Pain || 3#

CHAPTER 5

~ NARRADOR ~

 

Ha pasado un mes desde que Nicolás salió del hospital. Al principio no quería aceptar que había perdido su pierna y que eso le había sucedido, pero los últimos días habían sido difíciles. El hombre tenía que tomar medicación y los médicos incluso recomendaron a la familia que lo internaran en un lugar especializado que pudiera brindarle la ayuda que necesitaba, pero Loretta se negó. No quería tener a su hijo lejos, especialmente en ese estado. Así que cuando el hombre estuvo en condiciones de volver a casa, lo llevaron a la casa familiar.

 

—Aquí estarás cómodo —dijo Loretta, mientras preparaba una habitación en el primer piso de la casa, cerca de todo, para que su hijo no tuviera que lidiar con las escaleras. Sin embargo, Nicolás no había dicho una sola palabra desde que se enteró de lo que estaba pasando. A medida que pasaban los días, la familia intentaba visitarlo, pensando que eso lo haría sentir mejor, pero solo lograban amargarlo aún más, ya que no quería ver a nadie.

 

—Madre, tenemos que buscarle ayuda —dijo Santino, ya cansado de la situación. Aunque su madre se había dedicado a su hijo, sabían que lo único que podría ayudar a su hermano era la ayuda profesional.

 

—Pero ¿cómo le buscamos ayuda si no quiere salir de esa habitación? —intervino Elettra. Ella estaba igual de preocupada, ya que sabía que su hermano tenía depresión y estaba pidiendo ayuda a gritos. Sin embargo, estar encerrado allí no iba a cambiar nada, y seguir así podría llevarlo a la muerte. Su madre no parecía entenderlo—. Cuando estuve en rehabilitación, conocí a alguien que no tenía una pierna y nos contó que había estado asistiendo a un centro de ayuda… Eso podría funcionar…

 

—¡Tu hermano no es un adicto! —se sobresaltó Loretta, con lágrimas en los ojos. No quería tratar a su hijo como había tenido que tratar a su hija. No era justo que tuviera que pasar por eso otra vez. Había sido muy duro ver cómo sus hijos habían tenido que pasar por todo eso y ella no podía hacer nada, pero ahora veía que podía ayudar a Nicolás.

 

—No, no es un adicto como yo, pero he visto cómo no deja de tomar medicamentos y tú se los das como si fueran caramelos… —aunque fue un comentario muy duro, no fue del todo desafortunado. Elettra no quería ver cómo su hermano se convertía en adicto a los analgésicos, algo que lo llevaría a algo peor de lo que ella misma había estado—. Déjame buscar el lugar y tú misma podrás ir a asegurarte de que es un buen lugar…

 

Loretta no estaba segura de eso. No quería tener que dejar a su hijo en manos de alguien más. Ella quería cuidarlo por su cuenta, pero las palabras duras de su familia habían sido suficientes como para hacerle entender que ella no era una especialista que pudiera ayudarlo, así que terminó aceptando que debían buscar a alguien más para ayudar a Nicolás, quien se había dedicado a ver películas, leer libros y tomar medicamentos para el dolor. Él estaba sufriendo algo que se llamaba síndrome del miembro fantasma y, aunque no tuviera nada, sentía que su pierna estaba doliendo muchísimo.

 

Con los días, Elettra logró conseguir el lugar e investigarlo. Para su sorpresa, ya no era como antes. Ahora era mucho más pequeño debido al presupuesto tan recortado que habían tenido durante los últimos años, pero por el momento era suficiente como para hacer que su madre fuera por un par de días para investigar personalmente. Lo que más le dio curiosidad y quiso saber más fue sobre una mujer. Era una de las pocas mujeres del lugar y realmente hermosa. Por un momento, pensó que sería mejor llevar a alguien que fuera como ella para animar al hombre con algo bonito para ver. Fue un pensamiento muy superficial, pero había sido lo primero que se le vino a la mente a la madre Rinaldi.

 

Mientras tanto, Alessa había estado con muchos dolores de cabeza esos días. Su madre había terminado el tratamiento y, por el momento, tenía que estar en casa para reposar lo más que pudiera hasta que tuviera que regresar al doctor para saber si el cáncer se había ido por completo o tendrían que comenzar más radiación, cosa que la mujer se había negado a hacer. Ya no quería seguir luchando, ya no estaba dispuesta a pasar por eso nuevamente. Y eso tenía a Alessa realmente preocupada.

 

—Su nombre es Alessa Caruso —Santino tenía la hoja de historia de la mujer que quería meter en la casa. Por supuesto, era precioso investigarla para saber con quién se estaban metiendo—. Vive con su madre, quien parece tener una enfermedad grave. Su padre murió hace algunos años y no está especificado cómo. Además, tiene una hermana gemela que no vive con ellas. No tiene una vida pública ni ha tenido escándalos. Su vida laboral tampoco es muy excepcional, aunque en lo académico la verdad es que sí. Se graduó con honores y tiene un par de cursos realizados en fisiatría y enfermería… —El hombre no se encontraba del todo convencido de que aquella mujer estuviera en casa ayudando a su hermano.

 

—Santino, ¿podrías confiar en mí? Sé que ella ayudará bastante a tu hermano. Tal vez puedas conocerla antes de que comience a trabajar —Loretta estaba sentada al lado de Elettra. Sofía estaba sentada al lado de su esposo. Ella no había tomado un lado, pero entendía a ambas partes.




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