Padre

Cruel

Podía ver todo pasar y yo estaba ahí, parada sin saber que hacer, tenía que reaccionar antes de que algo pasará, en un segundo ya estaba junto a la mujer que me dio la vida.

¿Qué estas haciendo?”

Salió de mis labios casi en un grito.

“Déjame en paz”

Esa era la voz de ella, alterada por todo lo que pasaba.

Cálmate

No sabía que más decir para que él parara.

“Quítate, tu no tienes nada que ver”

En su voz se podía escuchar claramente que estaba alcoholizado, él pensó que me acobardaría y dejaría que sus sucias manos la tocarán, en un movimiento brusco levantó su brazo y lo dirigió hacia ella, que preparada y sin miedo alguno esperaba el golpe y, de ser necesario regresarlo.

No le vas a pegar a mí mamá” 

Fue lo siguiente en salir de ellos, no era consiente de mis actos, en un parpadeo lo tenía contra la pared y mi antebrazo presionando su cuello, esa no era yo.

¿Qué pasaba conmigo?"

Podía sentir sus manos tocando mi brazo para que lo soltara pero era como si solo pudiese ver y alguien más controlará mi cuerpo, apreté, apreté más, podía ver la sangre salir de su boca lo siguiente que supe fue que lo tenía tirado en el piso y estaba casi encima de él, aún sosteniendo su cuello.

“¿Quien mierda te crees?”

Grité y el seguía diciendo palabras que no entendí, lo sabía, sabía que si apretaba un poco más el dejaría de respirar y afloje un poco para después golpearlo en el pecho no se cuantas veces.

En un descuido me tomó del cabello.

“Deja a tu hija”

Esa era la voz de mi madre quien gritaba asustada y enojada en la misma cantidad.

Sentí un tirón y me enfurecí de una forma desconocida para mí, lo golpeé de nuevo pero esta vez en el rostro, no sabía de dónde sacaba tanta fuerza, pero de algo estába segura no me detendría, sentía toda esa adrenalina recorrer mi cuerpo, tenía miedo de mí—Otra vez—de mis actos.

Logre dejarlo inmóvil, me levanté podía sentir mí respiración agitada y mí cuerpo temblar al igual que mis manos, lo observé, no podía creerlo, yo había hecho eso me sentí sucia, tenía ganas de llorar pero no lo hice.

“Mátame”

Mátame

Escuché su grito y yo con una sonrisa cínica le respondí.

“Lo haría pero no vales la pena”

Al terminar de decir eso lo ví levantarse con dificultad para después caminar en dirección a la puerta y marcharse.

Y, otra vez esa no era yo me desconocía, a paso lento me dirigí al baño y me recargue en la pared mis ojos se humedecieron, no podía soportarlo espere unos minutos hasta que las ganas de sollozar me abandonaron, cuando por fin estuve segura de que no lloraría, abrí la llave de agua y tallé mis manos hasta que quedaron irritadas, recargada en el lavabo observé como temblaban sin control después me mire al espejo y recordé, no era la primera vez que esto pasaba perdí la cuenta de cuantas veces me encontré en esta situación, en una ocasión recuerdo que sucedió casi lo mismo.

Esa vez rompí en llanto de inmediato y mis plumones no recibían el aire necesario, la voz de mí madre se escuchaba lejana no estaba acostumbrada, pero ahora se ha vuelto tan natural como respirar.

Después de todo lo sucedido me recosté en mi cama y mi mente quedó en blanco pasaron las horas en las que permanecí en la misma posición, sentí como mi madre se adentraba al cuarto la observé acomodarse en la cama la miré y me devolvió la mirada sabía que tenía algo que decirme y espere a que estuviera lista. 

“No debiste de haber hecho eso”

Lo sé”

Esa fue mi única respuesta.

“Pudo haberte lastimado”

Lo sé, pero no podía dejar que te hiciera algo”

Respondí con tranquilidad.

"Es tú padre…”

Antes de que dijera algo la interrumpí.

“Sí, un gran padre” 

Respondí con claro sarcasmo y una sonrisa irónica.

Ella boqueo como pez para agregar algo pero al final no lo hizo.

“No debiste hacer eso”

Repitió está vez con los ojos cristalinos.

No quería saber qué por mis actos ella lloraría pero no podía dejar que algo le sucediera.

No quería hablar sobre eso así que cambié de tema a los minutos ella se marchó y mi mente volvió a quedar en blanco.

Cosas que siempre ignore, el monstruo que gritaba, golpes que se podían escuchar, aterrada cubrir mis oídos, los años pasaron y por fin descubrí lo que ella tanto intentaba ocultar, ignorante todo este tiempo estuve y, ahora yo me volví el monstruo de mis pesadillas.




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