Padres de repuesto

Prologo

El sol se asomaba por las calles de la ciudad costera. Era uno de esos días en donde todos estaban tranquilos durmiendo en sus camas todavía, otros se preparaban para ir a trabajar o en el caso de las jóvenes generaciones, ellos se preparaban para ir a la escuela. Entre una pequeña residencia ubicada cerca de la universidad costera, las futuras generaciones salían rumbo a sus planteles educativos, las voces de las madres despidiéndose, los ruidos de los niños riendo y gritando, el olor a café que se percibía desde fueras de las casas era el combustible de aquellos que tenían que madrugar y se habían dormido posiblemente tarde, para despertar todavía más temprano de lo esperado.

Entre esos jóvenes había unos amigos de toda la vida, quienes se preparaban para iniciar el viernes y con eso, su hermoso y glorioso fin de semana.

—¡Se quieren apurar!— grito una de las residentes en aquella hermosa casa —¡Los voy a ir a sacar de sus camas a patadas!— aseguro ella mientras terminaba de arreglarse su cabello rosado en una coleta

Cuando iba a volver a gritar, unos pasos se escucharon por las escaleras, si bien la joven se quedo esperanzada de que fuera su hermano, se desilusionó un poco al ver a su mejor amiga, aunque no sabía siquiera porque lo hacía, ¡Oscar siempre se tardaba una eternidad!

—Pareces que has visto un fantasma, Emma – se burlo su amiga mientras aquel acento colombiano se adueñaba de ella — ¡Nombre mija, levanta esos ánimos! Parece como si te hubieras enterado de que Oscar ha vuelto hacer de las suyas — comentó, sacándole a su amiga una sonrisa incomoda — Fresca

—No es eso Roberta, es solo que estoy harta que el parasito que tengo por hermano, no se levante – expreso mientras miraba escaleras arriba — ¡Bajen de una buena vez, o subo!

Roberta hubiera querido burlarse de sus amigos, pero Frank fue quien se acerco a ellos con una expresión de haberse dormido tarde, talvez y solo talvez, por culpa de la tarea que no había realizado desde hace una semana y contaba valiosamente para su calificación final. 

—¿Por qué tanto grito? – cuestiono el moreno — ¡Dios, Emma! Parece que naciste con bocina integrada – se burlo él — ¿Cómo es que tu papá te soporta?

—¡Hey! – exclamo indignada — ¿Dónde esta mi hermano y es flojo de nuestra sanguijuela?

—Ya vienen – aseguro Frank – Es más, pronto aparecerán por la puerta
Y como si Frank fuera psíquico, Oscar y Gerald aparecieron.

—¡Anda ya, bola de huevones! – comentó exaltada la de cabello rosado - ¡Debemos irnos a la escuela de una buena vez!

—Calma hermana, aún tenemos tiempo – aseguro Oscar - ¿O no chicos?

—Eso lo sabemos, pero por culpa de Gerald siempre llegamos tarde – explico la puertorriqueña salvando a su amiga

Gerald frunció el ceño cuando escucho la explicación que Roberta había dado, si bien siempre llegaban tarde a sus respectivas carreras, no siempre era su culpa, al menos un 85% si era de la morena y su falta de responsabilidad cuando aparecía en la madrugada.

Emma los apresuro a todos para poder irse, estaba nerviosa por su examen que la verdad no le importaba mucho si su hermano y amigos se quejaban por no tener comida suficiente en sus estómagos, Oscar por otro lado sabía que su hermana estaba nerviosa y asustada, era el examen más importante que iba a tener en esos momentos y los nervios la mataban.

Cuando salieron de la casa, Frank fue quien se le quedo viendo a sus amigos, todos eran tan diferentes, Emma y Oscar eran hermanos por parte de padre, ambos tenían el cabello castaño y ojos marrones, lo único que los diferenciaba un poco aparte de algunos rasgos de sus respectivas madres, eran dos cosas, la primera era que Emma tenía el cabello pintado de color rosado, y la segunda era que Oscar tenía la nariz recta como su padre y Emma la tenía pequeña como su madre.

Gerald por su parte tenía el cabello negro y los ojos se asemejaban al color de su cabellera, salvo que sus pupilas duras penas y se podía apreciar, su piel era un poco más morena que la de los hermanos Robinson y su nariz era griega.

Roberta era lo opuesto a su mejor amiga, tenía el cabello negro hasta los hombros con unos perfectos rizos que se acoplaban de divertida forma en su cabeza, su piel era morena clara la cual estaba bañada por pequeños lunares y sus ojos eran de un extraño tono gris.

Él era lo opuesto a sus amigos, no tenía el cabello castaño o negro, sino que este era rubio, un rubio llamativo como si fuera del color de la mantequilla, palabras dichas por Emma, y sus ojos eran de un hermoso tono verde hierba, su piel era de color canela hacía conteste con la playera blanca que se había puestos en esos momentos.

Para Frank estar con sus mejores amigos y sus cómplices en bromas era un pequeño sueño, pero su mayor sueño era Roberta. ¡Maldición! Cuanto amaba con locura a esa joven colombiana, le encantaba cuando ella reía o cuando gritaba, amaba cuando bailaban y sus rizos se movían al compás de la música como si tuvieran vida propia.

El camino a la universidad fue abrumador, Emma no dejaba de repetir lo que se había aprendido en esa semana, Óscar y Gerald estaban hablando sobre la fiesta que se haría esa noche, habían hablando entre todos y habían llegado al acuerdo de que, acabando su horario escolar, irían a comprar suministros para lo que quedaba del mes y después irían a la fiesta, pero aún así, sentía que algo iba a pasar.




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