Pacto De Hielo Y Poder

Capitulo 14

Valentina

Observé la forma en que Fernando me miraba después de contarme lo que había sucedido con la empleada. Había un aire de protección en sus ojos, y aunque la situación había sido incómoda, no quise permitir que algo tan insignificante perturbara nuestro día.

—Fernando —le dije, tomando su mano entre las mías y acariciándola suavemente—, hay algo que quiero pedirte.

Él inclinó la cabeza, curioso.

—Dime, ¿qué necesitas?

—Quiero que me acompañes a comprar cosas para la habitación de los bebés —solté, sintiendo una oleada de emoción mientras pronunciaba esas palabras.

Fernando me miró por un momento, como si procesara lo que acababa de decir, antes de responder:

—¿No crees que es un poco pronto para eso?

Sonreí, entendiendo su preocupación, pero sacudí la cabeza con firmeza.

—No importa si es pronto o no —dije, con determinación en mi voz—. Quiero hacerlo ahora, quiero empezar a preparar todo para ellos. Es algo que me hace sentir más conectada, más preparada... más madre.

Pude ver cómo las palabras resonaban en él, cómo su expresión se suavizaba mientras lo decía. Había tanta incertidumbre en nuestras vidas en este momento, pero esto, esta simple acción, me daba una sensación de control, de esperanza. Sabía que podría ser demasiado pronto para algunos, pero para mí, era el momento perfecto.

Fernando apretó mi mano ligeramente y asintió.

—Está bien, iremos juntos —me dijo, su voz cálida y comprensiva—. Si esto es lo que quieres, entonces lo haremos.

Le sonreí con gratitud, sintiendo cómo una pequeña parte de la carga que llevaba se aligeraba. Estaba feliz de que él comprendiera lo importante que era esto para mí, y de que estuviera dispuesto a compartir este momento conmigo.

—Gracias, Fernando —susurré, acercándome para darle un suave beso en la mejilla.

Sabía que este era solo el comienzo de una nueva etapa para nosotros. Y aunque el camino podría ser difícil, estaba decidida a disfrutar cada momento, a vivir cada experiencia al máximo. Comprar las cosas para la habitación de los bebés sería nuestro primer paso hacia ese futuro, y no podía esperar para empezarlo.

Mientras bajábamos las escaleras hacia el estacionamiento, no pude evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Era el primer paso hacia la preparación de la llegada de nuestros bebés, y quería que todo fuera perfecto. Fernando me acompañaba con una actitud decidida y protectora, y eso me daba seguridad.

—Fernando —le pregunté, mientras caminábamos hacia el coche—, ¿vas a manejar tú o el chofer?

Él me miró con una sonrisa.

—Manejaré yo —dijo con una nota de orgullo en su voz—. Los guardaespaldas nos seguirán, por supuesto.

Asentí, satisfecha con la respuesta. Sabía que, con Fernando al volante, podríamos ir a donde quisiéramos sin preocupaciones.

Una vez que estábamos en el coche, me acomodé en el asiento y lo miré con curiosidad.

—Fernando —empecé, tratando de iniciar una conversación ligera para distraerme un poco de la ansiedad que sentía—, ¿cómo te gustaría que se llamaran los bebés?

Él pensó por un momento, su expresión reflexiva mientras conducía. La luz del sol entraba a través de las ventanas, iluminando su rostro de una manera que me parecía reconfortante.

—No lo había pensado mucho —admitió—. Pero me gustaría que tuviéramos nombres que tengan un significado especial. ¿Qué te parece a ti?

Le sonreí, disfrutando de la oportunidad de soñar despierta sobre el futuro.

—He estado pensando en algunos nombres —dije—. Para una niña, me encanta el nombre Sofía. Es elegante y tiene un significado hermoso. Para un niño, tal vez Alejandro. Ambos nombres tienen un toque clásico y fuerte, ¿no crees?

Fernando asintió, y pude ver que estaba considerando mis sugerencias con seriedad.

—Sofía y Alejandro suenan bien —dijo—. Me gustan. Creo que son nombres que reflejan la fuerza y la elegancia que deseamos para nuestros hijos.

Seguimos conversando sobre posibles nombres mientras el coche avanzaba por las calles, disfrutando de la compañía mutua y de la posibilidad de imaginar nuestro futuro juntos. Era un momento especial, y aunque el camino hacia la paternidad podía ser incierto, estaba emocionada de enfrentarlo junto a Fernando.

Mientras Fernando manejaba, noté que su mente seguía en el tema de los nombres. Decidí profundizar en la conversación para conocer sus pensamientos.

—Fernando —dije con una sonrisa—, me gustaría saber, ¿qué nombres te gustaron a ti?

Él me miró con una expresión pensativa, como si estuviera considerando cada opción cuidadosamente.

—Bueno —comenzó—, me gustaron mucho Sofía y Alejandro. Son nombres con mucha fuerza y significado. Pero también he pensado en otros, como Valeria para una niña. Es un nombre que transmite valor y nobleza. Para un niño, quizás Maximiliano. Me parece que suena imponente y tiene una presencia fuerte.

Miré a Fernando con admiración, dándome cuenta de lo considerado y atento que era en todo lo relacionado con nuestro futuro.




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