Pain || 3#

CHAPTER 8

~ NARRADOR ~

 

—Ya es hora de que me retire —dijo Alessa después de un par de horas hablando con el hombre. Pero tampoco quería dejarlo solo. Había estado esperando a que Loretta regresara para que pudieran estar juntos un rato. Y cuando la mujer se sentó con ellos junto a un par de vasos con jugo, ella había llegado con alegría de ver a su hijo fuera de aquella habitación y por eso lo llenó de besos haciéndolo alejarse un poco de su madre—. "Tengo un día largo, pero nos veremos mañana, señor Rinaldi," dijo Alessa mientras se levantaba del asiento y colocaba la mochila a un lado de su brazo.

 

—Llámame Nicolás —El hombre habló sin mirarla. Eso la hizo sonrojar y sonreír aún más. Era un gran avance entre los dos y la confianza que había entre ellos. Alessa se despidió de Loretta con dos besos y caminó hasta la salida. Tenía que ver a su madre para luego irse a su siguiente trabajo.

 

Alessa le había enviado un par de mensajes a Santino de que había sido un éxito. Él también había hecho su parte del trabajo y le había estado enviando mensajes con fotografías de cómo estaba quedando la nueva habitación de Nicolás. Ese día para la joven fue como cualquier otro. El trabajo estuvo mucho más pesado que antes, pero justo cuando estaba terminando la jornada, su jefe la llamó a su oficina.

 

—Alessa, siempre has sido una de mis mejores empleadas y me da pena decirte que voy a tener que vender el negocio —La noticia le cayó como un balde de agua helada cayéndole por todo el cuerpo sin aviso. Se iba a quedar sin uno de sus trabajos y no es como si la situación fuera la mejor para conseguir otro—. "Lo siento mucho, acá tienes tu paga," dijo su jefe. Alessa no quería llorar, no quería demostrar su angustia, así que solo terminó el turno más desanimada que nunca. Sabía que tendría que encontrar algo lo más pronto posible que pudiera llenar esas horas libres que tenía.

 

Mientras se cambiaba, recibió una llamada que no esperaba. Santino no era alguien que llamara a esa hora. Nunca había habido una emergencia, así que atendió pensando que podría ser otra mala noticia o tal vez que Nicolás se había tomado la "sorpresa" mejor de lo que había pensado.

 

—Alessa, disculpa que te moleste a esta hora, pero necesito un favor. Nicolás está teniendo una crisis, lastimó a mi madre y no sabemos qué hacer… ¿Debemos llamar a una ambulancia? —Mierda. Eso no era lo que se esperaba, en absoluto. Nicolás había perdido la cabeza y ella no quería pensar que era por los cambios que habían ocurrido en el lugar.

 

—Llevarlo a un hospital solo hará que nos atrasemos mucho más en lo que hemos avanzado —dijo ella mientras se colocaba los zapatos—. Estoy un poco lejos, pero podría llegar en media hora…

 

—Estoy de camino a la casa. Si estás en tu trabajo, puedo pasar por ti y vamos juntos —Santino, sin esperar la respuesta de la mujer, se desvió hacia donde trabajaba ella. Sabía dónde estaba gracias a la pequeña investigación que habían hecho sobre la mujer—. Espérame ahí, por favor. Nicolás necesita ayuda…

 

Aunque Alessa quiso negarse ya que quería llegar pronto a casa para estar con su madre y llevarle comida, no le dio tiempo ya que el hombre colgó la llamada antes de que pudiera decir algo más. Pero tampoco era del todo malo, ella quería ayudar a Nicolás y saber qué había pasado para lograr que el hombre se pusiera en ese estado. No pasaron ni 10 minutos cuando una camioneta negra alta llegó al trabajo de la mujer. Ella estaba esperando a un lado de su bici pensando en que ahora tendría mucho más que hacer los siguientes días para buscar un mejor trabajo y no quedarse sin la oportunidad de reunir dinero.

 

—Vamos a subir tu bici en el maletero, no te preocupes —Santino se bajó para acompañar a la mujer al auto. Dentro estaba Sofía, pero solo se lograron saludar. Ambas estaban demasiado preocupadas por lo que había pasado y por lo que hizo Nicolás. Cuando estuvieron en marcha hacia la casa de los Rinaldi, la mujer comenzó a enviarle mensajes a su madre de que llegaría un poco más tarde de lo normal, que había ocurrido una emergencia en la casa Rinaldi y que estaba de camino hacia allá.

 

Odiaba dejar tanto tiempo sola a su madre y cuando salía de su trabajo, le gustaba estar con Runa. Pero ahora tenía algo en su corazón que le decía que Nicolás la necesitaba en ese momento. Al llegar a la casa y entrar, encontraron a Loretta con una de sus manos lastimadas y Elettra cuidándola, pero de fondo se escuchaban los gritos de Nicolás.

 

—Vamos a llevarla al hospital —Anunció Santino tomando a su madre de los brazos para llevarla al auto—. Volveremos en un rato, ¿podrías encargarte de Nicolás? —Preguntó mirando a Alessa, quien asintió y corrió hacia donde estaba Nicolás. Sin tocar, abrió la puerta y encontró todo desordenado, pero no vio a Nicolás a primera vista. Sin embargo, el hombre estaba tirado en el suelo, temblando y llorando.

 

—Nicolás —Ella se acercó con cuidado para tomarlo de los brazos y ayudarlo a sentarse.

 

—¡Aléjate! Todo fue tu idea… —Él gritó una vez que estuvo sentado. Había empujado a la mujer haciéndola caer al suelo, lo que sorprendió a Alessa, ya que no pensó que el hombre todavía tuviera esa fuerza o tal vez ella no era tan fuerte como pensaba—. Solo quieren castigarme, todos aquí me odian y por eso me tienen encerrado en este lugar —La rubia se mantuvo en silencio, le había dolido la caída y estaba en shock.




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