Pacto De Hielo Y Poder

Capitulo 6

Valentina

La nota y la insignia que habían dejado junto al cuerpo de Brenda me perturbaban profundamente. Sostuve la nota en mis manos, leyendo las palabras una y otra vez: "Siempre mi dulce princesa mafia te cuidaré y Brenda era un peligro para ti. Cuídate mi dulce niña Val." El mensaje era claro y directo, un recordatorio de los tiempos pasados y de las protecciones invisibles que siempre habían estado a mi alrededor.

Con la insignia aún en mi mano, subí lentamente hacia la habitación. Cada paso que daba resonaba en mi mente, un eco de las decisiones y los peligros que siempre habían estado presentes en mi vida.

Al llegar a la habitación, me dejé caer en una silla, mirando la insignia con una mezcla de nostalgia y confusión. ¿Quién podría haber hecho esto? ¿Y por qué ahora?

Fernando entró poco después, su rostro mostrando una mezcla de preocupación y sospecha. Se acercó a mí, mirándome fijamente antes de hablar.

—Pensé que tú habías mandado a desaparecer a Brenda —dijo, sus palabras llenas de una acusación velada.

Levanté la mirada para encontrarme con sus ojos, sosteniendo su mirada con una frialdad que había perfeccionado con los años.

—Lo pensé —admití, sin rodeos—. Pero alguien se adelantó por mí.

Fernando se quedó en silencio por un momento, procesando mis palabras. Luego, se sentó en el borde de la cama, sus manos cruzadas frente a él.

—¿Quién crees que fue? —preguntó finalmente, su voz más suave.

—No lo sé —respondí, la frialdad en mi voz apenas disimulando la confusión y la inquietud que sentía—. Pero quienquiera que haya sido, está claro que todavía tengo protectores en las sombras. Y esa insignia... esa era de mi abuelo.

Fernando asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Vamos a descubrir quién está detrás de esto —dijo, su tono decidido—. Y mientras tanto, no te apartaré de mi vista. Nadie más se adelantará.

Asentí, sabiendo que la tormenta apenas comenzaba. La vida en la mafia siempre había sido peligrosa, pero ahora, las sombras del pasado estaban volviendo a cobrar vida, y tendría que estar más alerta que nunca.

Observé a Fernando mientras procesaba lo que le había dicho. La tensión en el ambiente era palpable, una mezcla de desconfianza y preocupación. No podía evitar preguntarme por qué él había pensado que yo había hecho algo tan extremo.

—¿Por qué pensaste que fui yo? —le pregunté, mi voz helada pero controlada.

Fernando levantó la mirada, sus ojos oscuros buscando los míos.

—Por lo que pasó entre Brenda y yo —respondió finalmente—. Pensé que lo habías visto y reaccionaste.

Lo miré en silencio por un momento, sintiendo una mezcla de frustración y dolor. Lo que había visto no me había dejado indiferente, pero sabía que no era el momento para mostrar debilidad.

—Lo vi —admití—. Pero no necesito matar a alguien para demostrar mi punto, Fernando. Brenda no significaba nada para mí.

Fernando asintió lentamente, comprendiendo mis palabras.

—Entonces, ¿por qué Damian te llama "brujita"? —preguntó, cambiando el tema—. ¿Desde cuándo se conocen?

Una ligera sonrisa se dibujó en mis labios al recordar a Damian y cómo había empezado a llamarme así.

—Damian y yo nos conocemos desde que éramos niños —dije, recordando los viejos tiempos—. Él me llama "brujita" porque siempre decía que tenía una manera de saber lo que iba a pasar, una intuición que a veces parecía mágica. Era su manera de decir que confiaba en mí, en mi juicio.

Fernando asintió, procesando la información. Se acercó un poco más, la tensión entre nosotros disminuyendo ligeramente.

—Lo siento por dudar de ti —dijo, su voz más suave—. Estamos en una situación difícil y supongo que ambos estamos en guardia.

Asentí, comprendiendo sus sentimientos.

—Estamos juntos en esto, Fernando —respondí—. Y necesitamos confiar el uno en el otro, más que nunca.

Fernando me miró con una intensidad renovada, asintiendo.

—Lo sé. Y prometo que lo haré.

Sentí un ligero alivio al escuchar sus palabras, sabiendo que, aunque la situación era complicada, aún había esperanza de trabajar juntos y superar los desafíos que se avecinaban.

Miré a Fernando, el hombre que había decidido ser mi compañero en este mundo lleno de peligros y traiciones. A pesar de todo lo que había pasado, sabía que la confianza era fundamental para sobrevivir.

—Confío en ti, Fernando —le dije, aunque la duda persistía en el fondo de mi mente—. Aunque me hayas engañado.

Fernando se acercó un poco más, su expresión sinceramente arrepentida.

—El beso con Brenda no significó nada —aseguró, su voz baja pero firme—. Fue un error, y lo lamento. Pase lo que pase, siempre confía en mí.

Sus palabras me tocaron de una manera que no esperaba. Sentí que la distancia entre nosotros se acortaba, la barrera de desconfianza comenzaba a desmoronarse. Sin previo aviso, Fernando me besó. Fue un beso lleno de promesas y arrepentimiento, de una intensidad que no había experimentado antes.




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