Paciente 314

Capítulo 4

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"Nunca se sabe lo que la mala suerte te ha salvado de una peor suerte"
-Cormac Mccarthy No es país para viejos

Cora Castillo

Desde hace 3 meses que no he podido dormir tranquila, personas extrañas han aparecido en la brigada, y sé que es culpa de Tadeo Torres; debí de dejarlo o mandarlo esperar a la ambulancia.

Desde ese entonces alguien nos ha estado acosando, siempre hay algún carro negro siguiéndonos cuando vamos de camino al hospital o al apartamento en que residimos, hace un mes alguien dejó una extraña carta amenazándome, no es la primera vez que pasa; hace unos años, cuando todavía estaba estudiando en la universidad alguien quebró los vidrios de mi carro y dejaron una carta similar.

Siempre en estas cartas hay una inicial, V.

No se lo mencioné a mis padres, ellos se hubieran muerto del miedo, mi hermano Cameron dijo que se iba a hacer cargo de eso, tiene amistades en la policía nacional, y durante unos meses siempre estaba protegida por alguna patrulla. Se detuvo por un buen tiempo pero desde esa brigada, hay al menos dos cartas semanales, gracias a Dios que sólo nos hacen falta dos semanas en Colombia. Un país hermoso, que me falto conocer a profundidad, pero literalmente no puedo explorar por mi seguridad, no volveré a ver a Tadeo o Luka y mi vida volverá a la normalidad. Con Paula hemos decidido retirarnos de la brigada, así prevenimos cualquier percance que tenga en un futuro cercano.

Hoy tenemos una misión importante, comprar víveres para las familias que llegan a la brigada, una ayudita no le hace mal a nadie. Llegamos al mercado y compramos lo básico y algunas canastas para que se vean bonitas, pero desde que llegamos dos hombres nos han estado siguiendo, creo que ellos ya saben que los notamos, y comienzan a correr, tomamos todo lo que compramos y lo tiramos en la cajuela, Paula ya está dentro del carro pero fui muy lenta, uno de ellos me agarra de las muñecas y trata de quitarme las llaves del auto. Pero un disparo se escuchó a la distancia, y él me suelta, gritos y personas corriendo se escuchan, trato de verle el rostro al hombre que me agarro y está tratando de escapar.

— ¡Paula! ayuda

—Cora, ¿Qué paso? , ¿Estas bien? solo escuche el disparo—ella comienza a inspeccionarme.

—No sé qué paso, yo estoy bien pero él no-—digo apuntando al hombre que me quiso secuestrar.

¿Porque lo estoy ayudando? Debería de dejarlo ahí, pero no, siempre hago lo mismo, ser así me metió en este lio.

Esta agarrándose la pierna y hay mucha sangre, a él fue que le dispararon, busco alguna franela para ponerle presión a la herida y él no para de gritar, necesita ir a un hospital, me quito el cinturón y hago un torniquete improvisado, mientras tanto Paula se está comunicando con la brigada, alguien ya llamo a la policía y una ambulancia. Le quito el arma que tiene en la cintura y se la entregó a Paula, ella la guarda en su cartera, la vamos a necesitar luego.

— ¿Cómo te llamas? — le digo al hombre apretando un poco su herida para que hable

—Sergio, me llamo Sergio—dice gritando—Por favor déjenme ir, me van a matar si no me voy—dice tratando de levantarse.

Lo tomo de los hombros y hago que me mire

— ¿Quién te va a matar?

—Quien más pues tu noviecito—se levanta y se apoya en nuestro carro.

Paula y yo nos quedamos viendo y como que él noto que estábamos perdidas

—Al parecer vos no lo consideras eso, Tadeo Torres, él es tu noviecito, ese bastardo solo le gustan las mujeres guapas y no lo culpo—dice Sergio observándome­— y el tuyo—dice apuntando a Paula—otro bastardo que le gusta conquistar a mujeres vulnerables, bueno lo extraño es que se interesó en ti, que raro.

Paula se transforma en una fiera y le suelta una cachetada, yo no sé qué hacer y la cachetada no lo inmuta y se ríe.

—Te tardaste chiquita, tienes buena mano—dice sobándose la mejilla— Bueno mi transporte ya vino, un gusto señoritas, pronto nos volveremos a encontrar.

Una camioneta negra se estaciona justo detrás de nuestro automóvil y un tipo asiático se baja, camina tan agraciadamente que parece que está flotando, que miedo, unos tatuajes le cubren su mano derecha, y se acerca a nosotras.

—De verdad que no son tan listas ustedes, ayudando al tipo que te quiso secuestrar, guau de verdad que se tomaron muy enserio su promesa en la facultad, vámonos Sergio antes que venga la policía.

—Alto, ¿Quiénes son ustedes?, primero me quieren secuestrar y después me platican como que si fuéramos amigos de toda la vida, ¿Qué quieren de nosotras? Ustedes son los que han mandado las cartas verdad —digo acercándome a ellos.

Se miran entre si y algo me dice que saben perfectamente de lo que estoy hablando

—Mira niña, agradece que me dispararon, porque si no ya estuvieras con nuestra jefa, y si somos nosotros los de las cartas, están buenas no, cuando estaba en el colegio me gustaba escribir poemas, de algo me está sirviendo. —Dice Sergio riéndose— Gracias por el cinturón tal vez me queda, vámonos Knox.

Ellos se suben en su camioneta y arrancan a toda velocidad. No comprendo nada de lo que está pasando y al parecer no soy la única, Paula y yo nos subimos al automóvil sin decir nada, y nos quedamos así un rato. Ella enciende el auto y nos dirigimos a nuestro apartamento, en camino al departamento recibo una llamada de mi hermano.

Llegamos al apartamento y dejamos los víveres en la sala, Cameron no para de preguntarme por lo que paso, sinceramente ni se porque le estoy contando esto, le va a contar a mis padres y los va a preocupar.

-Cora, tienes que reportar esto con la policía, no se pueden quedar libres, no es posible.

-Yo se Cameron pero no puedo, y de igual manera ya solo nos quedan dos semanas aquí y volveré a México.

-¿Paula también se regresa?




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