Pacto De Hielo Y Poder

Capitulo 18

Valentina

Desperté con un sobresalto, la habitación a mi alrededor sumida en la oscuridad. La luz de la luna se filtraba tenuemente a través de las cortinas, pero sentía que algo no estaba bien. Miré el reloj y vi que ya era media noche. La ansiedad comenzó a crecer en mi pecho. Fernando no estaba a mi lado, y una sensación de inquietud me invadió.

Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana. Desde allí, podía ver algo de movimiento en el exterior de la villa. Las sombras de los guardias se desplazaban con rapidez, sus siluetas tensas y alerta. Mi instinto me decía que algo importante estaba sucediendo, y no podía ignorarlo.

Mientras observaba, una imagen perturbadora cruzó por mi mente. Recordé a Cameron y las piezas que se unían en mi cabeza. Él había estado en contacto con mi padre antes de su muerte, y los rumores de su traición comenzaron a tomar forma. La traición de Cameron fue algo que no podía pasar por alto. Había jugado un papel crucial en la muerte de mi padre, y ahora, por alguna razón, sentía que había llegado el momento de enfrentar lo que había quedado sin resolver.

Con determinación, decidí que necesitaba saber qué estaba ocurriendo. Salí de la habitación y me dirigí hacia la sala, sintiendo cómo el frío del suelo de mármol se filtraba a través de mis pies descalzos. Al llegar, vi a Demian hablando en voz baja con uno de los guardias, pero al verme, su expresión cambió de inmediato.

—Valentina, ¿estás bien? —preguntó con preocupación, acercándose a mí.

—¿Dónde está Fernando? —exigí saber, mi voz firme a pesar de la inquietud que sentía por dentro—. ¿Qué está pasando?

Demian me miró con seriedad, su rostro reflejando la gravedad de la situación. Había un aire de tensión en la sala que no podía ignorar.

—Fernando está ocupándose de un asunto… —comenzó, pero lo interrumpí.

—¿Un asunto? ¿Cuál? —insistí, sintiendo que la angustia comenzaba a apoderarse de mí. No quería que me ocultaran nada.

—Es algo serio. Cameron ha estado involucrado en… en cosas que no deberían haber sucedido. Fernando está manejando la situación —explicó Demian, su voz contenía un matiz de gravedad que no me gustaba.

El nombre de Cameron resonó en mi mente. La traición, las manipulaciones, todo volvía a mí como un torrente de recuerdos dolorosos. Sabía que tenía que saber más. Sin embargo, en ese momento, no solo quería respuestas; quería la verdad.

—¿Cameron está aquí? —pregunté, casi en un susurro.

—Sí, y Fernando… Fernando está tomando medidas —respondió Demian, sin darme más detalles.

La preocupación se intensificó en mi pecho. Si Fernando estaba tomando medidas, no podía estar seguro de que estaba a salvo. Era un hombre impulsivo cuando se trataba de proteger lo que amaba, y eso a veces podía llevarlo a situaciones peligrosas.

—¿Dónde están? —pregunté de nuevo, mi voz más urgente—. Necesito saber.

—En el sótano. Fernando ha decidido… interrogarlo —dijo Demian, sus palabras cargadas de una dureza que me hizo sentir fría.

El impacto de su respuesta me dejó helada. Sin pensar en las consecuencias, di un paso adelante.

—Voy a ver a Fernando. No puedo quedarme aquí sin saber —dije, decidida.

Demian trató de detenerme, pero yo lo eludí, con la mente fija en lo que tenía que hacer. No podía permitir que el miedo me controlara. Si Cameron era un traidor, tenía que confrontarlo, pero sobre todo, debía asegurarme de que Fernando estuviera a salvo. Así que bajé las escaleras rápidamente, dirigiéndome hacia el sótano con un propósito claro en mi mente.

Bajé las escaleras a toda prisa, el corazón latiéndome en el pecho. La luz tenue del sótano iluminaba el camino, y a medida que me acercaba, el ambiente se tornaba más pesado. El aire estaba cargado de tensión, y un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar los ecos de los gritos ahogados que llegaban de abajo.

Al abrir la puerta del sótano, la escena que se desplegó ante mí me dejó paralizada. Cameron estaba amarrado a una silla, su rostro magullado y lleno de miedo, mientras dos de los guardias lo mantenían sujeto. Fernando estaba frente a él, con una mirada intensa que combinaba furia y determinación.

—¡Deténganse! —grité, mi voz resonando en la habitación, interrumpiendo el tenso silencio.

Los guardias se volvieron hacia mí, sorprendidos por mi entrada inesperada. Fernando me miró, su expresión cambiando de furia a preocupación.

—Valentina, no deberías estar aquí —dijo, dando un paso hacia mí.

Pero en ese momento, Cameron levantó la vista hacia mí, y su voz, temblorosa, se escuchó a través del aire denso.

—¡Lo siento, Valentina! —exclamó, su voz llena de desesperación—. ¡Lo siento mucho!

Mi corazón se detuvo. A pesar de todo el odio que había acumulado hacia él, el sonido de su súplica me hizo dudar. Me acerqué más, mirando a Fernando con una mezcla de súplica y determinación.

—Fernando, por favor, diles que se detengan un momento —le pedí, sin apartar la vista de Cameron—. Necesito hablar con él.

Fernando me miró, inseguro, pero finalmente asintió, y los guardias se detuvieron, aunque permanecieron en tensión, listos para actuar en cualquier momento.




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