hallamos liberación,
un nuevo comienzo, una renovación.
Las memorias que pesan, se desvanecen como humo,
dejando espacio para un mañana sin arrullo.
En el olvido encontramos la fuerza para renacer,
y en las páginas en blanco, nuestra historia reescribir.
Así, sin la sombra del ayer que nos atormenta,
podemos abrazar un futuro que nos enfrenta.
La necesidad de perder la memoria del pasado,
nos libera y nos guía hacia un mundo renovado.
Perder la memoria del pasado, un acto doble filo,
pues también implica olvidar lo que amamos con ansias.
La tristeza se posa como sombra en el recuerdo,
al ver desvanecerse momentos, rostros, afectos sinceros.
Olvidar a quienes partieron de este mundo querido,
una carga emocional que parece nunca ha partido.
La tristeza se mezcla con el eco de su ausencia,
como un dolor que se perpetúa, una eterna presencia.
Recordarlos es un acto de amor y gratitud,
pero a veces el sufrimiento es un muro sin virtud.
La necesidad de olvidar para avanzar persiste,
aunque olvidar a seres amados resista y resiste.
En el corazón, sus voces aún susurran,
sus rostros, sus risas, en la memoria se abrazan.
Pero en el olvido de su partida, hallamos consuelo,
pues el dolor se disuelve y nos libera del duelo.
La tristeza de olvidar a quienes ya no están presente,
se desvanece, permitiendo un nuevo amanecer latente.
En el vacío que dejan, se teje un manto de resiliencia,
y en el olvido, encontramos la fuerza para seguir con paciencia.
El amor que una vez floreció con pasión y fervor,
se desvanece en la neblina del olvido, sin valor.
Las lágrimas ruedan por las mejillas como lluvia,
al perder lo que amamos, en esta lucha sin tregua.
Pero en la necesidad de olvidar, hallamos un consuelo,
pues también borramos heridas, y el dolor se hace anhelo.
A través de la tristeza, se forma un lienzo en blanco,
donde podemos pintar un nuevo amor, un nuevo encanto.
Así, la memoria del pasado se difumina con pesar,
pero nos brinda la oportunidad de volver a amar.
La tristeza de olvidar lo que amamos se convierte,
en la esperanza de un mañana en el que nuevamente florecerá la suerte.