Eres una mujer bella, tú y solo tú mereces lo bueno que la vida nunca te dió. Eres una gran mujer y alguien tan capaz, en tus brazos me siento segura y puedo contar contigo para cualquier cosa, pero mi cerebro se limita a hacerlo, por que por más madre que seas para mí, yo no me siento una hija para tí.
Las uñas postizas se pegan en mis uñas de carne, las cuales, duelen por los severos mordiscos ansiosos. Me pides algo que no tengo y me comparas con otras.
«Deberías ser como...»
«Ojalá fueras cómo...»
«Mira a....»
Y aquellas palabras, con diferentes tonos y formas, siguen consiguiendo el mismo resultado:
Dolor. Y siempre será el dolor.
¿Acaso no puedo ser suficiente y ser amada siendo yo? Ojalá fuera así, ojalá lo sea; en algún futuro o en alguna vida.