Paciente 314

Capítulo 13: Bajo tierra no crecen secretos

El ruido de la maquinaria pesada retumbaba en el sitio de construcción. Cameron supervisaba la obra de una carretera que conectaría un sector aislado con la zona urbana. Era un proyecto del gobierno, pero todos sabían que el financiamiento venía de otro lado. Él lo sabía. Y sabía quién estaba detrás.

Tadeo.

El tipo llegó en una camioneta blindada, con gafas oscuras y esa actitud que lo hacía ver más peligroso cuando sonreía.

—¿Ingeniero Castillo? —dijo uno de los obreros—. Lo busca el señor Torres.

Cameron se secó el sudor con el dorso de la mano. Su mandíbula se tensó.

—Que pase.

Tadeo caminó entre la tierra y el concreto con la seguridad de quien sabe que nadie puede tocarlo. Cuando llegó hasta Cameron, se quitó las gafas.

—Lindo lugar para construir... o para enterrar algo —dijo, medio en broma.

—Si viniste a amenazar, ahórratelo. Ya sé con quién estoy tratando —respondió Cameron, sin rodeos.

—¿Ah, sí? ¿Y quién soy, ingeniero?

—Alguien que arrastra muerte donde pisa. No quiero a mi hermana cerca de ti, ni a nadie que aprecio.

Tadeo se acercó, más de lo necesario.

—Tu hermana me encontró, no al revés. Y si yo fuera tú, dejaría de buscar pelea con gente que no juega limpio.

—Si algo le pasa a Cora... te juro que no vas a vivir para contarlo —dijo Cameron, su voz baja y firme, casi un susurro de plomo.

Tadeo lo sostuvo con la mirada unos segundos, hasta que sonrió y dio un paso atrás.

—Anotado.

Esa misma noche, Paula encontró a Tadeo en el estacionamiento subterráneo del hospital. Él la esperaba, como si supiera que ella bajaría. Y lo sabía.

—Paula... —dijo Tadeo, con un tono más suave que el de la tarde.

—¿Qué estás haciendo aquí, Tadeo?

—Pregunto lo mismo. ¿Por qué no le dijiste a Cora?

Paula apretó los labios. Bajó la mirada.

—Porque no sabría cómo. Porque si le cuento, la voy a perder. Porque... tú y yo sabemos que esto es una bomba esperando explotar.

—Entonces no lo hagas por mí. Hazlo por ella —dijo él, acercándose—. Pero si decides hablar... hazlo sabiendo que todo cambia después.

—Ya cambió —dijo Paula. Se alejó sin mirar atrás.

Desde una ventana del segundo piso, una figura observaba todo. Cora, con una carta entre las manos. Una más. Sin remitente, sin firma, con palabras que parecían escritas por alguien que la conocía demasiado bien.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.