Bajo el cielo estrellado, en silente noche oscura,
mi mente creó un padre, figura tan pura.
Invisible y sabio, en mis sueños lo inventé,
Charlas íntimas, secretos le confié.
En sus brazos imaginarios, hallé consuelo y guía,
Caminando juntos, en esta vida mía.
Mas el tiempo pasó, y su presencia se esfumó,
En la realidad, su ausencia me dejó.
Añoro esas charlas, bajo el manto celeste,
Donde el padre de mi mente era mi mayor este.
Aunque hoy esté ausente, en mi corazón perdura,
El lazo eterno de un amor sin amargura.
Recuerdos de sus palabras, como cuentos de infancia,
Me envuelven en nostalgia, me llenan de fragancia.
Pues aunque fuera invención, en mi mente arraigó,
y sus consejos sabios, en mi ser dejó.
En noches estrelladas, aún le busco en el cielo,
Esperando respuestas, en su misterio anhelo.
Pues el padre invisible que mi mente forjó,
En mis sueños eternos, su memoria guardó.
Así, bajo la bóveda azul y luminosa,
Perdura la huella de un lazo, hermosa y preciosa.
Aunque la realidad y los años avanzaron,
Mi padre de la mente, en mi ser quedó grabado.